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A inicios de esta semana el sacrificio de dos chimpancés que habían escapado de sus cuidadores en el Bioparque Ukumarí, en Pereira, despertó indignación y rabia contra las personas del área de conservación. Como contamos aquí, pocos hablaron del verdadero problema: el tráfico ilegal de animales que provocó que ambos chimpancés estuvieran a miles de kilómetros de su hábitat (en África). Justamente, este miércoles se publica en Nature un mapa global del comercio de vida silvestre en el mundo. Y Colombia es uno de los países que aparece en un área de riesgo importante.
La investigación, realizada por científicos de la Universidad de Sheffield, Reino Unido, reitera, para empezar, algo que no es del todo nuevo: el comercio de vida silvestre es una industria multimillonaria. Según estiman, más de 100 millones de plantas y animales se comercializan anualmente como mascotas, alimentos o incluso medicina tradicional y otros productos. Para entender la gravedad del fenómeno, dimensione esto: en algunas zonas del mundo la explotación es de tal magnitud que la abundancia de especies comercializadas disminuye en promedio un 62 %.
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La conclusión es sencilla: la explotación es ahora un factor clave del riesgo de extinción. Los puntos críticos de riqueza de especies comercializadas son principalmente tropicales, concentrándose en el África subsahariana, los Ghats occidentales (una cadena montañosa ubicada en la India), el sudeste asiático continental y Sumatra. Sin embargo, hay algunas diferencias importantes: en el Himalaya y la meseta etíope se encuentran los epicentros de comercialización de aves, mientras que en la cuenca del Congo y el bosque de Guinea se concentra el fenómeno para los mamíferos.
La mayoría de las aves se comercializan como mascotas, mientras que la mayoría de los mamíferos se comercializan como productos, señala la investigación. Los patrones para el comercio de mascotas y productos también fueron similares Los patrones para el comercio de mascotas y mamiferos para productos fueron similares excepto en América del Sur, donde especies como el kinkajú (Potos flavus, una especie de mamífero carnívoro) y el perezoso de garganta marrón (Bradypus variegatus), entre otras muchas más especies, se comercializan tanto a nivel nacional como internacional.
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Justamente, el estudio revela que áreas en este continente que comprenden el Amazonas de Brasil y toda la región de los Andes (Colombia, Ecuador y Venezuela) en donde las aves comercializadas tienen las historias evolutivas más distintas. En palabras simples, esto último significa que estas aves están menos relacionadas en términos de ancestros comunes recientes y han experimentado caminos evolutivos más divergentes a lo largo de la historia de la vida en la Tierra. Su importante para la biodiversidad es alta, ya que contribuye a la riqueza de linajes y funciones ecológicas.
La investigación encontró que las aves de cuerpo grande, frugívoras y que habitan en el dosel, así como los mamíferos de cuerpo grande, son más propensos a ser objeto de comercio, mientras que las aves insectívoras y los mamíferos que se alimentan durante el día son menos probables.
Los hallazgos, creen los científicos, podrían ayudar a mostrar a los formuladores de políticas dónde concentrar los recursos, al identificar los puntos críticos donde el comercio de vida silvestre podría causar el mayor daño. Los mapas y la información permiten visualizar el impacto potencial de eliminar una especie de un ecosistema. Por ejemplo, si los cálaos (un grupo de aves similar a los tucanes, pero diferentes) desaparecieran de las zonas donde habitan, la vegetación cambiaría radicalmente, con efectos colaterales para las aves, insectos y otros animales que habitan el ecosistema, le dijo a Nature Oscar Morton, biólogo de la Universidad de Sheffield y coautor del estudio.