Vuelve y juega: Barranquilla quiere evitar inundaciones con solución a medias
Desde hace varios días se han presentado inundaciones en tres barrios de Barranquilla. La Alcaldía anunció la profundización y ampliación del caño de la Auyama, pero expertos señalan que esto no es una solución definitiva a las inundaciones y sí alarga la afectación de los actuales sistemas de drenaje a las fuentes de agua.
Paula Casas Mogollón
María Paula Lizarazo
Las imágenes en Barranquilla son repetitivas desde el fuerte aguacero del sábado 11 de junio: las calles empantanadas que, además de agua y lodo, estaban acompañadas de residuos de basura. Como consecuencia de las lluvias, el caño de la Auyama, ubicado en el suroriente de la ciudad, se desbordó damnificando a cerca de 530 habitantes de los barrios Rebolo, La Luz y La Chinita. Luego de la emergencia, Jaime Pumarejo, alcalde de la ciudad, realizó un recorrido por las zonas afectadas y anunció una serie de medidas para mitigar los riesgos y buscar una solución a las inundaciones.
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Las imágenes en Barranquilla son repetitivas desde el fuerte aguacero del sábado 11 de junio: las calles empantanadas que, además de agua y lodo, estaban acompañadas de residuos de basura. Como consecuencia de las lluvias, el caño de la Auyama, ubicado en el suroriente de la ciudad, se desbordó damnificando a cerca de 530 habitantes de los barrios Rebolo, La Luz y La Chinita. Luego de la emergencia, Jaime Pumarejo, alcalde de la ciudad, realizó un recorrido por las zonas afectadas y anunció una serie de medidas para mitigar los riesgos y buscar una solución a las inundaciones.
Entre las soluciones propuestas por Pumarejo está la construcción de diques, un tipo de muros gruesos que sirven para contener la fuerza del agua o reconducirla. Otra de las propuestas es el dragado, que consiste en la remoción de tierra, rocas y lodos del fondo de los afluentes de agua por medio de máquinas. En el caño de la Auyama, por ejemplo, “en cuatro kilómetros se va a profundizar, ampliar y proteger el caño. Esto con el fin de que el agua que llegue pueda ser absorbida. Actualmente, no es lo suficientemente ancho ni profundo, así como no están protegidas las orillas”, indicó el mandatario. (Puede leer: Once días bajo el agua: un esfuerzo sin precedentes para salvar los corales)
Sin embargo, la intervención del caño de la Auyama no es nueva en Barranquilla. Pumarejo, desde el 25 de octubre de 2021, había anunciado el inicio de la recuperación integral de los 3,24 kilómetros del afluente, un plan que contó con el apoyo del Gobierno Nacional y en el que se invirtieron $99 mil millones. Ricardo Vives, gerente de Puerta de Oro, empresa de desarrollo en el Caribe, explicó en ese entonces que el objetivo era mejorar los vasos comunicantes “de agua que ingresan a la ciudad, permitiendo su navegabilidad, conservación y mantenimiento”. Además, “se pretendía que el caño fuera más profundo, más ancho, y se realizó la construcción de un dique para evitar que se inunden los barrios cercanos”.
Aunque estas soluciones son las más comunes, y en las que más se ha invertido, generalmente fallan cada vez que hay una temporada de lluvias o épocas de La Niña seguidas, porque, como lo ha advertido en diferentes entrevistas con El Espectador Sandra Vilardy, bióloga, profesora y directora de Parques Cómo Vamos, “hay un imaginario colectivo dentro de los contratistas y los ingenieros civiles e hidráulicos de que la solución es seguir dragando y poniendo murallas y muros de contención. Hay una sensación de que dragando se controlan las inundaciones y genera una falsa sensación de seguridad. Se sigue desconectando al río de sus zonas de amortiguación de las crecidas y generando mayores vulnerabilidades”.
Así como está sucediendo, hace 10 años Colombia se estaba inundando. Pero, ¿por qué en el país se presentan tantas inundaciones? Lo primero que hay que entender es que es un proceso natural de los ríos, que se desbordan cuando tienen excesos en sus caudales, y las zonas que recorre al rebozarse también son parte de él. El país, según el Estudio Nacional de Agua de 2018, cuenta con unos 190.935 km cuadrados que tienen condiciones que los hacen propensos a las inundaciones. Y a pesar de que es necesario que algunas zonas del país pasen por este proceso, el problema radica en los cultivos, los edificios y los barrios que se han atravesado, canalizando los afluentes y provocando que su agua corra más fuerte. (Le puede interesar: En fotos: “sembrando” corales en el Parque Natural más visitado de Colombia)
Además, según otros expertos consultados para este artículo, los dragados no solo son una afectación a los grandes cuerpos de agua, sino que, si bien son una solución a corto plazo, las mismas familias que hoy se están viendo afectadas en los barrios de Rebolo, La Luz y La Chinita, podrían volver a padecer la emergencia invernal por cuenta de una mala planeación en la ciudad, pese a que se refuerce el caño. Rodolfo García, PhD y profesor de megaproyectos de la Universidad Nacional, señala que en Colombia, en general, los alcantarillados son solo “una reconducción que demoran el proceso” de las aguas lluvias para llegar a los ríos y un mal drenaje especialmente en zonas cercanas a las grandes fuentes de agua representa un riesgo importante.
Andrés Vargas Luna, profesor de ingeniería civil de la Universidad Javeriana, añade que hay otro problema con el tipo de sistema de los dragados: la salubridad o contaminación del agua que llega a los grandes cuerpos de agua. Este sigue siendo un tema pendiente, pues “la calidad del agua no se mejora haciendo una adecuación hidráulica. Si la gente de la zona o las industrias que descargan aguas contaminadas a estos caños lo siguen haciendo, pues dentro de un año vamos a tener los mismos problemas de calidad que hemos tenido siempre”. Por lo que, señala Vargas, “deberíamos tener un tratamiento del agua, y cuando ya tenga una calidad apropiada” que llegue a los caños. (También puede leer: Tasajerito: el manatí huérfano que crece en las ciénagas de Colombia)
Vargas puntualiza que también habría que “hacer un plan de ordenamiento territorial”, que permita el proceso de tratamiento de aguas y que evite que las descargas de aguas contaminadas lleguen al caño. Con esta idea, entra otro factor en todo el panorama: la reubicación de la población que está en riesgo de inundaciones. Para esto es importante llevar a cabo zonificaciones por inundaciones, es decir, unas modelaciones matemáticas que señalan el riesgo de inundación de ciertos sitios. Según Vargas, con una nueva zonificación debería pensarse en reubicar a la gente que esté en zonas de medio riesgo y alto riesgo, como sería el caso de los barrios Rebolo, La Luz y La Chinita.
En este punto, García coincide con Vargas, pues añade que si el sistema de alcantarillado “se ubica al lado de las fuentes, pues técnicamente está constantemente agrandando el problema. Aquí hay que reorganizar a los que están a las orillas”, dice, porque es una solución que quieren varios de los habitantes de los tres barrios de Barranquilla afectados recientemente. García también plantea que podría plantearse un dragado sostenible. “Hay ciertos edificios que ya están considerando desde su construcción tener estas zonas que se llaman de drenaje”, señala, y es enfático sobre “la inversión que se ha destinado en adecuar y mantener esos alcantarillados que igual no sirven. Ahí es donde derrochamos los recursos”.
Germán Andrade, máster en estudios ambientales de la Universidad de Yale y académico de la Universidad EAN, señala un punto clave, que es el cambio climático: se pregunta si en ciudades como Barranquilla “están planificando el uso de la tierra, la ubicación de la población y la infraestructura con algún modelo climático a futuro”. Además, insiste en la importancia de incorporar este fenómeno en la planificación de las ciudades, para lo que habría que considerar la ingeniería ecológica, “que interviene fuertemente en un ecosistema, pero teniendo en cuenta el funcionamiento y estructura de este”. Por ejemplo, en el caño de la Auyama, se debería tener en cuenta “el problema del agua, el de las orillas, la vegetación y todas las dinámicas ecológicas”, asegura. (Puede interesarle: Así están ayudando los científicos a recuperar los corales de Islas del Rosario)
García pone de ejemplo que en países como Dinamarca y Reino Unido, en los que inicialmente se pensó en una adaptación de las ciudades al cambio de estaciones y en donde se están implementando sistemas de drenaje sostenible que imitan el drenaje natural. En el caso de Dinamarca, por ejemplo, existen parques diseñados “no solamente para una función ecológica y de recreación, sino con funciones de drenaje sostenible”. El profesor agrega que incluso cuando la capacidad de drenaje de estos parques se desborda, se trata de inundaciones controladas que “atenúan el crecimiento desbordado de los afluentes y, por lo tanto, de los alcantarillados”.
Por su lado, el Departamento de Planificación Urbana en Barranquilla (Edubar) le afirmó a este diario que en la planificación se incluyó la reubicación “de los inmuebles que están dentro de la ronda hídrica del caño de la Auyama, al igual que otras viviendas cercanas al cauce, que están en riesgo de colapso”. También, que aunque esperan reducir al máximo las inundaciones, “ante eventos de precipitaciones pluviales extraordinarias e imprevisibles en el periodo de retorno de diseño, eventualmente se podrían presentar afectaciones”.