La inquietante situación que muestra el Mapa Mundial del Agua

Alex Tait es El Geógrafo en National Geographic (sí, en mayúsculas). Se encarga de utilizar tecnología geoespacial para “comprender un montón de cosas diferentes acerca de nuestro mundo”, comentó. Ha participado en talleres sobre cómo emplear la técnica cartográfica para luchar mejor contra la caza furtiva y comprender la ecología de parques y zonas protegidas en Sudáfrica y lideró al grupo de investigadores que mapeó el glaciar Khumbu del Everest a la mayor resolución que se había obtenido hasta ese momento, en 2019.

Gran parte del nuevo trabajo del equipo de Tait en NatGeo fue revelado hace poco. En compañía de investigadores de la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos, lograron lo que el geógrafo llama “una de las cosas más importantes para la vida en la Tierra”: mapear el agua dulce.

Alex Tait es El Geógrafo en National Geographic (sí, en mayúsculas). Se encarga de utilizar tecnología geoespacial para “comprender un montón de cosas diferentes acerca de nuestro mundo”, comentó. Ha participado en talleres sobre cómo emplear la técnica cartográfica para luchar mejor contra la caza furtiva y comprender la ecología de parques y zonas protegidas en Sudáfrica y lideró al grupo de investigadores que mapeó el glaciar Khumbu del Everest a la mayor resolución que se había obtenido hasta ese momento, en 2019.

Gran parte del nuevo trabajo del equipo de Tait en NatGeo fue revelado hace poco. En compañía de investigadores de la Universidad de Utrecht, en los Países Bajos, lograron lo que el geógrafo llama “una de las cosas más importantes para la vida en la Tierra”: mapear el agua dulce.

Aunque existe mucha información sobre la disponibilidad, ubicación e incluso los problemas que enfrenta el agua, no hay tantos datos sobre los desequilibrios generados por el consumo y la demanda humana del agua. Cada año se extraen 4.000 kilómetros cúbicos, ocho veces más que hace un siglo. (También puede leer: En los últimos 170 años, Colombia perdió el 90% de su área glaciar: Ideam)

Por eso los investigadores de la U. de Utrecht y de National Geographic hicieron el Mapa Mundial del Agua, que busca crear datos sobre la escasez del recurso, por la forma en que está siendo utilizado en distintas partes del mundo.

Los investigadores de Utrecht desarrollaron un modelo que, básicamente, calcula las aguas superficiales y subterráneas disponibles en una zona a partir de los datos que hay sobre el clima, el suelo y la vegetación. Asimismo, analizaron los principales motores de la demanda de agua en distintos países. La diferencia entre la disponibilidad del recurso y la demanda es lo que los científicos llaman un déficit hídrico.

“Para los seres humanos, la mayor demanda de agua es la agricultura, el riego, pero también están las viviendas, para uso doméstico y para la industria”, resume Tait. “Una de las particularidades de este mapa es que hace un recuento global de la demanda y el suministro, y observa dónde no están equilibrados”. ¿De dónde viene el agua disponible? El Geógrafo explica que usualmente es de fuentes renovables, como ríos, lagos y acuíferos poco profundos, alimentados por la lluvia.

Todas estas forman parte del ciclo del agua, donde se evapora, se desplaza en las nubes sobre la tierra, cae en forma de lluvia y fluye por los ríos hasta el mar. La demanda humana ha alterado este proceso, por lo que es probable que cada vez más se tenga que recurrir a otras fuentes de agua más profundas, que no se renovarán. Esta situación ya se está presentando en varios países, que son parte de los 22 “puntos calientes”, donde la brecha entre la oferta y la demanda es mayor. Entre estos están el Valle Central de California, Java (Indonesia), el delta del río Nilo (Egipto) y la cuenca del río Indo (Pakistán).

“La gente siempre piensa en el agua de lluvia, los ríos y los lagos, pero uno de los elementos claves de este modelo son las aguas subterráneas, porque son una fuente importante para muchos tipos de usos del agua en todo el mundo”, indica Tait. Es decir, las aguas subterráneas frecuentemente están en el corazón de los problemas con el déficit hídrico en distintos países.

Por ejemplo, India es el país que más ha tenido que bombear agua subterránea. La mayor parte de esta, encontraron los investigadores, se destina al regadío, especialmente en los estados noroccidentales de Punjab y Haryana, que se caracterizan por ser áridos y tener cultivos que consumen bastante agua, como de arroz y trigo.

Por esta situación el gobierno del país tuvo que tomar la decisión de recurrir a los recursos finitos de las aguas subterráneas “como parte de un exitoso esfuerzo por evitar la hambruna masiva”, anotan los investigadores del Mapa del Agua. Como consecuencia de esta decisión, la capa freática, la primera capa de agua subterránea, se está hundiendo hasta tres metros cada año. (Puede leer: La deuda de los buques y el sector marítimo con el cambio climático)

Una de las posibles soluciones, indican los científicos, es “volver a los cereales tradicionales adaptados al clima en el noroeste y cultivar arroz en su lugar en el noreste y el sur de India”.

Ciudad de México es otro ejemplo para entender los problemas que hay en torno a las aguas subterráneas. Allí, 23 millones de personas viven con “agua prestada del pasado”, ya que utilizan, en más del 70 %, agua subterránea que fluye hacia pozos. Al igual que en India, esta práctica ha hecho que la capa freática disminuya, lo que a su vez está causando que “el suelo bajo la ciudad se hunda casi medio metro al año, rompiendo, entre otras cosas, las tuberías de agua”.

¿Qué pasaría si se agotan las aguas subterráneas de un lugar? Un buen caso para mirar es Tokio, capital de Japón. Los investigadores del mapa destacan que las fábricas de Tokio y el “auge de la economía” fueron una de las primeras causas del agotamiento de las aguas subterráneas de esa ciudad durante el siglo pasado.

Hacia 1965, la capa freática de la capital se hundió hasta 58 metros por debajo del nivel del mar, por lo que la ciudad tuvo que poner restricciones al bombeo de aguas subterráneas y se debieron construir presas y embalses en el país. Gracias a esas medidas, la capa freática está, nuevamente, a seis metros del nivel del mar.

Sin embargo, resaltan los investigadores, esto no significa que Japón haya superado sus problemas con el agua. “El suministro de agua de este país, como el de California, depende en parte del agua almacenada en la nieve de las montañas”, anotan, por lo que los mínimos históricos de nieve registrados en 2020 “pueden ser un presagio de los retos que se avecinan”.

En general, Tait dice que conocer más sobre las aguas subterráneas es una de las claves para poder gestionar mejor el agua dulce en todo el mundo. A una conclusión similar llegaron los investigadores colombianos en el “Estudio nacional del agua”, publicado hace unas semanas. “No se pueden ver y solo se sabe de ellas cuando se perforan pozos, y se saca agua de manera insostenible. En algún momento no vamos a poder seguir sacando agua fácilmente de allí”, indica Tait. (Le puede interesar: Hay 150 municipios en Colombia que tienen problemas de contaminación del agua)

Compartir esta información, o los datos sobre el déficit hídrico en el mundo, es la primera parte del proceso que los científicos quieren lograr con la publicación de los hallazgos del Mapa del Agua. Por medio de “la alfabetización hídrica”, como caracteriza Tait, quieren que las personas entiendan cuáles son los problemas y qué es el concepto de la brecha hídrica. Después desarrollarán una versión para expertos del mapa, que incluya datos muy detallados sobre la oferta y demanda de la hidrología mundial.

Lo ideal es que cualquiera pueda usar esos datos, desde “los científicos de la agencia espacial estadounidense (NASA, por su sigla en inglés) y gobiernos de todo el mundo hasta cualquier experto en visualización de datos”, indica El Geógrafo.

La NASA, de hecho, ya está haciendo uso de los datos. “Ellos los utilizan para comprender mejor el agua en todo el mundo, pero es una relación de ayuda mutua. Los investigadores de Países Bajos incorporaron información sobre el agua obtenida por satélites de la NASA para construir un modelo mejor, y ahora la agencia aprovechará ese trabajo para calibrar mejor sus satélites”, explica Tait.

Por último, quieren apuntarle a conectar esa ciencia con la narración de historias. National Geographic seleccionó a 10 narradores distintos, entre fotógrafos, cineastas y escritores, para que cuenten historias locales sobre el agua. El objetivo es involucrar a las comunidades en estos procesos para que, “en el mejor de los casos, se desencadene una acción y las personas se motiven a hacer algo por los problemas que se ven en las comunidades”.

¿Qué revelan los mapas?

Según registra un texto de Smithsonian Magazine, uno de los mapas más antiguos que se conservan es el Mapa Babilónico del Mundo, una tablilla de arcilla creada entre el 700 y el 500 a. C. en Mesopotamia que representa una Babilonia circular en el centro, dividida por el río Éufrates y rodeada por el océano. Su función era ubicar a quien lo tuviera, y añadir información a su idea del mundo.

Por cientos de años el rol de los mapas ha sido justamente aportar a este conocimiento. “Aunque la gente crea que hemos cartografiado todo muy bien, no es así. Cartografiar los océanos es todo un reto, por ejemplo”, destaca Tait. El desafío tecnológico es uno de los más grandes para lograrlo, pues no es fácil determinar cómo mapear mejor la superficie del fondo oceánico. (Puede leer: A pesar de su abundancia, Colombia solo conoce el 30 % de sus aguas subterráneas)

Pero Tait explica que ya hay iniciativas interesantes para lograrlo. Una de ellas, adelantada por NatGeo, utiliza algo llamado cámaras de caída, que son cámaras de video de alta resolución dentro de una esfera de plexiglás, un material resistente, fuerte y liviano, similar al vidrio en apariencia. Estas caen a través de columnas de agua, hasta unos 10.000 metros abajo, y luego suben. “Esencialmente son capaces de mapear la vida silvestre en esa columna de agua”, asegura Tait.

Su expedición al Everest en 2019 también tuvo algunos retos tecnológicos, pues el trabajo con helicópteros y aviones no tripulados se hizo a una altitud muy elevada; cartografiar los glaciares también fue un desafío. Pero, más allá de eso, el geógrafo dice que la pregunta más grande es cómo se puede obtener una comprensión de los datos y qué se puede sacar de ellos.

En el caso de esa expedición, el objetivo era comprender la dinámica de los glaciares del Himalaya, para anticipar cómo afectará el cambio climático al suministro de agua del que dependen millones de personas, pues poblaciones de India, China, Pakistán y Bangladés aprovechan el agua de deshielo de los terrenos glaciares.

Durante ese viaje, mientras estaba en el campamento base en un día de descanso, Tait empezó a hablar con un alpinista sherpa, uno de los guías locales para subir el Everest. “Era de mi edad, llevaba allí un tiempo, y fue muy revelador escucharlo contar historias sobre los cambios en el entorno de la montaña, entendí lo importante que es para esa comunidad local”, recuerda El Geógrafo. (Le puede interesar: El mundo se rajó en la meta de garantizar el acceso universal a agua potable)

Por medio de su conversación, entendió cómo la comunidad se está adaptando a las transformaciones, buscando nuevas fuentes fiables de agua, que ya no existen por el retroceso de los glaciares, o ubicando los cultivos a distintas altitudes. Fue otra forma de ver los datos que recopiló durante la expedición.

Y es que una gran parte de lo que defiende Tait es que los datos deben funcionar para informar acciones de conservación, nuevas investigaciones o soluciones. Una muestra de esto es el trabajo que ha adelantado con el biólogo Enric Sala, quien dirige el programa Pristine Seas. A través de su colaboración han hecho mapas sobre fronteras internacionales y estudios sobre el entorno natural de ciertas partes del océano. Con esta información, indica Tait, se ha ayudado a gobiernos locales a crear zonas marinas protegidas.