Moeügchi, el manatí amazónico que fue liberado tras seis años en rehabilitación
Luego de un proceso novedoso y pionero en la Amazonia colombiana, este animal regresó a su hábitat natural donde podrá desarrollarse en libertad.
Hace casi seis años, en octubre de 2017, un grupo de pescadores de cercanías de la comunidad de la Ronda, en la ribera del río Amazonas, se encontró con un pequeño manatí (Trichechus inunguis) huérfano. Los pescadores rescataron al animal y lo entregaron a la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia (Corpoamazonia), la autoridad ambiental de la región. (Puede leer: Minambiente anuncia el inicio oficial de temporada de ciclones tropicales)
Los biólogos y veterinarios de la entidad evaluaron al animal que pesaba 10 kilos y tenía 4 meses de edad. Los resultados de los análisis indicaban que el manatí amazónico, a quien nombraron Moeügchi, que en lengua tikuna significa gracias, presentaba deshidratación marcada, lesiones severas, signos de desnutrición, diarrea, entre otros síntomas que requerían de atención urgente.
Tras una estabilización inicial, Corpoamazonia entregó a Moeügchi al Bioparque Ikozoa donde el manatí inició su proceso de rehabilitación. Allí lo alimentaron con leche especial sin lactosa, considerando que todavía se encontraba en periodo de amamantamiento y lo monitorearon constantemente para observar su crecimiento y evolución. (Le puede interesar: ¿Cómo estudiamos a las ballenas si apenas las vemos cuando emergen a la superficie?)
Luego de unos años, el manatí amazónico fue llevado a la estación biológica de la Fundación Omacha, en el municipio de Puerto Nariño, Amazonas. Desde su llegada en mayo de 2021, la rehabilitación del animal estuvo enfocada en una piscina. “Durante esta etapa, comenzó su adaptación a una dieta de plantas acuáticas como: guamo, gramalote, buchón, lirio acuático, entre otros; las cuales son la base de alimentación de los manatíes”, explica la organización.
Tras un año en la estación de la Fundación Omacha, a Moeügchi lo trasladaron a un estanque en tierra, donde se buscaba contribuir a la transición del manatí al medio natural. La última etapa del proceso de rehabilitación comenzó hace algunos días. (También puede leer: Buscan rescatar la ciénaga más importante de Barranquilla, pero planes no convencen)
El 3 de mayo, un equipo interdisciplinar de la Fundación Omacha y Corpoamazonia le realizaron un examen clínico al manatí. “No se observó ninguna anormalidad y se evidenció una buena condición corporal, alcanzando 190 cm de longitud y 135 kilogramos de peso. Adicionalmente, en el monitoreo comportamental se registró la disminución del interés de mantener contacto con humanos”, explicó María Jimena Valderrama, médica veterinaria de la Fundación.
Ante estos resultados, el equipo decidió que Moeügchi estaba listo para regresar a su hábitat y continuar con su vida en libertad. El lugar elegido para esta última parte del proceso fueron los lagos de Tarapoto, un humedal Ramsar ubicado en Puerto Nariño. Moeügchi fue liberado el viernes 12 de mayo y llevará un transmisor para que los biólogos puedan conocer su ubicación y monitorear cómo se está adaptando al hábitat. (Le puede interesar: Salvando al caimán del Orinoco, el mayor depredador de los ríos de Sudamérica)
Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha, señaló que “los procesos de rehabilitación de fauna silvestre requieren mucho tiempo, y son muy costosos económicamente. Estos procesos con fauna acuática son aún más complejos, requieren infraestructura y logística que casi no existe en el país. Además, durante la rehabilitación de Moeügchi tuvimos que enfrentar las adversidades generadas por la pandemia del covid-19. No deberíamos estar rehabilitando animales silvestres, ellos deberían vivir en sus hábitats”.
De acuerdo con Corpoamazonia, estos mamíferos desempeñan funciones fundamentales en los ecosistemas que habitan, como la “regulación de los ciclos de nutrientes, mantienen la profundidad de los cuerpos de agua, evitan la sedimentación y aportan al mantenimiento de la calidad de los ríos al controlar la proliferación de plantas acuáticas”. Por estas razones, son consideradas especies “sombrilla”. (Puede interesarle: Sin el cambio climático el Cuerno de África no estaría pasando por su peor sequía)
Sin embargo, advierten las autoridades, los manatíes enfrentan distintas amenazas como la caza para consumo y la comercialización de las crías. Esto ha llevado a que sean categorizadas como Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y En Peligro, por el Ministerio de Ambiente.
Por esto, dijo Luis Alexander Mejía, director de Corpoamazonia, “es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos fines”.
Hace casi seis años, en octubre de 2017, un grupo de pescadores de cercanías de la comunidad de la Ronda, en la ribera del río Amazonas, se encontró con un pequeño manatí (Trichechus inunguis) huérfano. Los pescadores rescataron al animal y lo entregaron a la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia (Corpoamazonia), la autoridad ambiental de la región. (Puede leer: Minambiente anuncia el inicio oficial de temporada de ciclones tropicales)
Los biólogos y veterinarios de la entidad evaluaron al animal que pesaba 10 kilos y tenía 4 meses de edad. Los resultados de los análisis indicaban que el manatí amazónico, a quien nombraron Moeügchi, que en lengua tikuna significa gracias, presentaba deshidratación marcada, lesiones severas, signos de desnutrición, diarrea, entre otros síntomas que requerían de atención urgente.
Tras una estabilización inicial, Corpoamazonia entregó a Moeügchi al Bioparque Ikozoa donde el manatí inició su proceso de rehabilitación. Allí lo alimentaron con leche especial sin lactosa, considerando que todavía se encontraba en periodo de amamantamiento y lo monitorearon constantemente para observar su crecimiento y evolución. (Le puede interesar: ¿Cómo estudiamos a las ballenas si apenas las vemos cuando emergen a la superficie?)
Luego de unos años, el manatí amazónico fue llevado a la estación biológica de la Fundación Omacha, en el municipio de Puerto Nariño, Amazonas. Desde su llegada en mayo de 2021, la rehabilitación del animal estuvo enfocada en una piscina. “Durante esta etapa, comenzó su adaptación a una dieta de plantas acuáticas como: guamo, gramalote, buchón, lirio acuático, entre otros; las cuales son la base de alimentación de los manatíes”, explica la organización.
Tras un año en la estación de la Fundación Omacha, a Moeügchi lo trasladaron a un estanque en tierra, donde se buscaba contribuir a la transición del manatí al medio natural. La última etapa del proceso de rehabilitación comenzó hace algunos días. (También puede leer: Buscan rescatar la ciénaga más importante de Barranquilla, pero planes no convencen)
El 3 de mayo, un equipo interdisciplinar de la Fundación Omacha y Corpoamazonia le realizaron un examen clínico al manatí. “No se observó ninguna anormalidad y se evidenció una buena condición corporal, alcanzando 190 cm de longitud y 135 kilogramos de peso. Adicionalmente, en el monitoreo comportamental se registró la disminución del interés de mantener contacto con humanos”, explicó María Jimena Valderrama, médica veterinaria de la Fundación.
Ante estos resultados, el equipo decidió que Moeügchi estaba listo para regresar a su hábitat y continuar con su vida en libertad. El lugar elegido para esta última parte del proceso fueron los lagos de Tarapoto, un humedal Ramsar ubicado en Puerto Nariño. Moeügchi fue liberado el viernes 12 de mayo y llevará un transmisor para que los biólogos puedan conocer su ubicación y monitorear cómo se está adaptando al hábitat. (Le puede interesar: Salvando al caimán del Orinoco, el mayor depredador de los ríos de Sudamérica)
Fernando Trujillo, director científico de la Fundación Omacha, señaló que “los procesos de rehabilitación de fauna silvestre requieren mucho tiempo, y son muy costosos económicamente. Estos procesos con fauna acuática son aún más complejos, requieren infraestructura y logística que casi no existe en el país. Además, durante la rehabilitación de Moeügchi tuvimos que enfrentar las adversidades generadas por la pandemia del covid-19. No deberíamos estar rehabilitando animales silvestres, ellos deberían vivir en sus hábitats”.
De acuerdo con Corpoamazonia, estos mamíferos desempeñan funciones fundamentales en los ecosistemas que habitan, como la “regulación de los ciclos de nutrientes, mantienen la profundidad de los cuerpos de agua, evitan la sedimentación y aportan al mantenimiento de la calidad de los ríos al controlar la proliferación de plantas acuáticas”. Por estas razones, son consideradas especies “sombrilla”. (Puede interesarle: Sin el cambio climático el Cuerno de África no estaría pasando por su peor sequía)
Sin embargo, advierten las autoridades, los manatíes enfrentan distintas amenazas como la caza para consumo y la comercialización de las crías. Esto ha llevado a que sean categorizadas como Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y En Peligro, por el Ministerio de Ambiente.
Por esto, dijo Luis Alexander Mejía, director de Corpoamazonia, “es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos fines”.