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                                                                                                                                Bombas atómicas, sembrar nubes y otras pésimas ideas para detener los huracanes

                                                                                                                                Con el inicio de la temporada de ciclones de 2024 y la previsión de una actividad superior a la normal, resurgen las preguntas sobre la posibilidad de anticipar, detener o desviar un huracán. La respuesta es sencilla: no, no es posible. La historia muestra que se han intentado diversas técnicas, como el Proyecto STORMFURY, pero ninguna ha tenido éxito debido a la complejidad y el poder de estos fenómenos.

                                                                                                                                AME8771. SANTO DOMINGO (REPÚBLICA DOMINICANA), 02/07/2024.- Un hombre observa el intenso oleaje ante el avance del huracán Beryl, este martes, en Santo Domingo (República Dominicana). La República Dominicana comenzó a sentir este martes los efectos indirectos del huracán Beryl, que mantiene en alerta a los servicios de emergencia del país para atender cualquier contingencia producto del avance del fenómeno, que ya ha causado daños en varios países del Caribe. EFE/ Orlando Barría
                                                                                                                                Foto: EFE - Orlando Barría
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La AOML, un laboratorio de investigación del gobierno de los Estados Unidos que forma parte de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, reseña esas ocasiones en las que el ser humano creyó que podía controlar ese aspecto de la naturaleza. Entre 1962 y 1983, por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos apoyó y financió el llamado Proyecto STORMFURY. Se trató de una serie de experimentos científicos realizados con el objetivo de modificar y debilitar los huracanes mediante técnicas de siembra de nubes. La idea principal era dispersar cristales de yoduro de plata en las bandas exteriores de un huracán, con la esperanza de inducir la formación de nuevas áreas de lluvia que reducirían la intensidad del huracán.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A pesar de algunos resultados iniciales que parecían prometedores, pronto, a mediados de los años ochenta, se demostró que no solo no se había logrado ninguna reducción consistente en la intensidad de los huracanes sembrados, sino que los pocos cambios observados habían sido producto de la naturaleza, y no de la intervención humana. Con el paso del tiempo, los avances en la tecnología y en la comprensión de la meteorología de huracanes revelaron que la estructura y dinámica de estos sistemas eran más complejas de lo que se pensaba inicialmente. Finalmente, el proyecto de investigación fue abandonado en 1983.

                                                                                                                                ¿Qué más se ha considerado para detener un huracán?

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Aunque en algún momento estas ideas le parecieron razonables a alguien, ninguna dimensionó algo clave: el enorme tamaño y poder de los huracanes. La AOML pone un ejemplo para ello: cuando el huracán Andrew golpeó el sur de Florida, su ojo y pared ocular devastaron una franja de más de 30 kilómetros. La energía liberada por Andrew fue inmensa: 5,000 veces la energía generada por la central nuclear de Turkey Point y comparable a la de una cabeza nuclear en cualquier momento. Tratar de intervenir antes de que se formen los huracanes tampoco es efectivo: en primer lugar, alrededor de 80 depresiones tropicales se forman cada año en la cuenca del Atlántico, pero solo alrededor de 5 se convierten en huracanes en un año típico.

                                                                                                                                No hay forma de saber de antemano cuáles se desarrollarán. Y aun si quisiéramos intervenir sobre la depresión tropical, si la energía liberada fuera solo del 10% de un huracán, aún seguiría siendo mucha.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Puede ver: Indígenas de la Amazonia piden al Gobierno que les cumpla una promesa hecha en 2022

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Quizá la mejor solución sea no intentar alterar o destruir los ciclones tropicales, sino simplemente aprender a coexistir con ellos”, dice en un aparte la publicación de la autoridad científica. En ese sentido, lo más recomendable es aplicar códigos de construcción que permitan que las casas resistan la fuerza de los ciclones tropicales. “Además, es necesario continuar con los esfuerzos para educar al público en la preparación efectiva. Ayudar a otras naciones en sus esfuerzos de mitigación también puede resultar en salvar innumerables vidas. Por último, debemos seguir esforzándonos por comprender y observar mejor los huracanes para poder predecir con mayor precisión su desarrollo, intensificación y trayectoria”.

                                                                                                                                AME8771. SANTO DOMINGO (REPÚBLICA DOMINICANA), 02/07/2024.- Un hombre observa el intenso oleaje ante el avance del huracán Beryl, este martes, en Santo Domingo (República Dominicana). La República Dominicana comenzó a sentir este martes los efectos indirectos del huracán Beryl, que mantiene en alerta a los servicios de emergencia del país para atender cualquier contingencia producto del avance del fenómeno, que ya ha causado daños en varios países del Caribe. EFE/ Orlando Barría
                                                                                                                                Foto: EFE - Orlando Barría
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                La AOML, un laboratorio de investigación del gobierno de los Estados Unidos que forma parte de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, reseña esas ocasiones en las que el ser humano creyó que podía controlar ese aspecto de la naturaleza. Entre 1962 y 1983, por ejemplo, el gobierno de Estados Unidos apoyó y financió el llamado Proyecto STORMFURY. Se trató de una serie de experimentos científicos realizados con el objetivo de modificar y debilitar los huracanes mediante técnicas de siembra de nubes. La idea principal era dispersar cristales de yoduro de plata en las bandas exteriores de un huracán, con la esperanza de inducir la formación de nuevas áreas de lluvia que reducirían la intensidad del huracán.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                A pesar de algunos resultados iniciales que parecían prometedores, pronto, a mediados de los años ochenta, se demostró que no solo no se había logrado ninguna reducción consistente en la intensidad de los huracanes sembrados, sino que los pocos cambios observados habían sido producto de la naturaleza, y no de la intervención humana. Con el paso del tiempo, los avances en la tecnología y en la comprensión de la meteorología de huracanes revelaron que la estructura y dinámica de estos sistemas eran más complejas de lo que se pensaba inicialmente. Finalmente, el proyecto de investigación fue abandonado en 1983.

                                                                                                                                ¿Qué más se ha considerado para detener un huracán?

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Aunque en algún momento estas ideas le parecieron razonables a alguien, ninguna dimensionó algo clave: el enorme tamaño y poder de los huracanes. La AOML pone un ejemplo para ello: cuando el huracán Andrew golpeó el sur de Florida, su ojo y pared ocular devastaron una franja de más de 30 kilómetros. La energía liberada por Andrew fue inmensa: 5,000 veces la energía generada por la central nuclear de Turkey Point y comparable a la de una cabeza nuclear en cualquier momento. Tratar de intervenir antes de que se formen los huracanes tampoco es efectivo: en primer lugar, alrededor de 80 depresiones tropicales se forman cada año en la cuenca del Atlántico, pero solo alrededor de 5 se convierten en huracanes en un año típico.

                                                                                                                                No hay forma de saber de antemano cuáles se desarrollarán. Y aun si quisiéramos intervenir sobre la depresión tropical, si la energía liberada fuera solo del 10% de un huracán, aún seguiría siendo mucha.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Puede ver: Indígenas de la Amazonia piden al Gobierno que les cumpla una promesa hecha en 2022

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Quizá la mejor solución sea no intentar alterar o destruir los ciclones tropicales, sino simplemente aprender a coexistir con ellos”, dice en un aparte la publicación de la autoridad científica. En ese sentido, lo más recomendable es aplicar códigos de construcción que permitan que las casas resistan la fuerza de los ciclones tropicales. “Además, es necesario continuar con los esfuerzos para educar al público en la preparación efectiva. Ayudar a otras naciones en sus esfuerzos de mitigación también puede resultar en salvar innumerables vidas. Por último, debemos seguir esforzándonos por comprender y observar mejor los huracanes para poder predecir con mayor precisión su desarrollo, intensificación y trayectoria”.

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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