Colombia después de tres décadas de explotación de carbón a gran escala
Este mineral posicionó al país como el primer productor en Latinoamérica y le ha traído enormes riquezas, que contrastan con el cúmulo de necesidades y pobreza en las regiones donde se explota.
Carolina Gutiérrez Torres
Luego de tres décadas del arribo de la minería de carbón a gran escala a su territorio, los pobladores del Cesar y La Guajira reconocen que la extracción de este mineral les ha traído riqueza y desarrollo a unos, pero al mismo tiempo ha dejado una estela de pobreza y abandono, de contaminación y enfermedades.
Un video, preparado por dos reporteros de El Espectador luego de recorrer por diez días los dos departamentos del norte de Colombia, muestra la dura realidad de los pobladores que viven en las márgenes de las minas. (Vea el especial #EnLaRutaDelCarbón)
Mientras tres caseríos del Cesar siguen esperando que las empresas mineras cumplan la orden que les dio el Gobierno en 2010 de reubicarlos, porque el aire que respiran supera todos los límites de contaminación permitidos, otros pueblos que ya pasaron por ese proceso de reasentamiento siguen sin adaptarse a sus nuevas condiciones de vida lejos del campo y sus cultivos y sus animales.
Quienes les han vendido sus tierras a las empresas mineras desde hace treinta años, y quienes les han dado su aval para la explotación de carbón, señalan que no midieron las consecuencias que esto les traería. “No sólo nos quitaron tierra sino territorio, identidad”, dice Marina Martínez, líder del Hatillo (Cesar), uno de los tres caseríos que tienen que ser reasentados.
El secretario de Minas del Cesar, Pedro Díaz, sostiene que “la minería, como la política, es un mal necesario”. Reconoce que el país no estaba preparado para llegada del “boom” minero pero aboga por la “conciencia” que, según él, han ido tomando las empresas. Apunta que la explotación de carbón representa el 42% del PIB del Cesar.
“Minería sí, pero no como se está haciendo ahora”, dice Adanies Quintero, veedor de La Jagua de Ibirico (Cesar), el municipio del país que más regalías ha recibido por cuenta del carbón y que ha visto dilapidada toda su riqueza por cuenta de la corrupción de sus alcaldes y de la filtración de grupos armados al margen de la ley.
La Guajira y el Cesar cargan con la fortuna o la desdicha de que Colombia sea el primer productor de carbón de América Latina y el décimo del planeta. Cada quien cuenta su historia cómo le ha tocado vivirla. Pero hay hechos irrefutables, hechos como el deterioro ambiental y en la salud pública que han sido reconocidos por el mismo Gobierno.
Luego de tres décadas del arribo de la minería de carbón a gran escala a su territorio, los pobladores del Cesar y La Guajira reconocen que la extracción de este mineral les ha traído riqueza y desarrollo a unos, pero al mismo tiempo ha dejado una estela de pobreza y abandono, de contaminación y enfermedades.
Un video, preparado por dos reporteros de El Espectador luego de recorrer por diez días los dos departamentos del norte de Colombia, muestra la dura realidad de los pobladores que viven en las márgenes de las minas. (Vea el especial #EnLaRutaDelCarbón)
Mientras tres caseríos del Cesar siguen esperando que las empresas mineras cumplan la orden que les dio el Gobierno en 2010 de reubicarlos, porque el aire que respiran supera todos los límites de contaminación permitidos, otros pueblos que ya pasaron por ese proceso de reasentamiento siguen sin adaptarse a sus nuevas condiciones de vida lejos del campo y sus cultivos y sus animales.
Quienes les han vendido sus tierras a las empresas mineras desde hace treinta años, y quienes les han dado su aval para la explotación de carbón, señalan que no midieron las consecuencias que esto les traería. “No sólo nos quitaron tierra sino territorio, identidad”, dice Marina Martínez, líder del Hatillo (Cesar), uno de los tres caseríos que tienen que ser reasentados.
El secretario de Minas del Cesar, Pedro Díaz, sostiene que “la minería, como la política, es un mal necesario”. Reconoce que el país no estaba preparado para llegada del “boom” minero pero aboga por la “conciencia” que, según él, han ido tomando las empresas. Apunta que la explotación de carbón representa el 42% del PIB del Cesar.
“Minería sí, pero no como se está haciendo ahora”, dice Adanies Quintero, veedor de La Jagua de Ibirico (Cesar), el municipio del país que más regalías ha recibido por cuenta del carbón y que ha visto dilapidada toda su riqueza por cuenta de la corrupción de sus alcaldes y de la filtración de grupos armados al margen de la ley.
La Guajira y el Cesar cargan con la fortuna o la desdicha de que Colombia sea el primer productor de carbón de América Latina y el décimo del planeta. Cada quien cuenta su historia cómo le ha tocado vivirla. Pero hay hechos irrefutables, hechos como el deterioro ambiental y en la salud pública que han sido reconocidos por el mismo Gobierno.