Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Brasil registró, el jueves 25 de julio, dos muertes por fiebre de Oropouche, enfermedad causada por un virus transmitido por el mosquito Culicoides paraensis (conocido localmente como maruim). Hasta entonces “no había ningún informe en la literatura científica mundial sobre la ocurrencia de muertes por la enfermedad”, informó en un comunicado el Ministerio de Salud de Brasil.
Los casos ocurrieron en Bahía, estado ubicado en el noreste del país, muy alejado de la Amazonía, el lugar con mayor incidencia de contagios del virus. Según el Departamento de Salud de ese estado, las dos mujeres, de 21 y 24 años, presentaron dolor abdominal intenso, sangrado e hipotensión.
“No se había registrado mortalidad. Estas muertes cambian la historia”, dijo a SciDev.Net el infectólogo Eurico Arruda, profesor de Virología de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP), en Ribeirão Preto. “El virus, que antes circulaba casi exclusivamente en la región amazónica, ahora circula en otras regiones, y esto es muy preocupante”, agrega.
El virus Oropouche (OROV) fue descubierto en 1955 en Trinidad y Tobago, a orillas de un arroyo del mismo nombre, que limita con un pueblo llamado Vega de Oropouche. El primer estudio científico fue publicado en 1961.
Desde entonces se documentaron unos 500.000 casos de infección humana, sobre todo en ciudades ribereñas de la cuenca del Amazonas, pero también en capitales del norte como Belém. En 2024, según el Ministerio de Salud, se confirmaron 7.236 casos en 20 estados brasileños, lo que representa un aumento del 766,6 por ciento en relación con el resultado acumulado de 2023, cuando hubo 835 registros.
La infección causa una enfermedad debilitante que deja a la persona en cama por hasta dos semanas. Los síntomas —parecidos a los del dengue y el chikungunya— son fiebre repentina, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares. Y ahora se sabe que puede provocar la muerte.
Según Arruda, que desde hace tres décadas estudia el Oropouche, el virus puede haber sufrido cambios que lo hicieron más grave, y letal. Para el infectólogo, los indicios son los de un virus recombinante [virus que surgen de la coinfección de dos subtipos en una sola célula].
“Si dos virus infectan la misma célula puede resultar en un virus diferente. Al parecer esto sucedió, lo que provocó un cambio en su comportamiento, volviéndolo más agresivo”, explica.
Ya se había investigado la posibilidad de una mutación del Oropouche. Un estudio reciente de científicos brasileños indica que una nueva variedad del virus está detrás del brote iniciado en 2022 en la región occidental del Amazonas, el mayor registrado en el país.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron el genoma del OROV en 383 muestras de pacientes locales, entre 2022 y 2024, y descubrieron que la nueva variedad está relacionada con el tipo de virus que circuló años antes en la región este de la Amazonia, asociado a otros originarios de Perú, Colombia y Ecuador.
“Esta combinación de segmentos de diferentes orígenes geográficos resultó en un nuevo reordenamiento genético. Los casos en Bahía probablemente estén vinculados a esa variedad que descubrimos en la región Norte”, dijo a SciDev.Net Felipe Naveca, jefe del Laboratorio de Arbovirus y Virus Hemorrágicos del Instituto Oswaldo Cruz (IOC/Fiocruz) y uno de los autores de la investigación.
Sobre su mortalidad, Naveca destaca que “las muertes demuestran que la infección por el virus puede ser letal, confirmando las sospechas previas. Pero es necesario investigar más a fondo el mecanismo exacto por el que esto ocurre”, afirma.
Según el estudio —publicado como preprint en el repositorio MedRxiv—, la diseminación del virus fue impulsada por diferentes factores, como el movimiento del mosquito, los viajes humanos, la deforestación, la invasión agrícola y eventos climáticos extremos, como El Niño.
Llama la atención de los autores de la investigación cómo el virus avanzó silenciosamente desde la Amazonía brasileña hacia otras regiones y países. Bolivia, Cuba, Colombia, Guayana Francesa y Perú ya registraron brotes. “No es raro que un virus se propague de manera silenciosa, en especial un virus que no tenía una vigilancia sistemática hasta hace poco. Algunos casos podrían estar pasando desapercibidos por falta de pruebas”, agrega Naveca.
Se sabe que el virus ahora circula por todo el mundo. Un informe publicado recientemente por el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) indica que Italia y España notificaron tres casos de fiebre de Oropouche en viajeros que regresaban de Cuba.
Aborto y fetos con microcefalia
El virus puede atravesar la placenta e infectar al feto. El Ministerio de Salud de Brasil está investigando seis casos de transmisión vertical (de madre a hijo) de fiebre de Oropouche. Dos de ellos resultaron en muerte fetal, uno derivó en un aborto espontáneo y tres casos presentaron anomalías congénitas como microcefalia, una malformación también asociada al Zika. Ambos son virus neurotrópicos, tipos de virus que tienen afinidad por las células nerviosas y pueden causar una variedad de enfermedades neurológicas.
“Con los animales ya habíamos visto que hay posibles complicaciones neurológicas. Al avanzar la infección, el virus cruza la barrera hematoencefálica [que bloquea la entrada de substancias toxicas], lo que provoca una propagación más intensa, con manifestaciones más graves de encefalitis”, explica Arruda. Recientemente se confirmó un caso clínico de edema cerebral en Ribeirão Preto, interior de São Paulo.
Según el científico, todavía se teme que el virus se adapte a mosquitos urbanos como el Aedes aegypti, posibilidad que aún no ha sido confirmada. “La situación es preocupante, porque no existe vacuna ni tratamiento específico”, observa Arruda.
El infectólogo participó recientemente en una conferencia sobre Oropouche en la Universidad de Leeds, Reino Unido, donde científicos internacionales decidieron unir fuerzas para desarrollar un método de diagnóstico rápido y probar un medicamento.
Este artículo fue publicado originalmente por la edición de América Latina de SciDev.Net.
*Washington es periodista científico desde 1996, con maestría y doctorado en Comunicación de la Ciencia. Es colaborador independiente de SciDev.Net.