Las razones detrás de la crisis del agua sin precedentes que vive Uruguay
El 60 % de los uruguayos lleva varios meses tomando agua que no es potable ni segura. Aunque el gobierno asegura que la emergencia se debe a una sequía que se ha extendido por varios meses, expertos apuntan a que la inacción del Estado por décadas ha dejado a Montevideo y sus alrededores sin la infraestructura necesaria para el abastecimiento de agua.
César Giraldo Zuluaga
Desde hace algunas semanas, Uruguay ha acaparado cientos de titulares de medios de comunicación de casi todo el mundo: Las razones por las que Montevideo está cerca de quedarse sin reservas de agua, A Uruguay solo le quedan reservas de agua potable para tres semanas, y Uruguay clama por agua: Montevideo tendría apenas 10 días para abastecer a la población, son algunos ejemplos de cómo titularon ciertos medios la crisis hídrica más importante que ha vivido este país en toda su historia. (Puede leer: Las acciones que iniciará Minambiente para restaurar el río Atrato)
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Desde hace algunas semanas, Uruguay ha acaparado cientos de titulares de medios de comunicación de casi todo el mundo: Las razones por las que Montevideo está cerca de quedarse sin reservas de agua, A Uruguay solo le quedan reservas de agua potable para tres semanas, y Uruguay clama por agua: Montevideo tendría apenas 10 días para abastecer a la población, son algunos ejemplos de cómo titularon ciertos medios la crisis hídrica más importante que ha vivido este país en toda su historia. (Puede leer: Las acciones que iniciará Minambiente para restaurar el río Atrato)
Pero para entender cuál es la crisis que atraviesa Montevideo, la capital uruguaya, es necesario resolver varias preguntas: ¿es cierto que la ciudad y su área metropolitana están en riesgo de quedarse sin agua? ¿Cómo llegó Uruguay, el primer país del mundo en declarar el agua como un derecho humano, a enfrentar esta crisis hídrica?
Lo primero que advierte la ingeniera civil Julieta López, experta en hidráulica ambiental y profesora de la Universidad de la República de Uruguay, es que reducir la actual crisis a un tema de disponibilidad sería impreciso. Si bien los embalses que abastecen de agua a los dos millones de habitantes de Montevideo y su área metropolitana —el 60 % de la población uruguaya— llegaron a sus mínimos históricos a finales de marzo pasado, los montevideanos “tenemos agua, aunque no es potable”, aclara López. (Le puede interesar: La autoridad que regula la pesca en Colombia ya tiene nuevo director. ¿Quién es?)
Entonces, ¿cuál es el problema? Para responder a esta pregunta, es necesario remontarse a hace casi un año. Desde agosto de 2022, el Ministerio de Ambiente de Uruguay advirtió que la sequía que vivía el país estaba disminuyendo el caudal del río Santa Lucía, la principal fuente de agua dulce de Montevideo y su área metropolitana.
Las condiciones meteorológicas en el sur de Uruguay, donde se ubica su capital, se extendieron a lo largo del segundo semestre del año pasado y los primeros seis meses de 2023, llevando a que, entre enero y junio de este año, el caudal del Santa Lucía estuviera clasificado como en sequía severa o extrema, de acuerdo con la cartera ambiental. (También puede leer: Inundaciones controladas, el nuevo plan para evitar tragedias iguales a Quetame)
La primera alerta que emitió Obras Sanitarias del Estado (OSE), el organismo estatal responsable del abastecimiento del agua, llegó a mediados de febrero, cuando prohibió el uso del agua potable para fines no prioritarios como el lavado de carros o el llenado de piscinas, entre otros. Para finales de marzo, cuando la cota del embalse de Paso Severino —uno de los dos que provee de agua a Montevideo— llegó al mínimo histórico registrado, la situación era crítica, como lo manifestó la entidad.
Durante abril, mayo y junio, la sequía se extendió, el nivel del Santa Lucía permaneció por debajo de los mínimos históricos y la cota de los embalses de Paso Severino y Canelón Grande seguía alcanzando sus niveles más bajos. Sin embargo, el Gobierno aseguraba que el suministro de agua no estaba en riesgo. ¿Por qué?
A Aguas Corrientes, la única planta potabilizadora de Montevideo, también llegan las aguas del río de La Plata, uno de los más caudalosos del mundo. “A veces, en verano cuando hay mucho consumo de agua dulce, se bombea agua de aguas abajo de la represa, que tiene incidencia de este río”, cuenta la ingeniera López. Es decir, ante la escasez de agua, también utilizan agua del río de La Plata.
El problema esta vez, según informa López, es que la prolongada sequía obligó a capturar más agua de este río que, por sus características y sumado a las condiciones meteorológicas, provee un agua salada. “La planta de Aguas Corrientes fue diseñada para tratar agua dulce, entonces ahora que entra agua salada hay unos componentes que no se pueden remover, por eso es que el agua que se abastece ahora tiene un alto contenido de sodio, cloruros y trihalometanos”. (Puede interesarle: Antes del pánico: lo que debe saber del accidente con un tiburón en San Andrés)
Por esta razón, a finales de abril, el OSE le solicitó al Ministerio de Salud aumentar los niveles de sodio y cloro permitidos en el agua que abastecía a Montevideo y su área metropolitana. De 200 miligramos de sodio por litro y 250 de cloruros, la cartera de Salud pasó a permitir una concentración de 720 mg de cloruros por litro y 440 mg de sodio.
Esto llevó a que en mayo, el Ministerio de Salud recomendara a personas con enfermedad renal crónica, insuficiencia cardíaca, cirrosis y mujeres embarazadas no consumir el agua que distribuía la OSE y comprar agua mineral. Para el resto de población, el consumo estaba recomendado y solo se sugería no agregar sal a las comidas.
Sin embargo, como advirtió en un coloquio a finales de junio Danilo Ríos, ingeniero civil experto en hidráulica y quien fue gerente general del OSE entre 2006 y 2015, un consumo prolongado de los trihalometanos (de 15 a 20 años) que contiene el agua que se está distribuyendo, aumenta la probabilidad de contraer varias enfermedades y, según el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS, está catalogado como posible cancerígeno para humanos. (Puede leer: Hasta los arrecifes de coral que los científicos creían vírgenes tienen plástico)
A pesar de esta advertencia, la ministra de Salud, Karina Rando, aseguró que si bien existen concentraciones de trihalometanos, estas no generarán daños para el organismo, ya que su consumo será por un período de tiempo muy corto. Aunque López y Ríos reconocen la salvedad hecha por Rando, sí llaman la atención sobre el hecho de que el agua que se distribuye en la capital uruguaya y sus alrededores no es potable ni segura.
Sobre la calificación de “bebible”, que ha sido utilizada por el presidente de Uruguay, Luis Calle Pou, desde el 19 de junio cuando decretó la emergencia hídrica, los ingenieros aseguran que no existe, “es un invento”, apunta López. (Lea: Inician negociaciones “cruciales” sobre minería marina)
Las causas más allá de la sequía
Para López, además de la sequía histórica que atraviesa el sur de Uruguay, hay, por los menos, otras tres razones que pueden explicar la crisis hídrica que viven casi dos tercios de los uruguayos.
La primera de ellas tiene que ver con que por décadas los gobiernos han dilatado la puesta en marcha de dos proyectos que tienen como objetivo ampliar la capacidad de sus fuentes de agua dulce. Por un lado, está el embalse de Casupá, en la misma cuenca del río Santa Lucía, mientras que el Proyecto Arazatí busca potabilizar agua del río de La Plata, “aunque no está previsto desalinizarla”, advierte la ingeniera.
La segunda razón que propone López para entender la crisis actual es la cantidad de agua potable que se desperdicia durante el proceso de distribución que, según datos del sindicato del OSE, estaría cerca al 50 %. Esto, explica la experta, pasa porque Montevideo tiene las redes de distribución más antiguas de América Latina, por lo que esa infraestructura presenta muchas filtraciones. “Invertir en reparar estas pérdidas es alto. A veces, económicamente hablando, conviene más ampliar la capacidad de producción y distribuir más agua que reparar las pérdidas”, apunta López. (Puede interesarle: Avistan ballenas grises que buscarían ayuda de personas para quitarles parásitos)
Por último, López menciona que el agua potable que se distribuye en Uruguay se usa hasta para descargar la cisterna del baño o regar las plantas de los jardines. “Ahí también hay una oportunidad de racionalizar eso y disminuir este consumo. Hay algunos usos dentro de la vivienda que no necesitan de agua potable”.
En los últimos días, comenta la ingeniera, las lluvias han regresado de a poco, por lo que la condición de salinidad ha disminuido y la cota de los embalses ha aumentado, aunque siguen siendo bajas y la emergencia se mantiene. A pesar de esto, hay una pregunta que se hacen millones de uruguayos: ¿cómo evitar que una crisis así se repita en un planeta donde las sequías serán más intensas y duraderas?
Para López, la respuesta a esta pregunta incluye aumentar la inversión en el mantenimiento de las redes, aprovechar las aguas lluvias y reusar las aguas grises, que son las que salen del lavadero de platos o de la ducha. “Esas aguas, con un tratamiento previo, pueden ser reutilizadas”, agrega, aunque advierte que esto implica un cambio normativo, por lo que podría implementarse en un mediano plazo.
Otra de las soluciones es construir los proyectos de Casupá y Arazatí, que por décadas han sido pospuestos por los gobiernos. Sobre estos, la experta comenta que su planificación debería tener en cuenta la actual crisis hídrica, a fin de prever los eventos de estrés hídrico que en un futuro serán más comunes. (Le puede interesar: Transporte marítimo: los países adoptan un nuevo plan para su descarbonización)
Mientras todas estas intervenciones inician, López y millones de uruguayos esperan que las lluvias de los últimos días se sigan incrementando. Sin embargo, de acuerdo con las previsiones del Ministerio de Ambiente, las precipitaciones seguirán siendo más bajas de lo normal hasta septiembre.