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Los biólogos colombianos acaban de recibir una mala noticia. Todo parece indicar que el sapo quimbaya (Atelopus quimbaya), una especie que solo se puede encontrar en los Andes, está extinta. Las investigaciones que se han hecho durante las dos últimas décadas en los lugares donde solía habitar esta especie muestran que ha desaparecido por completo. No han detectado ningún individuo. Tampoco huevos o renacuajos. (Lea Cruzada para proteger al "cocodrilo naranja cavernícola")
Por esta razón, científicos de varias instituciones nacionales e internacionales le pidieron a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que declare como “probablemente extinto” a este animal que pertenece al género Atelopus y que solo se había observado en tres localidades: la Reserva Natural La Montaña (municipio de Salento, Quindío), el Parque Natural Regional de Ucumarí (municipio de Pereira, Risaralda), y la Reserva Bosque del Río Blanco (cuenca del río Chinchiná). (Lea: Se enreda la "Constitución de los Océanos")
Entre las entidades se encuentran el Instituto Humboldt, las universidades del Valle y Javeriana de Cali, Wildlife Conservation Society, el Centro para la Ciencia Abierta y la Conservación de la Biodiversidad en Costa Rica y la Universidad Autónoma de México.
De acuerdo con un comunicado publicado por el I. Humboldt, para esclarecer cuál era el estado real del sapo quimbaya, que, como todos los anfibios, es un buen indicador del estado de los ecosistemas, un grupo de investigadores reunió estudios científicos históricos y realizó varias salidas de campo a las regiones donde se encontraba. Su conclusión fue contundente: no ha habido ningún avistamiento desde que se produjeron los últimos registros entre 1994 y 1997.
Aunque es difícil establecer cuáles son las razones de esta posible extinción, las sospechas apuntan a la presencia de la trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss), y del hongo infeccioso Batrachochytrium dendrobatidis (Bd).
Estos dos enemigos del sapo quimbaya fueron, quizás, los principales culpables. El primero fue introducido en los ecosistemas a mediados del siglo XX y aún permanece en algunos cauces de agua. Probablemente, desde entonces, haya actuado como un depredador de los huevos y renacuajos del anfibio.
El segundo se ha convertido en un verdadero problema para varios países. Originario de Asia, este hongo es el responsable de la desaparición de poblaciones completas de anfibios. Suele producir paros cardíacos y afectar la respiración. En el caso del sapo quimbaya, los análisis efectuados a 23 ejemplares, recolectados en 1979 y 1994, arrojaron un resultado negativo para la infección por (Bd). Aunque los resultados actuales no permiten establecer si Bd está o no involucrado en el declive de este anfibio, actualmente se están llevando a cabo estudios a ejemplares depositados en las colecciones biológicas del Instituto Humboldt para comprobarlo.