La industria del cuidado oral también debe proteger el ambiente (Opinión)
Siempre he creído en todo el buen trabajo que hacemos al cuidar los dientes y bocas de las personas, parte del trabajo de un odontólogo es enseñar a nuestros pacientes el valor de su propia salud oral y de la prevención.
Claudia Jimena Rodríguez Sabogal - Odontóloga Universidad del Bosque
Si las personas aprendieran sobre mejor higiene oral y ajustaran sus dietas, estimo que veríamos a menos pacientes, por lo menos en atención de procedimientos de emergencia. Siempre habrá una necesidad para proveer controles dentales accesibles y tratamientos que faciliten la buena salud oral y reduzcan la inequidad en la salud oral. Sin embargo, los problemas dentales como caries y enfermedades periodontales, son enfermedades comúnmente prevenibles.
Ahora me doy cuenta de que muchos de nosotros pensamos que la buena salud también tiene un buen sentido medioambiental.
Ver con menos frecuencia a mis pacientes, también significa que ellos deben transportarse menos. Y esto es importante porque la salud oral tiene de los niveles más altos de transporte de pacientes y profesionales de cualquier otra especialidad médica, en parte por la necesidad del mantenimiento regular, mientras que otras especialidades solo deben tratar enfermedades.
En el Reino Unido, por ejemplo, el traslado de pacientes y profesionales representa cerca de dos tercios de todas las emisiones provenientes del sector oral y cerca del 8% de la contaminación atmosférica total del NHS (National Health service) del Reino Unido atribuible al transporte, por lo que no dudo que existe un impacto similar en Colombia. Ahora, cuando le recomiendo a mis pacientes sobre formas en las que pueden mantener una buena salud oral sin necesidad de asistir a varias citas presenciales, también les recuerdo que ellos están siendo amigables con el medio ambiente.
Este cambio de mentalidad también me ha puesto a pensar sobre mi práctica profesional y los pasos que puedo tomar para hacerla más sostenible. Un punto de partida ha sido educarme y entender el impacto medioambiental que mi trabajo del día a día produce realmente.
Recientemente, aprendí que los rellenos de color de dientes, por ejemplo, producen alrededor de 15 kilogramos de CO2 (equivalente al dióxido de carbono) por procedimiento, mientras que el tratamiento de conducto produce 23 kilogramos, las dentaduras postizas entre 58 y 71 kilogramos y el óxido nitroso es responsable por 119 kilogramos. Las amalgamas de plata contienen mercurio que, si bien es seguro para procedimientos dentales, tienen el impacto de la liberación de mercurio a través de su ciclo de vida.
Obviamente, no podemos evitar todos los tratamientos y controles, pero cuando se requiere, la salud oral debería enfocarse en el suministro de rellenos durables, usando productos de alta calidad que duren por más tiempo y/o requieran menos reemplazos.
Y si necesitamos reemplazos, debemos empezar a preguntarnos cómo lo hacemos y considerar si reciclar es una opción. Muchas veces no tenemos una opción: la mayor parte de las cosas que se usan clínicamente en la boca debe ser incinerada. Los requisitos legales de seguridad y calidad de estos productos usualmente son incompatibles con el reciclaje. Además, la naturaleza compleja de los elementos ensamblados con diferentes plásticos hace que el reciclaje sea más difícil.
Sin embargo, el plástico presente en la cadena de producción puede ser reciclado y creo que todos los profesionales de la salud oral están en la posición de poder cambiar el panorama al presionar a los manufactureros para adaptarse a alternativas más sostenibles.
Por ejemplo, los empaques son el mayor contribuyente de plásticos en la industrial dental, con cerca del 90% de ellos terminando su ciclo de vida como desperdicio en basureros o incineradoras. Deberíamos promover el reciclaje de estos productos hasta la cadena de manufactura. Lo mismo ocurre con otros productos que usamos en nuestras prácticas diarias de cuidado dental, a la hora de usar elementos de plástico de un solo uso tales como, elementos de protección personal como delantales, guantes y mascarillas, y otros productos desechables como la copa para el enjuague bucal o el tubo de succión dental.
Pero, ¿por qué no ir un paso más adelante y fomentar la consciencia sobre los plásticos, incluyendo el diseño y desarrollo de artículos de plástico hechos de mono polímeros que puedan ser fácilmente reciclados? Y, ¿por qué no involucrarse con los consumidores y las compañías de manejo de desechos para separar, recolectar y reciclar los plásticos de un solo uso clínico que no están contaminados como un insumo valioso?
Con el agua no es muy diferente. La industria del cuidado oral consume mucho de ella. Se estima que la llave del lavamanos gasta cerca de cuatro litros de agua por minuto. Si consideramos que la mitad de la población se lava los dientes al menos una vez al día y tiene su llave abierta por un minuto, el uso global de uso de agua equivale a 6.400 piscinas olímpicas. Esto se suma al uso indocumentado de agua en el entorno de la salud oral (incluyendo cadenas de manufactura y distribución).
Hay cosas sencillas que podemos hacer para mejorar este consumo. Cerrar el lavabo por la mayor parte del tiempo mientras cepillamos nuestros dientes puede tener un gran impacto. Los odontólogos que son más prudentes con el uso del agua en sus prácticas también pueden ayudar.
La prevención es la mejor cura si nosotros, los dentistas, queremos tener un impacto en el medio ambiente, y yo creo que este mensaje ganará la batalla. La reciente censura de comerciales de comida chatarra en el Reino Unido, tanto online como en la televisión, me habla. La campaña del futbolista Marcus Rashford por loncheras estudiantiles más saludables, me habla. Las campañas anti-cigarrillo me hablan. Las bocas más saludables hacen un planeta más saludable.
Si las personas aprendieran sobre mejor higiene oral y ajustaran sus dietas, estimo que veríamos a menos pacientes, por lo menos en atención de procedimientos de emergencia. Siempre habrá una necesidad para proveer controles dentales accesibles y tratamientos que faciliten la buena salud oral y reduzcan la inequidad en la salud oral. Sin embargo, los problemas dentales como caries y enfermedades periodontales, son enfermedades comúnmente prevenibles.
Ahora me doy cuenta de que muchos de nosotros pensamos que la buena salud también tiene un buen sentido medioambiental.
Ver con menos frecuencia a mis pacientes, también significa que ellos deben transportarse menos. Y esto es importante porque la salud oral tiene de los niveles más altos de transporte de pacientes y profesionales de cualquier otra especialidad médica, en parte por la necesidad del mantenimiento regular, mientras que otras especialidades solo deben tratar enfermedades.
En el Reino Unido, por ejemplo, el traslado de pacientes y profesionales representa cerca de dos tercios de todas las emisiones provenientes del sector oral y cerca del 8% de la contaminación atmosférica total del NHS (National Health service) del Reino Unido atribuible al transporte, por lo que no dudo que existe un impacto similar en Colombia. Ahora, cuando le recomiendo a mis pacientes sobre formas en las que pueden mantener una buena salud oral sin necesidad de asistir a varias citas presenciales, también les recuerdo que ellos están siendo amigables con el medio ambiente.
Este cambio de mentalidad también me ha puesto a pensar sobre mi práctica profesional y los pasos que puedo tomar para hacerla más sostenible. Un punto de partida ha sido educarme y entender el impacto medioambiental que mi trabajo del día a día produce realmente.
Recientemente, aprendí que los rellenos de color de dientes, por ejemplo, producen alrededor de 15 kilogramos de CO2 (equivalente al dióxido de carbono) por procedimiento, mientras que el tratamiento de conducto produce 23 kilogramos, las dentaduras postizas entre 58 y 71 kilogramos y el óxido nitroso es responsable por 119 kilogramos. Las amalgamas de plata contienen mercurio que, si bien es seguro para procedimientos dentales, tienen el impacto de la liberación de mercurio a través de su ciclo de vida.
Obviamente, no podemos evitar todos los tratamientos y controles, pero cuando se requiere, la salud oral debería enfocarse en el suministro de rellenos durables, usando productos de alta calidad que duren por más tiempo y/o requieran menos reemplazos.
Y si necesitamos reemplazos, debemos empezar a preguntarnos cómo lo hacemos y considerar si reciclar es una opción. Muchas veces no tenemos una opción: la mayor parte de las cosas que se usan clínicamente en la boca debe ser incinerada. Los requisitos legales de seguridad y calidad de estos productos usualmente son incompatibles con el reciclaje. Además, la naturaleza compleja de los elementos ensamblados con diferentes plásticos hace que el reciclaje sea más difícil.
Sin embargo, el plástico presente en la cadena de producción puede ser reciclado y creo que todos los profesionales de la salud oral están en la posición de poder cambiar el panorama al presionar a los manufactureros para adaptarse a alternativas más sostenibles.
Por ejemplo, los empaques son el mayor contribuyente de plásticos en la industrial dental, con cerca del 90% de ellos terminando su ciclo de vida como desperdicio en basureros o incineradoras. Deberíamos promover el reciclaje de estos productos hasta la cadena de manufactura. Lo mismo ocurre con otros productos que usamos en nuestras prácticas diarias de cuidado dental, a la hora de usar elementos de plástico de un solo uso tales como, elementos de protección personal como delantales, guantes y mascarillas, y otros productos desechables como la copa para el enjuague bucal o el tubo de succión dental.
Pero, ¿por qué no ir un paso más adelante y fomentar la consciencia sobre los plásticos, incluyendo el diseño y desarrollo de artículos de plástico hechos de mono polímeros que puedan ser fácilmente reciclados? Y, ¿por qué no involucrarse con los consumidores y las compañías de manejo de desechos para separar, recolectar y reciclar los plásticos de un solo uso clínico que no están contaminados como un insumo valioso?
Con el agua no es muy diferente. La industria del cuidado oral consume mucho de ella. Se estima que la llave del lavamanos gasta cerca de cuatro litros de agua por minuto. Si consideramos que la mitad de la población se lava los dientes al menos una vez al día y tiene su llave abierta por un minuto, el uso global de uso de agua equivale a 6.400 piscinas olímpicas. Esto se suma al uso indocumentado de agua en el entorno de la salud oral (incluyendo cadenas de manufactura y distribución).
Hay cosas sencillas que podemos hacer para mejorar este consumo. Cerrar el lavabo por la mayor parte del tiempo mientras cepillamos nuestros dientes puede tener un gran impacto. Los odontólogos que son más prudentes con el uso del agua en sus prácticas también pueden ayudar.
La prevención es la mejor cura si nosotros, los dentistas, queremos tener un impacto en el medio ambiente, y yo creo que este mensaje ganará la batalla. La reciente censura de comerciales de comida chatarra en el Reino Unido, tanto online como en la televisión, me habla. La campaña del futbolista Marcus Rashford por loncheras estudiantiles más saludables, me habla. Las campañas anti-cigarrillo me hablan. Las bocas más saludables hacen un planeta más saludable.