Lo que se esconde detrás de la industria del agua embotellada
Para garantizar de aquí a 2030 que toda la población del mundo pueda acceder a agua potable, se necesitaría invertir anualmente 114.000 millones de dólares. Esto, según una investigación recién publicada por la Universidad de la ONU, es menos de la mitad de lo que ganan cada año las empresas que comercializan agua en botella.
A pocos días de que en el mundo se celebre el Día Mundial del Agua, el Instituto de Agua, Medio Ambiente y Salud de la Universidad de las Naciones Unidas (Inweh, por sus siglas en inglés) lanza un informe en el que concluye, entre otras cosas, que la inversión necesaria para suministrar agua potable a las cerca de 2.000 millones de personas que carecen de ella sería de menos de la mitad de los 270.000 millones de dólares que produce anualmente la industria del agua embotellada. (Puede leer: Ordenar a Colombia alrededor del agua, el ambicioso objetivo de Petro en el PND)
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A pocos días de que en el mundo se celebre el Día Mundial del Agua, el Instituto de Agua, Medio Ambiente y Salud de la Universidad de las Naciones Unidas (Inweh, por sus siglas en inglés) lanza un informe en el que concluye, entre otras cosas, que la inversión necesaria para suministrar agua potable a las cerca de 2.000 millones de personas que carecen de ella sería de menos de la mitad de los 270.000 millones de dólares que produce anualmente la industria del agua embotellada. (Puede leer: Ordenar a Colombia alrededor del agua, el ambicioso objetivo de Petro en el PND)
Uno de los múltiples problemas que se deriva de esta situación, anota el documento titulado Industria global del agua embotellada: una revisión de los impactos y tendencias, que fue publicado este jueves (16 de marzo), radica en que, mientras esta industria parece estar creciendo de manera vertiginosa, el objetivo de garantizar agua potable para toda la población se hace más difícil de cumplir.
El informe anota que la expansión sin restricciones de la industria del agua embotellada, que podría duplicar sus ingresos por ventas de aquí a 2030 —pasando de 270.000 a 500.000 millones de dólares anuales—, “no está alineada estratégicamente con el objetivo de proporcionar acceso universal al agua potable o, al menos, ralentiza el progreso mundial en este sentido”. (Le puede interesar: Al pensar en su transición energética, Colombia debería mirar a sus mares)
Y es que, como recuerda Kaveh Madani, director del Inweh, cuando se acordaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que entraron en vigencia en 2016, el sexto proponía como objetivo para 2030 garantizar el acceso universal y equitativo al agua potable. Para lograrlo, se estimó que debían invertirse 114.000 millones de dólares anuales. Dicho de otra manera, con lo que ganan las empresas que venden agua embotellada en un año, podrían financiar durante dos años proyectos para garantizar el ODS 6 (y aun así, les sobrarían 42.000 millones de dólares).
Cuando se acordaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2015, señala, los expertos de otros lugares estimaron que se necesitaba una inversión anual de 114.000 millones de dólares de 2015 a 2030 para alcanzar un objetivo clave: el agua potable universal. (También puede leer: Gobierno no tiene posición tomada frente a obras de la Armada en Gorgona: Minambiente)
Por eso, el estudio, que se basó en una amplia revisión de investigaciones previas, así como en el análisis de datos de más de 109 países del mundo (incluido Colombia), calificó el panorama actual como “un caso global de injusticia social extrema, por el que miles de millones de personas en todo el mundo no tienen acceso a servicios de agua fiables, mientras que otros disfrutan del lujo del agua”.
Agua embotellada, ¿una necesidad o un lujo?
Una de las inquietudes que tuvieron los autores del estudio era: ¿por qué la gente compra tanta agua embotellada? Para responder a esta pregunta, revisaron distintas encuestas elaboradas en distintos países del mundo.
Lo que encontraron fue que, mientras en el Norte Global el agua en botella se percibe como un producto “más sano y sabroso que el agua del grifo”, es decir, más un bien de lujo que una necesidad, en el Sur Global las ventas están motivadas por “la falta o ausencia de suministros públicos de aguas fiables”.
En este segundo grupo de países, de ingresos medios y bajos, resalta la investigación, “el consumo de agua embotellada está vinculado a la mala calidad del agua del grifo (...) problemas a menudo causados por la corrupción y la crónica falta de inversión en infraestructuras de agua corriente”. (Puede interesarle: Consumir este pez invasor podría beneficiar los ríos de Estados Unidos)
Para Zeineb Bouhlel, autora principal del estudio, las empresas de bebidas han sabido explotar esta desconfianza en el agua del grifo, incluso en los países donde el agua corriente es o puede ser de buena calidad. “Es probable que restaurar la confianza del público en el agua del grifo requiera importantes esfuerzos de marketing y promoción”, apuntó la investigadora de la Universidad de las Naciones Unidas, con sede en Hamilton, Canadá.
Sin embargo, pese a la percepción que se tiene tanto en el Norte como en el Sur Global, el análisis elaborado por los investigadores encontró que, en la gran mayoría, el agua embotellada no es “necesariamente segura”. Para determinarlo, el estudio analizó los datos de la calidad del agua en botella de más de 40 países.
Saltándonos muchos detalles, como las diferencias entre el origen del agua, los procesos de tratamiento utilizados y las condiciones de almacenamiento, el informe concluyó que “la composición mineral del agua embotellada puede variar significativamente entre distintas marcas, dentro de la misma marca en distintos países, e incluso entre distintas botellas del mismo lote”.
Por eso, para Bouhlel, “esta revisión constituye una prueba contundente contra la percepción engañosa de que el agua embotellada es una fuente de agua potable incuestionablemente segura”. Esto, agrega Vladimir Smakhtin, otro de los autores de la investigación, se puede deber a que las embotelladoras de agua suelen estar sometidas a menos controles que las empresas públicas de suministro de agua. (Puede leer: Los umbrales de “contaminantes eternos” que EE. UU. limitará en el agua)
Es por eso que para Smakhtin, quien hasta hace poco se desempeñó como director del Instituto de Agua, Medio Ambiente y Salud de la Universidad de la ONU, ahora más que antes es necesario reforzar la legislación que regula a esta industria y sus normas de calidad del agua, en particular.
¿Y los impactos en el medio ambiente?
Uno de los últimos aspectos que quiso abordar el informe, tiene que ver con los impactos ambientales de una industria que vende un millón de botellas de agua en el mundo cada minuto que pasa. Sin embargo, los autores se encontraron con una barrera: existen muy pocos datos disponibles sobre los volúmenes de agua extraídos. Esto, según afirman, se debe a la falta de transparencia de las empresas.
Pese a esto, el documento logró extraer algunas cifras que darían cuenta del impacto que genera esta industria. Por ejemplo, en EE. UU., Nestlé extrae diariamente 3 millones de litros de agua de Florida Springs. En Francia, Danone saca 10 millones de litros diarios de Evian-les-Bains, en los Alpes franceses. Mientras tanto, Hangzhou Wahaha, en China, extrae de los manantiales de las montañas Changbai hasta 12 millones de litros diarios. (Le puede interesar: Hay más de 170 billones de partículas de plástico en los océanos)
Pero ahí no acaba el asunto, advierte el trabajo. Según algunas estimaciones revisadas por los investigadores, la industria de agua embotellada habría producido 600.000 millones de botellas y envases plásticos en 2021. Dicho de otra forma, unos 25 millones de toneladas de residuos de PET o el equivalente al peso de 625.000 camiones de 40 toneladas, “suficiente para formar una línea de parachoques desde Nueva York hasta Bangkok”.
La última pregunta que querían resolver los cuatro autores del trabajo era, ¿entonces qué hacer con la industria del agua embotellada? Además de reforzar la regulación al respecto, como sugirió Smakhtin, los investigadores hacen un llamado para que las empresas del sector se unan a la iniciativa Inversores Mundiales para el Desarrollo Sostenible (GISD, por sus siglas en inglés) que busca que la empresa privada aporte los 4.3 billones de dólares anuales que hacen falta para financiar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.