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La conservación de los pastos marinos es fundamental para mitigar el cambio climático debido a las grandes reservas de carbono que tienen en el fondo del mar. Esos hábitats juegan un papel fundamental en el apoyo a la productividad biológica, el secuestro de carbono, la biodiversidad oceánica y los recursos pesqueros.
Pese a su importancia crítica a nivel mundial para gestionar las emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, salvaguardar las especies amenazadas y los recursos marinos que sustentan los hábitats de pastos marinos; proteger estos ecosistemas se ha convertido en un reto para los científicos por las grandes incertidumbres sobre su extensión y distribución.
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Esta situación se debe principalmente a que estas áreas están mal mapeadas en muchas regiones, de modo que la incertidumbre actual que rodea las estimaciones de la extensión global de pastos marinos varía 10 veces.
Teniendo en cuenta este panorama, un grupo de investigadores puso sensores de geolocalización y cámaras de 360 grados en tiburones tigre con el fin de monitorear un hábitat de pastos marinos con una extensión entre los 66.000 km2 y hasta 92.000km2, ubicado en los bancos de las Bahamas.
“Aprovechamos las evaluaciones del fondo marino y los datos de movimiento obtenidos de los tiburones tigre equipados con instrumentos, que tienen una gran fidelidad a los ecosistemas de pastos marinos, para aumentar y validar aún más las predicciones”, explica la investigación.
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Además de ayudar al monitoreo de las praderas, los tiburones tigre ayudan a mantener saludables estos ecosistemas al depredar a especies herbívoras como tortugas marinas, dugongos, manatíes y otras, que al alimentarse de estos pastos podrían provocan su disminución. Asimismo, dedican el 72% de su tiempo a patrullar por estos lechos marinos y nadan unos 70 kilómetros diarios.
Este método se suma a las 2.542 encuestas a buzos, que según Carlos M. Duarte, coautor de la investigación, “solo cubren un 5% del área, así que habría sido imposible sin los datos que nos aportaron los tiburones”, puntualiza.
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Los tiburones utilizados en la investigación pueden llegar a medir 5,50 metros y pesar más de 570 kilos. Para ubicar las cámaras de 360 grados, deben capturarlos con un cebo, posteriormente son inmovilizados para implantar los sensores, y finalmente se liberan.
“Son animales peligrosos, que causan muertes, y más si se encuentran en peligro o estresados”, comenta Duarte. En total, pusieron 15 dispositivos, ocho de posición, temperatura y otros parámetros, y siete cámaras. La única forma de recuperar los sensores es que estos se liberen al cabo de un tiempo programado, porque es muy complicado volver a capturar a los tiburones. Cuando los dispositivos se sueltan, flotan y emiten una señal de radio, lo que permite su localización.