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La década que comenzó en 2020 será trascendental para el planeta. Con una pandemia global y una crisis ambiental a cuestas, la humanidad deberá replantear su modo de habitar la Tierra. En la segunda sesión de la cátedra “Repensar el futuro de América Latina y el Caribe”, dirigida por el presidente del Foro Nacional Ambiental, Manuel Rodríguez Becerra, dos expositores se centraron en posibles alternativas para la transformación social y ecológica de la región, haciendo énfasis en Colombia.
En esta ocasión, la cátedra contó con las presentaciones de Julio Carrizosa, ingeniero e integrante del Foro Nacional Ambiental, Cecilia López Montaño, presidenta del Centro Internacional de Pensamiento Social y Económico y con los comentarios de Alejandro Camargo, profesor de Historia de la Universidad del Norte y Diana Rodríguez, profesora de la Facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad Tecnológica de Pereira.
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A continuación, desde el Centro ODS les presentamos cinco claves para alcanzar un cambio ante los problemas ambientales del país.
Cambiar nuestro modo de ver el mundo
La primera intervención estuvo a cargo de Julio Carrizosa, quien publicó el libro “Colombia compleja” en el año 2014. En este texto, el autor explora diferentes imaginarios y construcciones que se han hecho sobre el país, teniendo en cuenta lo que se ha escrito y hablado sobre su biodiversidad, su conflicto armado de los últimos 50 años, entre otros temas. A partir de este libro, Carrizosa explicó que un primer paso para pensar en las soluciones a la crisis ambiental es justamente pasar de un modo “simplista” de ver el mundo a uno “complejo”.
Citando al filósofo Edgar Morin, Carrizosa explicó que el paradigma de la simplicidad se ha construido en tres procesos: reducción, disyunción, abstracción. En Colombia, agregó el expositor, “siempre hemos reducido a ver los problemas desde puntos de vista muy dogmáticos, partiendo desde la economía, la política y la religión. El reto consiste en tratar de entender en qué país vivimos, cuáles son sus ecosistemas, su biodiversidad, su cultura”. En el país, por ejemplo, tenemos más de 300 ecosistemas y hace falta comprenderlos a fondo, lo mismo la historia, pues como señaló el expositor “desde el 9 de abril de 1948 Colombia se convirtió en uno de los países más corruptos y violentos del planeta y debemos entender por qué”.
En este desarrollo del pensamiento complejo, agregó Carrizosa, es importante “preguntarse cómo vivir bien en un país complejo, pensar en estrategias que nos ayuden a buscar la belleza y la bondad; hay multitud de experiencias que demuestran cómo miles de personas han vivido bien sin la necesidad de ser millonarios o poderosos. Tenemos que recobrar palabras como ecología, la cual hemos desperdiciado a lo largo de nuestras vidas”.
Reconocer en lo que hemos fallado
En su exposición, Cecilia López Montaño habló sobre los retos que nos ha revelado la pandemia del Covid-19. Una necesidad urgente, comentó, “es replantear el modelo de desarrollo. Existen diferentes posturas, algunas complicadas y antagónicas. Una de ellas señala que con la pandemia ha quedado claro que el modelo es débil en lo social y que necesita ajustes en ese sentido. Otra visión señala que es hora de aprovechar la oportunidad para hacer una transformación productiva, incluyente y sostenible”.
En Colombia, señaló López, debemos reconocer grandes errores que nos han llevado “a ser uno de los países más desiguales del mundo, y revisar si ese consenso de sostener la política social subordinada a la económica, privatizando pensiones y salud por ejemplo, ha sido eficiente. En el país, muchas personas lograron salir de la pobreza pero no alcanzaron a insertarse en el sistema productivo. Con la pandemia, casi todas estas personas terminaron en la informalidad. Aquí, por otro lado, quedó demostrado que se ha ignorado la contribución de las mujeres trabajando por el hogar. No podemos permitir que se siga ampliando la brecha social y de género”.
Replantear el sistema productivo
Otro tema clave, como señalaron López y Carrizosa en diferentes momentos, es la desvinculación existente entre el modelo de producción en Colombia y su impacto en el medio ambiente. “A muchos economistas les cuesta ver esa interrelación, pero llevamos más de 30 años dependiendo de un modelo minero energético, petrolero y de carbón que genera diferentes afectaciones en el medio ambiente. Y se cree que los instrumentos ambientales frenan el crecimiento económico, cuando no es así”, dijo López.
De acuerdo con la expositora, el país, “en lugar de buscar otras alternativas, se mueve hacia el fracking para extraer petróleo, ignorando lo que han dicho los organismos internacionales al respecto y las consecuencias ambientales. En Colombia todavía tenemos un conflicto entre desarrollo y medio ambiente, eso ha dificultado que logremos un desarrollo sostenible, pues con la demanda de recursos naturales lo que se está haciendo realmente es contaminarlos y despreciarlos”. Actualmente, con una caída del PIB del 6.8%, el país por la pandemia, se presenta una ventana de oportunidad para apostarle a una recuperación sostenible.
Un modelo ineficiente
Además de las fallas que se presentan por el sistema productivo extractivo, López habló sobre los problemas en el sector rural, haciendo énfasis en la ineficiencia en la ganadería y la agricultura. Los cultivos de alimentos y la ganadería, señaló, aportan el 19% del total de emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y consumen cerca del 68% de agua potable. Adicionalmente, son “la principal causa del rompimiento de los ciclos de fósforo y nitrógeno y dan cuenta del 31% de pérdida de flora y fauna silvestre”. Adicionalmente, los expositores señalaron que es importante revisar la deforestación en Colombia, la cual tiene dentro de sus principales motores a la agricultura y la ganadería y que no puede ser abordada solamente a través de la siembra de nuevos árboles.
Por una economía del buen vivir y del cuidado
Al final de la sesión, Carrizosa, López y los moderadores Diana Rodríguez y Alejandro Camargo hablaron sobre un tema clave y es el buen vivir, un concepto que tiene raíz en la forma en la que las comunidades indígenas han entendido el bienestar, articulando las necesidades del ser humano con las de la naturaleza. En este aspecto, López aseguró que es clave pensar en sistemas alimentarios sostenibles así como el uso que se le da al agua en el país. Asimismo, Camargo resaltó el uso que se le está dando al plástico y la necesidad de repensar los hábitos de consumo así como la idea de acumulación. Con una economía del cuidado, los participantes invitaron a los gobiernos a pensar qué se debe producir, para quién y cómo hacerlo sin acabar con la vida de la naturaleza.
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