Inició proyecto para conocer la vida secreta de las ballenas jorobadas y sus crías en Colombia
Durante 28 días un equipo de biólogos, liderado por mujeres, estudió el comportamiento de estos cetáceos y sus crías en el Pacífico norte de Colombia. En los próximos meses presentarán los resultados, así como imágenes y videos exclusivos, en alianza con El Espectador.
Natalia Botero*
Mar Palanca**
Bahía Solano, Nuquí, septiembre 2022. Imaginen días oscuros sin ver un solo rayo de sol, un mar por debajo de los 0°C y temperaturas en tierra que alcanzan -50°C. En estas condiciones, las aguas superficiales se congelan parcialmente y la producción primaria, base de la red alimenticia, se paraliza. Se trata del invierno austral, y así, la Antártida no parece ser un buen lugar para dar a luz, comer o descansar. En estas condiciones, la mayoría de ballenas jorobadas - de la población del sureste del Pacifico - emprenden un largo viaje hasta las aguas cálidas del trópico.
En agosto, Colombia estaba en plena temporada de avistamiento. Después de meses de espera, las aguas del Pacifico se llenaron de cantos, aletas, colas, cuerpos gigantes saliendo del agua, ballenatos con sus madres o machos compitiendo por reproducirse con las hembras receptivas disponibles. (Lea Bajo el mar de Tribugá se escuchan camarones; bajo el de Bélgica, barcos)
En esta época, a muchos y muchas de nosotras, se nos aguan los ojos ante estos espectáculos de la naturaleza. Como cada año, desde hace muchos, las entidades que se dedican al estudio de estos animales empacan impermeable, bloqueador, y equipos de investigación, y se trasladan a la costa para dar continuidad a sus proyectos. Sin embargo, esta temporada se sintió distinta, algo nuevo se gestó mientras esperábamos la llegada de las ballenas.
Tras años de paciencia, trabajo y un poco de suerte, la Fundación Macuáticos Colombia y Madre Agua Colombia pusieron en marcha el primer estudio multidisciplinar y simultáneo en dos áreas del norte de la costa pacífica, cercanas, pero distintas estructuralmente: los golfos de Cupica y Tribugá. Durante el mes de agosto se tomaron datos de distribución, abundancia, muestras de tejido, imágenes aéreas, registros acústicos, datos comportamentales y fotografías para estudiar las dinámicas de los grupos e identificar a los individuos.
Por si esto fuera poco, por primera vez en el país se utilizaron dispositivos DTAG. Se trata de equipos que se adhieren temporalmente con ventosas al cuerpo de los animales y que permiten el monitoreo ambiental, espacial, visual, acústico y comportamental de manera simultánea. El análisis de estos datos permitirá comparar la estructura del hábitat, la distribución espacial, la comunicación acústica, el comportamiento, la estructura social, la diversidad genética, la salud y las tasas reproductivas de estos animales. Además, la investigación permitirá analizar diferencias en la incidencia de los estresores antrópicos (por ejemplo, el tráfico de embarcaciones y niveles de ruido) entre las distintas áreas. (Lea Detectives ambientales: científicos y jóvenes chocoanos tras el ADN del golfo de Tribugá)
El proyecto cuenta con la colaboración de la Universidad de California Santa Cruz, la Universidad de Los Andes, el proyecto Physic Colombia y muchos otros colaboradores de distintas instituciones, que lo apoyan tanto en la toma de datos como en su análisis. Este trabajo contribuirá significativamente al conocimiento existente de las ballenas jorobadas a lo largo del Pacífico sureste a través del estudio de grupos de madres con crías (aunque no exclusivamente), un grupo clave en la conservación y recuperación de las poblaciones.
Durante los próximos meses presentarán los resultados, así como imágenes y videos exclusivos, en alianza con El Espectador.
*Bióloga y Directora de Fundación Macuáticos Colombia
** Bióloga y cofundadora de Madre Agua Colombia
Bahía Solano, Nuquí, septiembre 2022. Imaginen días oscuros sin ver un solo rayo de sol, un mar por debajo de los 0°C y temperaturas en tierra que alcanzan -50°C. En estas condiciones, las aguas superficiales se congelan parcialmente y la producción primaria, base de la red alimenticia, se paraliza. Se trata del invierno austral, y así, la Antártida no parece ser un buen lugar para dar a luz, comer o descansar. En estas condiciones, la mayoría de ballenas jorobadas - de la población del sureste del Pacifico - emprenden un largo viaje hasta las aguas cálidas del trópico.
En agosto, Colombia estaba en plena temporada de avistamiento. Después de meses de espera, las aguas del Pacifico se llenaron de cantos, aletas, colas, cuerpos gigantes saliendo del agua, ballenatos con sus madres o machos compitiendo por reproducirse con las hembras receptivas disponibles. (Lea Bajo el mar de Tribugá se escuchan camarones; bajo el de Bélgica, barcos)
En esta época, a muchos y muchas de nosotras, se nos aguan los ojos ante estos espectáculos de la naturaleza. Como cada año, desde hace muchos, las entidades que se dedican al estudio de estos animales empacan impermeable, bloqueador, y equipos de investigación, y se trasladan a la costa para dar continuidad a sus proyectos. Sin embargo, esta temporada se sintió distinta, algo nuevo se gestó mientras esperábamos la llegada de las ballenas.
Tras años de paciencia, trabajo y un poco de suerte, la Fundación Macuáticos Colombia y Madre Agua Colombia pusieron en marcha el primer estudio multidisciplinar y simultáneo en dos áreas del norte de la costa pacífica, cercanas, pero distintas estructuralmente: los golfos de Cupica y Tribugá. Durante el mes de agosto se tomaron datos de distribución, abundancia, muestras de tejido, imágenes aéreas, registros acústicos, datos comportamentales y fotografías para estudiar las dinámicas de los grupos e identificar a los individuos.
Por si esto fuera poco, por primera vez en el país se utilizaron dispositivos DTAG. Se trata de equipos que se adhieren temporalmente con ventosas al cuerpo de los animales y que permiten el monitoreo ambiental, espacial, visual, acústico y comportamental de manera simultánea. El análisis de estos datos permitirá comparar la estructura del hábitat, la distribución espacial, la comunicación acústica, el comportamiento, la estructura social, la diversidad genética, la salud y las tasas reproductivas de estos animales. Además, la investigación permitirá analizar diferencias en la incidencia de los estresores antrópicos (por ejemplo, el tráfico de embarcaciones y niveles de ruido) entre las distintas áreas. (Lea Detectives ambientales: científicos y jóvenes chocoanos tras el ADN del golfo de Tribugá)
El proyecto cuenta con la colaboración de la Universidad de California Santa Cruz, la Universidad de Los Andes, el proyecto Physic Colombia y muchos otros colaboradores de distintas instituciones, que lo apoyan tanto en la toma de datos como en su análisis. Este trabajo contribuirá significativamente al conocimiento existente de las ballenas jorobadas a lo largo del Pacífico sureste a través del estudio de grupos de madres con crías (aunque no exclusivamente), un grupo clave en la conservación y recuperación de las poblaciones.
Durante los próximos meses presentarán los resultados, así como imágenes y videos exclusivos, en alianza con El Espectador.
*Bióloga y Directora de Fundación Macuáticos Colombia
** Bióloga y cofundadora de Madre Agua Colombia