Los microplásticos llegaron a las playas del Caribe
Una reciente investigación determinó que en 23 playas del Atlántico la presencia de estas partículas es elevada. Aunque la problemática es diferente en cada una de ellas, los investigadores hacen énfasis en que el origen de la contaminación es compartido: el río Magdalena.
César Giraldo Zuluaga
En los últimos años, las noticias sobre la presencia de microplásticos en el planeta, incluso en los lugares más remotos, se han disparado. Ahora sabemos que estos trozos de plástico de menos de cinco milímetros se encuentran desde la cima del Everest hasta las zonas más profundas de los océanos, pasando, por ejemplo, por el fondo del río Orinoco. De hecho, estudios recientes también han detectado estas partículas en la sangre de algunas personas. (Puede leer: Ciencia ciudadana: un camino para que todos ayudemos a salvar a los corales)
En Colombia, aunque es un campo de estudio emergente, cada vez se conoce más sobre la afectación de estos microplásticos en los distintos ecosistemas y han sido calificados como una “amenaza potencial para la vida acuática”, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos.
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En los últimos años, las noticias sobre la presencia de microplásticos en el planeta, incluso en los lugares más remotos, se han disparado. Ahora sabemos que estos trozos de plástico de menos de cinco milímetros se encuentran desde la cima del Everest hasta las zonas más profundas de los océanos, pasando, por ejemplo, por el fondo del río Orinoco. De hecho, estudios recientes también han detectado estas partículas en la sangre de algunas personas. (Puede leer: Ciencia ciudadana: un camino para que todos ayudemos a salvar a los corales)
En Colombia, aunque es un campo de estudio emergente, cada vez se conoce más sobre la afectación de estos microplásticos en los distintos ecosistemas y han sido calificados como una “amenaza potencial para la vida acuática”, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos.
Un reciente estudio, publicado hace algunas semanas en la revista académica Marine Pollution Bulletin, estimó, por primera vez, la problemática de los microplásticos en 23 playas del departamento del Atlántico.
“Lo primero que hicimos –recuerda Nelson Rangel, geólogo, PhD en Ciencias del Mar y uno de los autores del estudio– fue tomar las muestras de arena en cada una de las 23 playas y luego las llevamos al laboratorio”. Allí, tras un proceso que involucra el secado y tamizado de la muestra, así como la aplicación de un líquido para separar los diminutos fragmentos, se puede empezar a cuantificar la cantidad de microplásticos. (Le puede interesar: ¿Podría vivir un mes sin agua? A la mitad de la población mundial ya le toca hacerlo)
Luego de este proceso, explica Rangel, quien es profesor de geología en la Universidad del Atlántico, pudieron estimar la densidad del microplástico en las 23 playas que analizaron. Básicamente, dice, es la cantidad de partículas de microplástico por cada kilo de muestra.
La densidad promedio, comenta Rangel, es de 1.109 microplásticos por kilo. Sin embargo, advierte de inmediato, la problemática no es igual en todas las playas del Atlántico. Por ejemplo, en Salinas de Galerazamba, en el sur del departamento, se obtuvo la densidad más alta, con 2.457 microplásticos por kilo, más del doble del promedio departamental. En el otro extremo están playas como Puerto Velero, Playa Linda o Santa Verónica, que arrojaron densidades de 657 microplásticos por kilo o menos.
A pesar de estas diferencias, reconoce Rangel, el problema con esas partículas en la región es complejo. Tras aplicar el Índice de Contaminación por Microplástico (MPPI, por sus siglas en inglés), una ecuación que permite determinar el estado de afectación de las playas por los diminutos fragmentos de plástico, encontraron que, de las 23 playas analizadas, ocho están en categoría “moderada”, diez más en “alta” y cinco en “muy alta”. Ninguna está en “muy baja” o “baja”. (También puede leer: Video: avistan una ballena mientras hace una “parada de cabeza”)
Si bien Rangel y sus colegas no pueden afirmar con total seguridad las razones por las cuales se presenta la diferencia de densidades de microplásticos tan amplia entre las distintas playas, sí tienen varias hipótesis. La primera de ellas, apunta el geólogo, es que “no es lo mismo estudiar estas partículas en un resort, donde están limpiando la playa constantemente, a estudiarlas en un sitio remoto, donde llega la basura y nadie la recoge”.
Para los investigadores, también es necesario tener en cuenta las características fisiográficas del terreno. En otras palabras, qué tan expuestas están las playas a las corrientes del mar. “Galerazamba y Bocatocinos son zonas sumamente expuestas y están plagadas de basura. Tienen características que favorecen que los desechos se acumulen más”.
A pesar de que la magnitud del problema es diferente en cada una de las playas analizadas, los científicos pudieron identificar al menos dos aspectos que parecen ser comunes en todas ellas: el tipo de microplástico que se encuentra y de dónde proviene esa contaminación. (Puede leer: La primera mujer al frente del buque “Isla Albuquerque” de la Dirección Marítima)
“Hay dos grandes tipos de microplásticos”, explica Rangel. El primario proviene de algún tipo de fuente y llega a la playa como microplástico. El secundario, por otra parte, es el que se forma en la playa. “Como hay varias playas contaminadas por plástico, este empieza a fragmentarse y los pequeños fragmentos se acumulan”.
En este caso, escriben los investigadores en el documento, es muy claro que la mayor contaminación por microplásticos en las playas del Atlántico corresponde al primer tipo. El profesor Rangel es más directo: “Tenemos claro que la gran mayoría de esta contaminación, alrededor de un 75 al 80 %, está llegando a la costa por una fuente fluvial. Si se quiere poner un responsable directo del problema, es el río Magdalena”.
De acuerdo con investigaciones previas, el Magdalena, el río más importante del país y que desemboca al norte del departamento del Atlántico, expulsa más de 2.000 toneladas de microplásticos al año. Un gran porcentaje de esa contaminación termina en las 23 playas analizadas por los científicos. (Puede interesarle: Así liberaron una ballena que se había enredado en una malla en Bahía Solano)
Sin embargo, aclaran los investigadores, otros 36 pequeños ríos de la región que desembocan en cercanías de estas playas también son responsables del problema. “Según datos de Ocean Clean-up (2020), los 36 pequeños ríos de estas dos pequeñas cuencas aportan 13 toneladas/año de microplásticos a las aguas del mar Caribe”, señalan en el documento.
Para Rangel, así como para sus colegas, conocer las fuentes de la contaminación que termina asentada en las playas del Caribe colombiano sirven para entender que este es un problema que “nos corresponde a todos, porque si bien se manifiesta en el Atlántico, se origina en regiones tan distantes como Huila, Tolima y Bogotá”.