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Aunque se sabe que los animales utilizan mecanismos acústicos y otros de comportamiento para compensar el aumento del ruido, la comprensión humana de cómo el ruido afecta a los animales sociales que trabajan juntos sigue siendo limitada. Un grupo de investigadores internacional acaba de publicar un intento por llenar esos vacíos. Estudiaron el efecto del ruido en la coordinación entre dos delfines nariz de botella.
Los delfines nariz de botella son sociales y bien conocidos por su coordinación conductual y acústica, comportamiento de alianza cooperativa. Para medir el impacto del ruido, se requirió que los delfines realizaran una tarea: fueron liberados desde un punto de partida y debían trabajar juntos para presionar su propio botón submarino colocado en cada extremo de una laguna con un segundo de diferencia.
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Para dificultar la tarea, en el punto de partido uno de los delfines fue retenido entre cinco y 10 segundos, de esta manera los investigadores obligaban a los animales a comunicarse entre ellos para coordinar la pulsación del botón. Se pidió a la pareja de delfines que realizara la tarea en condiciones de ruido ambiental (control) y expuestos a uno de los cuatro tratamientos de ruido que el equipo simuló. Se realizaron un total de 200 ensayos, 40 ensayos para cada uno de los cuatro tratamientos y el control, con la díada de delfines.
Los científicos demostraron que la pareja de delfines puede usar silbidos para coordinar su comportamiento, trabajando juntos con extrema precisión. Al equipar a cada delfín con una etiqueta de grabación de sonido y movimiento y exponiéndolos a niveles crecientes de ruido humano, descubrieron que ambos delfines casi duplicaron la duración de sus silbidos y aumentaron la amplitud en respuesta al aumento del ruido.
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Aun así, el aumento de sus silbidos fue insuficiente para superar el efecto del ruido en la coordinación del comportamiento: el éxito de su tarea cooperativa disminuyó en presencia de ruido, pasando del 85 % durante las pruebas con ruido ambiental al 62,5 % durante la exposición más alta al ruido. Se trata del primer estudio que demuestra en cualquier especie no humana que el ruido afecta la comunicación y coordinación.
En todas las pruebas, la pareja de delfines produjo 251 silbidos identificados como silbidos distintivos (señales de identidad individual) o tipos de silbato sin firma. Hay evidencia de que las ballenas jorobadas macho aumentan la duración del canto cuando se exponen a reproducciones de sonar activo de baja frecuencia, y que las orcas aumentan la duración del canto en presencia del ruido de los barcos.
Lo que hicieron los delfines ante el ruido se asemeja a comportamientos humanos frente a escenarios similares. Las personas pueden intentar compensar el aumento de la perturbación del ruido modificando la amplitud, frecuencia, duración o redundancia de sus llamadas. El estudio proporciona evidencia nueva y convincente de que el ruido puede tener consecuencias significativas en el comportamiento cooperativo.
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Este tipo de investigación sería muy difícil de replicar en la naturaleza, donde normalmente no se tiene una comprensión controlada de la cooperación o lo que los animales intentan lograr. Sin embargo, dado que el comportamiento cooperativo prevalece en muchas sociedades animales, y que se sabe que el ruido antropogénico afecta a una variedad de taxones, los investigadores creen que existe la necesidad de tener en cuenta el impacto de la perturbación del ruido en las tareas colectivas de animales salvajes.