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En la isla Georgia del Sur, en las aguas del Atlántico Sur, comenzó la caza de ballenas moderna en las aguas del Océano Austral a principios del siglo XX. Para 1900, esta caza había sido tan importante, que había reducido drásticamente o eliminado efectivamente algunas poblaciones de ballenas barbadas en gran parte del Atlántico Norte y el Pacífico Norte. Más de 24.000 de ellas se cazaron solo entre 1905 y 1916
Más de 50 años después de que terminara la caza, los estudios locales, junto con estudios a gran escala y tendencias en los avistamientos de visitantes, parecen confirmar el regreso de las ballenas jorobadas.
La encuesta que permite señalar eso y que fue publicada en Marine Mammal Science se limitó al período estival de enero y febrero. Durante una encuesta realizada en enero de 2019, el equipo contó alrededor de 17 jorobadas en la bahía, la misma cantidad que fueron asesinadas allí en el primer mes de 1905. Esta recuperación, dicen los investigadores, se ha producido a la par del aumento del número de turistas: los cruceros visitan la Bahía de Cumberland casi a diario durante los meses de verano, lo que abre nuevos retos.
“Nuestros estudios sugieren que las ballenas jorobadas ahora están presentes a un nivel en el que puede haber riesgo de colisión con embarcaciones (...). Por lo tanto, se necesitan urgentemente más estudios para comprender mejor los patrones de uso del hábitat de las ballenas jorobadas en aguas costeras”, se puede leer. En el artículo se reseña que la Asociación Internacional de Operadores Turísticos Antárticos decidió “limitar la velocidad de los barcos y utilizar observadores de mamíferos marinos cuando viajen a través de sitios que son puntos críticos para los visitantes de la Península”.
Según los autores, “el regreso de grandes cantidades de ballenas jorobadas a Georgia del Sur es una señal positiva, y también un impulso para nuevas investigaciones científicas, para comprender el nivel de impacto de las ballenas que regresan como importantes consumidoras de krill dentro del ecosistema marino local, y para considerar esta información en el futuro manejo de la pesquería por parte de la Convención para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA) y el Gobierno”.