Un tercio de la comida del mundo depende de los ríos, pero los estamos acabando
Los ríos son fundamentales para alimentar al mundo. De ellos se obtienen y se cultivan peces, se saca el agua para regar los cultivos y cargan con sedimentos fértiles que favorecen las zonas de agricultura. Sin embargo, la sobreepxlotación de los ríos los ha llevado a secarse, contaminarse y a perder el 80% de sus poblaciones de especies en los últimos 50 años.
Con mucha frecuencia ignoramos el papel que tienen los ríos en la alimentación del mundo. Usualmente suelen verse como canales que transportan agua de un lado a otro, como autopistas de navegación o como cloacas donde terminan los desechos de los pueblos, las ciudades, la industria y la agricultura.
Sin embargo, los ríos han sido parte central de la historia de la humanidad y, desde siempre, miles de millones de personas han dependido (y dependen aún) directa o indirectamente de ellos; sobre todo, de su capacidad para producir comida. Actualmente, un tercio de la producción mundial de comida depende de los ríos y, por eso, desde las primeras civilizaciones, los humanos nos hemos asentado a lo largo de estos afluentes y en sus deltas. Además de la pesca de agua dulce, los ríos concentran la mayor parte de la acuicultura del mundo, y fluyen por largos trayectos cargando sedimentos ricos en nutrientes que mantienen las tierras aledañas y los deltas fértiles y altamente productivos. Pero los ríos y su capacidad para producir comida están bajo una amenaza cada vez mayor, y sin ellos no podremos alimentar al mundo. ¿Por qué?
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Con mucha frecuencia ignoramos el papel que tienen los ríos en la alimentación del mundo. Usualmente suelen verse como canales que transportan agua de un lado a otro, como autopistas de navegación o como cloacas donde terminan los desechos de los pueblos, las ciudades, la industria y la agricultura.
Sin embargo, los ríos han sido parte central de la historia de la humanidad y, desde siempre, miles de millones de personas han dependido (y dependen aún) directa o indirectamente de ellos; sobre todo, de su capacidad para producir comida. Actualmente, un tercio de la producción mundial de comida depende de los ríos y, por eso, desde las primeras civilizaciones, los humanos nos hemos asentado a lo largo de estos afluentes y en sus deltas. Además de la pesca de agua dulce, los ríos concentran la mayor parte de la acuicultura del mundo, y fluyen por largos trayectos cargando sedimentos ricos en nutrientes que mantienen las tierras aledañas y los deltas fértiles y altamente productivos. Pero los ríos y su capacidad para producir comida están bajo una amenaza cada vez mayor, y sin ellos no podremos alimentar al mundo. ¿Por qué?
Un informe realizado por el Fondo Internacional Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés) asegura que la seguridad alimentaria del planeta está en riesgo por las crecientes amenazas a los ríos. Para el 2050 el mundo tendría que alimentar a casi 10 mil millones de personas sin acabar con la biodiversidad que nos queda, e intentando ponerle un freno al cambio climático. Sin duda, uno de los desafíos más grandes de nuestro tiempo. (Le puede interesar: Científicos muestran cómo podemos mejorar la conservación del río Magdalena)
Según el documento, esta tarea titánica de incrementar la producción de alimentos con mecanismos que no afecten la naturaleza solo será posible si dejamos de demeritar el rol central de los ríos en el sistema global de comidas. “Los ríos y otros ecosistemas de agua dulce producen 12 millones de toneladas de peces dulceacuícolas capturados en la naturaleza al año”, esta es una cifra equivalente al 19% de las capturas en la pesquería global.
No obstante, gran parte de las capturas de pesquerías de agua dulce no son registradas, por lo que una cifra más cercana a la realidad estaría muy por encima de ese 19%, señalan.
De igual forma, casi la mitad de los peces consumidos en el mundo provienen de la acuIcultura, es decir, de los cultivos de peces. De acuerdo con los datos entregados por WWF, más de dos tercios de los peces de la acuacultura son de agua dulce.
Asimismo, los peces de río proveen cerca del 4% de la oferta de proteína global. Es decir que más del 40% del consumo global de peces se debe a estos ecosistemas dulceacuícolas.
Pero el papel de los ríos en nuestra alimentación no se queda ahí. Los ríos cargan y transportan sedimentos ricos en nutrientes que cuando se acercan al océano y se depositan en las orillas crean unos deltas fértiles, unas de las regiones más productivas para la agricultura en la tierra. Por esa productividad es que actualmente casi 500 millones de personas viven cerca a los deltas de los ríos. Los deltas producen cerca del 4% de la comida mundial en solo el 0.5% del suelo del planeta.
Las amenazas a los ríos y la alimentación
En nuestro tiempo el mundo se enfrenta a tres grandes problemáticas: el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el aumento del hambre. “Lastimosamente, gran parte de la causa de estos tres problemas es nuestro manejo insostenible de los sistemas de alimentos”, señala el informe. Las cifras de la producción y el consumo dan una muestra: aunque actualmente el mundo produce comida para siete mil millones de personas, cerca de mil millones siguen sufriendo de comida insuficiente. (Le puede interesar: Las ciénagas del Bajo Sinú agonizan, y con ellas los pescadores)
“La manera en la que el planeta produce comida está mucho más allá de niveles sostenibles. Nunca mantendremos los límites planetarios a menos que transformemos rápidamente lo que comemos y cómo lo producimos”, insisten.
La agricultura actualmente usa más del 7% del agua con la que cuenta la humanidad, y las consecuencias son evidentes, señalan. Muchos ríos se están secando, otros están inundados de contaminantes y desechos y la biodiversidad de agua dulce se está perdiendo. Solo en los últimos 50 años las poblaciones de especies de agua dulce se han reducido en un 84% en promedio. Un colapso mucho más rápido que el de los ecosistemas terrestres o marinos. (Le recomendamos: Un tercio de los peces de agua dulce del mundo está en vía de extinción)
Asimismo, muchas de las pesquerías más importantes en los ríos están cayendo debido a la sobre pesca y al manejo poco efectivo de las medidas para contenerla. “Esto no solo amenaza los ecosistemas de agua dulce, sino también la seguridad alimentaria a largo plazo”, agrega el documento.
Además, los ríos se enfrentan a otros retos, como la construcción de embalses y represas que promueven la pérdida de conectividad y atrapan el sedimento necesario para mantener los deltas. “Como resultado, estos lugares cruciales para la agricultura en el mundo se encogen y se hunden”, explican. De igual forma, estas represas bloquean el paso de los peces migratorios que suelen ser, en mayor medida, las fuentes más importantes de proteína de los ríos.
El informe también señala que la agricultura es la principal fuente de contaminación de agua en el mundo. El uso excesivo de fertilizantes promueve la sobreproducción de algas en los ecosistemas dulceacuícolas y genera “zonas muertas”, sin oxígeno, que impacta a los ecosistemas acuáticos y a la población de peces.
¿Qué podemos hacer?
Este año, por primera vez, las Naciones Unidas organizó una Cumbre sobre los sistemas alimentarios con el fin de lanzar y analizar acciones, soluciones y estrategias para transformar el sistema de alimentación global. Sin embargo, en ese dialogo, el papel de los ríos ha quedado una vez más por fuera.
“Esto hay que cambiarlo”, insiste el reporte de EEF. “Si queremos alimentar a 10 mil millones de personas de manera sostenible, Necesitamos administrar nuestros ríos para asegurarnos de que sean saludables y resistentes. Aunque los retos pueden ser enormes, las soluciones existen.
Entre ellas se encuentran la producción de comida positiva con la naturaleza. “Un gran cuerpo de investigaciones ha mostrado que producir comida en una manera positiva con la naturaleza puede ser un gana-gana para las personas y el planeta, y es fundamental para alimentar sosteniblemente a 10 mil millones de personas”. Este mecanismo de producción se basa en la administración del medio ambiente y la biodiversidad como base de los servicios ecosistémicos como la captura de carbono, la regulación del suelo, el agua y el clima.
“La producción de alimentos positiva para la naturaleza puede incluir prácticas que reduzcan el uso de agua a través de mejoras en la eficiencia del riego y el cultivo de los cultivos correctos en el lugar correcto. También puede ayudar a disminuir la escorrentía de la contaminación en los ríos a través de amortiguadores y un mejor uso de nutrientes, restaurar la biodiversidad al integrar la naturaleza en las tierras agrícolas y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero a través de una mejor gestión del suelo y el estiércol”, asegura el informe.
Asimismo, señala que los países deben priorizar la gestión de las pesquerías de agua dulce, asegurándose de que tengan planes de gestión que estén basados en los ecosistemas. De igual forma, se debe mejorar la recolección de estadísticas más precisas sobre la captura anual y, para la acuicultura, aseguran, se deben implementar prácticas que garanticen que sea sostenible y no dañe los ríos y la biodiversidad de agua dulce.
Aunque la energía hidroeléctrica es ahora una de las principales fuentes de energía en varios países debido a la “revolución renovable” y la búsqueda de la carbono-neutralidad, también es la principal causa de que los ríos no fluyan libremente. Para la organización internacional es necesario que los países empiecen a desarrollar sistemas de energía bajos en carbono y de bajo costo sin represar los ríos y sin sacrificar los beneficios que producen a las personas y la naturaleza. “la drástica caída en el costo de la generación eólica y solar, los avances en baterías y otras tecnologías” pueden ser algunas de las alternativas.
Por último, el informe señala la necesidad de tener dietas saludables y sostenibles. “Nuestras elecciones de alimentos también tienen un gran impacto”, afirman. Todas las prácticas mencionadas deben ir acompañadas, señalan, de una reducción significativa de la demanda de ciertos tipos de alimentos, sobre todo, los de origen animal. “Aumentar el consumo relativo de alimentos de origen vegetal, confiere beneficios tanto para el medio ambiente como para la salud. Por lo tanto, los cambios hacia dietas saludables y sostenibles pueden reducir la demanda de agua de los ríos para riego, lo que ayuda a mantener los caudales ambientales y los ríos saludables”.