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Un grupo de 14 científicos publicó, hace algunos días, una investigación en la revista Science Advances que concluye que el calentamiento del océano Ártico empezó varias décadas antes de lo que se tenía en los registros. Para demostrarlo, reconstruyeron la “historia” de la puerta de entrada a este océano en el Estrecho de Fram, entre Groenlandia y Svalbard, un archipiélago noruego de islas, y dónde el océano Ártico se encuentra con el Atlántico.
El trabajo consistió en utilizar las firmas químicas de microorganismos marinos para reconstruir el cambio en las propiedades de este océano en los últimos 800 años. Lo que hallaron en su análisis histórico indica que el calentamiento del océano Ártico comenzó a inicios del siglo XX. La clave de este fenómeno está en la “Atlantificación”, un proceso por el cual las aguas del Atlántico, más cálidas y saladas, fluyen hacia el norte. Sin embargo, los instrumentos que se utilizan actualmente para hacerle seguimiento al calentamiento de los océanos (principalmente satélites) solo ofrecen información de los últimos 40 años, por eso no se tenía un registro tan amplio sobre la “Atlantificación”.
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“Cuando observamos toda la escala de tiempo de 800 años, nuestros registros de temperatura y salinidad parecen bastante constantes. Pero, de repente, a principios del siglo XX, se produce este marcado cambio en la temperatura y la salinidad, que realmente llama la atención”, dijo Tesi Tommaso, coautor de la investigación y científico del Instituto de Ciencias Polares del Consejo Nacional de Investigación de Bolonia, a la Universidad de Cambridge.
Este hallazgo es importante por dos razones según los investigadores. La primera, como lo explica Francesco Muschitiello, del Departamento de Geografía de Cambridge y coautor del estudio, “el ritmo de calentamiento en el Ártico es más del doble de la media mundial, debido a los mecanismos de retroalimentación”. Entonces, en la medida en que este océano se caliente, el hielo de la región se derretirá lo que aumenta el nivel global del mar. También, al derretirse, la superficie del océano queda expuesta en mayor medida al sol lo que genera liberación de calor y aumento en la temperatura del aire. A su vez, este calentamiento conllevará en el derretimiento del permafrost, una capa de suelo congelado que almacena metano, un gas más dañino que el dióxido de carbono.
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La segunda razón la explicó Tommaso: “Las simulaciones climáticas generalmente no reproducen este tipo de calentamiento en el Océano Ártico, lo que significa que hay una comprensión incompleta de los mecanismos que impulsan la ‘Atlantificación’”. Lo anterior indica que las limitaciones de las herramientas utilizadas para entender fenómenos como este tienen serias limitaciones. En diálogo con CNN señaló sus temores al respecto: “Todavía estamos conociendo poco a poco cómo funciona todo el sistema. Mi temor es que, para cuando descifremos el problema, será demasiado tarde”.