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Un grupo de más de 100 investigadores de diversas universidades, organizaciones y comunidades pesqueras de todo el país advirtieron sobre las graves consecuencias que ha tenido en Colombia la introducción ilegal del pez basa (Pangasianodon hypophthalmus), la cual se dio hace aproximadamente 15 años y del que hoy el país produce 20 mil toneladas (ilegales).
Lo primero que señalan en el comunicado es que, a sus ojos, es bastante preocupante “las presiones que el sector piscicultor está ejerciendo sobre la institucionalidad colombiana para legalizar el cultivo de pez basa en Colombia, una especie originaria de Asia”.
Luego, resaltan la producción acuícola de esta especie, que es exótica y tiene potencial invasor, es ilegal en Colombia. Esto, añaden, es porque no cuentan “con las licencias ambientales requeridas para la introducción y aprovechamiento”.
Entre quienes firman se encuentran Ada Acevedo-Alonso, del Grupo de Especialistas para la Supervivencia de las Especies de la UICN en Crustáceos de Agua Dulce; Adriana Janneth Espinosa Ramírez, del Grupo de Investigación Unidad de Ecología en Sistemas Acuáticos de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia; Alejandro Zuluaga Gómez, de la Universidad Federal de Pará y de la Red de investigadores en Ecohidrología y Ecohidráulica de la Fundación Café del Río; Camilo Andrés Roa-Fuentes, de la Asociación Colombiana de Ictiólogos; Carlos Rodríguez, de Tropenbos Colombia; y Dimitri Forero, del Instituto de Ciencias Naturales, de la Universidad Nacional de Colombia (al final del artículo puede ver todas la firmas).
Los investigadores, además, explican que por sus hábitos alimenticios y su dieta, esta especie es considerada como un depredador tope en los sistemas acuáticos donde habita. Por ejemplo, dicen, “en la cuenca del río Magdalena compite por alimentos, con algunas especies de peces nativas y en condición de amenaza como el bagre rayado (Pseudoplatystoma magdaleniatum), los bagres sapos (Pseudopimelodus schultzi y P. atricaudus) y la doncella (Ageneiosus pardalis)”.
Otra de las consecuencias que advierten los investigadores es que esta especie pueda llegar a alimentarse de otras que son nativas y que, además, son clave para las pesquerías, como el bocachico (Prochilodus magdalenae).
También resaltan que es inquietante la facilidad que tiene el pez basa para adaptarse a nuevos ambientes y su potencial reproductivo. Por eso, advierten, su “amplia distribución en los diferentes ecosistemas naturales, y considerando su rol ecológico oportunista y omnívoro, en el corto plazo podría afectar la biodiversidad de peces nativa, afectando principalmente a las especies endémicas y en condición de amenaza”.
Además, los investigadores advierten que este pez podía contener una serie de patógenos entre virus, bacterias, fungi, platelmintos y nemátodos, lo que podría poner en riesgo las especies de peces nativas, además de la producción nacional de tilapia y su exportación a mercados internacionales.
“En la actualidad, se reportan 3.512 registros de capturas de individuos de pez basa realizadas por pescadores e investigadores en las cuencas de los ríos Magdalena – Cauca y Sinú (...) Adicionalmente, se ha reportado producción ilegal del pez basa en al menos 12 departamentos de las regiones Andina (Huila, Tolima, Boyacá, Caldas, Antioquia y Santander), Caribe (Cesar, Atlántico y Córdoba), Amazónica (Caquetá y Putumayo), y Orinoquia (Meta)”, se lee en el comunicado.
Los investigadores finalizan su advertencia invitando a las diversas instituciones del país a participar en un diálogo social y científico, con el objetivo de construir una ruta normativa y las acciones pertinentes que permitan atender esta problemática.
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