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El Ministerio de Ambiente anunció oficialmente que incluirá en la lista de especies invasoras a los hipopótamos, tal como lo recomendó el Comité Técnico Nacional de Especies Introducidas y/o Trasplantadas Invasoras. Esta determinación abre las puertas a las primeras medidas concretas frente a la situación de esa especie en el país.
“Venimos trabajando con información científica y rigurosa en la hoja de ruta para la toma de decisiones respecto a las medidas de control y manejo de esta especie en Colombia. Por eso, el Ministerio de Ambiente adoptará la recomendación para declarar al hipopótamo como especie invasora por parte del Comité Nacional de Especies Introducidas y/o Trasplantadas Invasoras,” señaló el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Carlos Eduardo Correa, citado en un comunicado.
Esta decisión era esperada por un sector amplio de la comunidad científica, que ha alertado de los riesgos para los ecosistemas colombiano que implica la presencia de estos animales. Según estimaciones del Ministerio, alrededor de 130 hipopótamos deambulan a lo largo del Magdalena. Según el comunicado público, el estudio sobre el que se basa esta determinación “evidenció los riesgos ambientales por invasión del hipopótamo en ecosistemas estratégicos y que impactarían algunas especies nativas”.
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Los hipopótamos son considerados una especie problemática porque se consideran ingenieros ecosistémicos. Pasan gran parte de su tiempo en cuerpos de agua para bajar su temperatura, defecar y orinar. En el proceso de descomposición de los desechos las bacterias liberan dióxido de carbono, que en grandes cantidades puede disminuir los niveles de oxígeno y afectar los organismos presentes en los pozos, lagos o ríos. Además, cada vez que un individuo camina arrastra importantes cantidades de suelo, minerales y pequeños organismos. Por eso modifican constantemente los ecosistemas.
Sobre cómo controlar la expansión de esta especie, que llegó al país en un contenedor en 1981 (tres hembras y un macho), ha habido un fuerte debate. Recientemente, incluso, surgió la idea de construir un santuario para ellos. “La contención de 15 animales por un período de dos años puede costar alrededor de los $400 millones. Además, se sabe que los hipopótamos son animales agresivos y podrían matarse en algunos casos si se les encierra”, le aseguró hace poco a este diario Germán Jiménez, doctor en ciencias biológicas y profesor de la Universidad Javeriana.
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De hecho, en los planes de manejo que han propuesto investigaciones científicas se sugiere que ni la castración ni la contención pueden ser suficiente para controlar a esta especie en Colombia, dado sus altas tasas de reproducción. A finales de 2020, un grupo de científicos publicó un artículo titulado “Un hipopótamo en la habitación: predicción de la persistencia y dispersión de un megavertebrado invasivo en Colombia, América del Sur”, en la revista Biological Conservation.
A partir de datos registrados por el Humboldt sobre avistamiento de hipopótamos, cuenta la bióloga y Ph.D en ecología y desarrollo sustentable Nataly Castellanos, y una de las autoras del estudio, usaron ciertos modelos para proyectar cuántos hipopótamos podrían existir en Colombia, una cifra sobre la que nunca se ha tenido certeza. Para ese entonces calcularon que podrían existir unos 102 hipopótamos en el país y que, con la tasa de crecimiento de población identificada, que era del 14,5 %, si no se intensificaban las acciones para controlarlos llegarían a ser 1.500 para 2039.
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“En los modelos exploramos las acciones individualmente. Qué pasaría si solo se aplicaba extracción (sacrificio) o solo castración, pero notamos que la última alternativa por sí sola no lograría parar su crecimiento poblacional”, recuerda la investigadora. En otras palabras, la investigación sugería que mientras a algunos individuos tocaba confinarlos y castrarlos, otros debían ser sacrificados para poder detener una invasión que pone en peligro a especies nativas.
La idea, aunque fue respaldada por una carta de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza firmada por 1.200 expertos en especies invasoras, fue rechazada por ciertos sectores, en especial los animalistas. En este debate faltaba la voz del Ministerio, finalmente la única autoridad que podía decidir sobre el tema. Tras consultar con expertos y con base en evidencia, una primera decisión ha sido tomada.
El Comité Técnico Nacional de Especies Introducidas y/o Trasplantadas Invasoras fue convocado a inicios de febrero por el Ministerio de Ambiente. Ya entonces el ministro Correa aseguró que el estudio del Instituto Alexander von Humboldt y la Universidad Nacional permitió identificar las afectaciones a los ecosistemas, las áreas protegidas, la fauna y también la amenaza a la población que habita en las riberas del río Magdalena.
El estudio elaboró un mapa que describió la vulnerabilidad espacial basada en ecosistemas estratégicos, especies nativas como el manatí y el chigüiro y áreas protegidas a la probabilidad de amenaza por la presencia del hipopótamo. Se encontró que el Distrito de Manejo Integrado de los complejos cenagosos de Ayapel (Córdoba), Zapatosa (Cesar) y Barbacoas (Antioquia), la Depresión Momposina y las áreas ribereñas del valle medio del río Magdalena son altamente vulnerables.
De acuerdo con Hernando García, director del Instituto Alexander von Humboldt, “de los 44 individuos medidos en siete sitios, el 48% corresponde a crías o juveniles que se sumarán a la base reproductiva ya existente (30% de individuos) en los próximos tres años. Asimismo, el 23% de los individuos correspondieron a subadultos que se sumarán a la base reproductiva en el siguiente año”. La tasa de crecimiento de esa población sería de un 14%, mucho más alta que en África, dijo Correa.
Según el estudio, existen tres grupos poblacionales conformados por cuatro a 35 individuos, los cuales se concentran en Doradal, Río Cocorná e Isla del Silencio (río Magdalena entre Puerto Triunfo y Puerto Boyacá); en el resto de las áreas estudiadas predominan grupos familiares conformados por dos a cuatro individuos en pareja de adultos o familias con una o dos crías.