Los impactos ambientales de una minería poco conocida: la de arena
Hay un tipo de minería que cada vez toma más protagonismo: la de arena. Este material ha llamado la atención por sus propiedades y se usa con frecuencia en la construcción, pero su extracción provoca serios problemas ambientales. En un artículo publicado en la revista “Science”, investigadores colombianos afirman que esta actividad altera el suministro natural de sedimentos a las costas, afectando ecosistemas como playas y dunas.
Paula Casas Mogollón
Si le preguntan cuáles son las actividades de minería más comunes, seguramente su respuesta será carbón u oro. Pero hay un tipo de minería que cada vez cobra mayor relevancia y llamó la atención de un grupo de científicos de la Universidad del Atlántico (Colombia) y las universidades de Duke y Grand Valley State (Estados Unidos). Se trata de la minería de arena en playas y dunas, la cual representa uno de los mayores volúmenes de extracción de materiales sólidos a escala mundial. En un artículo publicado en la revista Science, los científicos construyen un panorama general de esta actividad y sus efectos ambientales. (Lea: La Anla le responde a Celsia y niega retrasos en los proyectos eólicos de La Guajira)
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Si le preguntan cuáles son las actividades de minería más comunes, seguramente su respuesta será carbón u oro. Pero hay un tipo de minería que cada vez cobra mayor relevancia y llamó la atención de un grupo de científicos de la Universidad del Atlántico (Colombia) y las universidades de Duke y Grand Valley State (Estados Unidos). Se trata de la minería de arena en playas y dunas, la cual representa uno de los mayores volúmenes de extracción de materiales sólidos a escala mundial. En un artículo publicado en la revista Science, los científicos construyen un panorama general de esta actividad y sus efectos ambientales. (Lea: La Anla le responde a Celsia y niega retrasos en los proyectos eólicos de La Guajira)
Cuando se habla de minería de arena, explica Nelson Rangel-Buitrago, geólogo y docente de la Universidad del Atlántico, se alude a la extracción de estos materiales del sistema costero. Algo que, en muchos países, no está regulado. Los primeros registros que se tienen de esta actividad en el mundo son de una expedición en 1995 en la costa norte de Puerto Rico. Se estima que cada año se extraen entre 40 y 50.000 millones de toneladas de arena para diversos productos, como los chips de nuestros dispositivos móviles (basados en arena de sílice).
Pero ¿por qué la arena se ha convertido en un material para explotar e incluso en algunos países se ha generado una mafia alrededor de ella? La respuesta, cuenta Rangel-Buitrago, se debe a sus propiedades. Por ejemplo, “es rica en minerales pesados, como ilmenita y circón, y se extraen principalmente para la producción de metales”. En cuanto a las arenas agregadas o costeras, son esenciales en la construcción, por contener una mezcla de gránulos de distintos tamaños. Casi el 85 % de toda la arena extraída a escala mundial se destina a esta actividad.
Los investigadores muestran en su artículo un panorama inquietante de la extracción de arena: las arenas usadas con el fin de extraer minerales representan cerca del 5 % del volumen total de arena utilizado en el mundo, mientras que las arenas agregadas o costeras son aproximadamente el 40 % del volumen total de arena utilizado. La mayoría de esta arena se ha empleado para construir carreteras, casas o edificios en el mundo. (Puede leer: La glacióloga detrás de la última expedición de NatGeo a Groenlandia)
El problema radica en que la extracción de arena en muchos países es ilegal. Un caso que describen los investigadores en el libro Vanishing Sands, del que también es autor Rangel-Buitrago, es el de Singapur. Desde su independencia de Malasia, en 1965, ha buscado la manera de expandir su territorio, construyendo superficie en el agua. Para ello ha recurrido a la importación de arena de los países vecinos.
Gran parte de la arena que ha usado Singapur fue sacada de forma ilegal de Malasia. Aunque inicialmente en este país se prohibió la exportación de arena, sobre todo para preservar el ambiente, las cifras y las noticias muestran otra realidad. Reportes de Singapur señalan que invirtieron cerca de US$2.000 millones en arena, piedra y grava importadas de Malasia entre 2007 y 2016. Eso sin contar el arresto a funcionarios públicos acusados de aceptar sobornos y favores sexuales para facilitar el contrabando de arena y los setecientos camiones cargados de arena que cruzan a diario entre ambas naciones, según datos oficiales.
En este punto quizá tenga esta duda: ¿por qué no se usa para la construcción la abundante arena del desierto y el fondo del mar en vez de extraerla de los ríos, las lagunas costeras, las dunas o las playas? La principal razón es porque la textura de la arena del desierto es redondeada, debido al desgaste producido por el aire, lo que hace que sus granos sean muy homogéneos y no se mezclen bien al hacer el concreto; en cuanto a la arena del fondo de mar, tiene mucha sal. Por eso, dicen los investigadores, tampoco es apta para elaborar hormigón o cemento.
Según Rangel-Buitrago, la tasa actual de extracción de arena costera supera la tasa de reposición natural, lo que hace que esta actividad sea insostenible. En otras palabras, la extracción de arena en las zonas costeras está ocurriendo a un ritmo más rápido de lo que la naturaleza puede reponerla, lo que puede tener consecuencias negativas para la estabilidad y la salud de esos entornos. “Esto ha provocado que la avalancha minera mire hacia las playas y dunas, generando graves problemas ambientales, como la destrucción de ecosistemas”, asegura.
La extracción interrumpe el ciclo de la arena, que los investigadores resumen así: el ciclo comienza con la formación de la arena a partir de rocas. A través de la erosión y el transporte sedimentario, fragmentos de roca se convierten en arena, la cual es depositada en diversos ambientes, tanto terrestres como acuáticos. Cuando esta arena es extraída sin ningún tipo de control, genera una irreversible degradación del ambiente, alterando el suministro natural de sedimentos a las costas y afectando ecosistemas como playas y dunas. Finalmente, es transportada, dejando en ese proceso una huella ambiental que incluye, entre otros efectos negativos, emisiones de carbono. (Puede leer: La historia de cómo descubrieron cinco nuevas especies de víboras en Colombia)
Luego de todo este proceso, la arena se convierte en una materia prima para la construcción. La ONU advierte que la demanda mundial de arena ha provocado además otros efectos colaterales graves como contaminación, inundaciones, agotamiento de los acuíferos, subsidencia (hundimiento progresivo de la superficie del terreno) e incluso esta actividad es una de las principales responsables de la erosión costera y de la pérdida de protección de las costas a los eventos extremos de oleaje e inundaciones.
Uno de los ejemplos que dan los investigadores para entender el impacto negativo de la extracción de la arena es el de Puerto Rico y el huracán María, que pasó por la isla caribeña en septiembre de 2017. En esa época, determinaron que gran parte del daño costero se intensificó por la ausencia del efecto protector de las dunas, por eso, el agua arrasó aquellas zonas que alguna vez estuvieron protegidas por estas.
También, dice Rangel-Buitrago, la minería de arena puede ser una amenaza para la existencia de especies de plantas. En Chile, por ejemplo, esta actividad es legal y, dicen los investigadores, tiene en peligro crítico de extinción a la hierba de El Tabo (Astragalus trifoliatus), planta dunar endémica que se encuentra en Las Cruces, en Valparaíso. Otra especie en peligro de extinción por esta actividad es el cocodrilo de la India, pues, con la extracción de arena, han destruido sus sitios de anidación.
¿Y la minería de arena en Colombia?
Como en la mayoría de los países de Suramérica, Colombia no tiene leyes específicas para la extracción de arena. Tampoco exige procesos para monitorear, mitigar y reparar los efectos adversos de esta actividad. En el Pacífico colombiano, cuenta Rangel-Buitrago, encontraron que en el Santuario de Fauna y Flora Acandí, Playón y Playona, declarado en 2013, se han presentado casos de extracción.
“Para los lugareños, el símbolo del problema es la retroexcavadora y la pena por interponerse en el camino de estas es la violencia e incluso amenazas de muerte. Un pescador nos dijo que atravesaban y destruían todo a su paso, incluidos los nidos de las tortugas”, reseñan en el libro los investigadores.
Además, añade Rangel-Buitrago, conocieron el caso de un hombre que llenaba una carreta con arena de la playa. Sucedió en el Pacífico y. según comentó, la iba a usar para hacer bloques de concreto ornamentales. Asimismo, explicó que como la marea estaba alta, los huecos que iba a provocar se iban a llenar a diario. “Para él no hubo pérdida neta de arena”, anotaron los investigadores.
En Colombia, la minería no solo habría llegado a las playas, sino también a los ríos. “La extracción de arena en los ríos reduce la cantidad de arena que entrega a la costa, generando un agotamiento de las playas”, complementa el docente de geología costera. El proceso es sencillo: cuando se extrae arena de los ríos, disminuye la cantidad de arena que normalmente fluiría hacia la costa, provocando un agotamiento de las playas. Este proceso interrumpe el suministro natural de sedimentos a las áreas costeras, afectando negativamente la salud de las playas.
Un ejemplo de esto es el delta del río Magdalena, que ha sido un depósito de arena para la costa Caribe, pero ahora “el suministro que llega a la costa no es suficiente para compensar las pérdidas de sedimentos debido a la erosión costera”. (Lea también: “La financiación de la COP16 está garantizada por el Gobierno”: ministra de Ambiente)
Esta extracción ha provocado una falta de arena disponible para reponer en todas las playas del mundo, por eso, los investigadores hacen un llamado a comprender que este no es un recurso ilimitado, como parece, y además no es renovable. Es decir, no se puede reemplazar y su pérdida tendrá enormes efectos para la vida como la conocemos.
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