Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
En diciembre del año pasado el Gobierno, a través del Ministerio de Ambiente, hizo un ambicioso anuncio: dijo que el país tenía la misión de reducir el 51 % de los gases de efecto invernadero para 2030. Aunque se trató de la cifra más llamativa, y quizá más fácil de entender, esta meta hace parte de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) de Colombia: el nombre que se les dio a los compromisos climáticos que cada país debe presentar ante las Naciones Unidas para explicar cómo va a enfrentar y mitigar el cambio climático. Además de la reducción de emisiones, que se lograría a través de 148 medidas, la NDC de Colombia tiene treinta metas de adaptación. Es decir, los cambios que deben implementar todos los sectores, no solo ambiente, para ser menos vulnerables ante el cambio climático.
Entre el año pasado y este, varios países presentaron la actualización de su NDC, ya que la regla dice que cada cinco años deben presentar metas más drásticas. La primera vez que las anunciaron fue en 2015, durante el Acuerdo de París. Pero durante este período, también, se desató la crisis por coronavirus, situación que nos hizo reflexionar sobre la estrecha relación que existe entre la naturaleza, el clima y la salud humana. ¿Pero qué tanto tuvieron en cuenta las NDC de los países los temas de salud?
Esta fue la duda que se propuso responder The Global Climate and Health Alliance, organización que reúne a varios profesionales de salud e iniciativas ambientales. Para hacerlo, analizaron las NDC de cuarenta países con varios niveles de ingreso, incluido Colombia, y miraron si cumplían con cinco categorías: impactos en salud, adaptación en salud, cobeneficios en salud, economía y finanzas y “puntos extra” cuando las NDC se referían a la salud desde una visión integral.
Tras repetir los cálculos dos veces, llegaron a una especie de ranking, donde Costa Rica lidera como el país que más ligó sus NDC con la salud y Noruega el que menos. Colombia, por su parte, logró el segundo mejor lugar junto a Laos y Senegal.
En las categorías que mejor le fue a Colombia, obteniendo el máximo puntaje, fue en cobeneficios a la salud y “puntos extra”. En las otras tres categorías obtuvo un puntaje medio, sumando doce unidades de las quince que era posible. Costa Rica ganó el liderato, con trece.
“La pandemia ha subrayado la conexión entre degradación ambiental, incluidos el cambio climático y la salud. Las comunidades más afectadas por el COVID-19 también son las más vulnerables a los impactos en la salud del cambio climático, y estas amenazas paralelas continúan exacerbando las desigualdades existentes”, aclara la organización.Lo bueno, comenta Jeni Miller, directora ejecutiva de la organización, es que aún muchos países, que sumados representan el 50 % de las emisiones globales, no han publicado sus compromisos climáticos. Con la Cumbre Climática (COP26) en la mira, que se desarrollará en noviembre de 2021 en Glasgow (Reino Unido), “hay una gran oportunidad para que los gobiernos puedan construir objetivos ambiciosos de reducción de emisiones, cosechar los beneficios para la salud dentro de la acción climática e impulsar sus economías”.
Lea: Los nuevos compromisos climáticos de Colombia
¿Qué dicen los compromisos climáticos de Colombia sobre la salud?
Aunque el análisis de The Global Climate and Health Alliance no habla de cómo evaluó la NDC de Colombia, basta leer el documento para rastrear las referencias que hace al tema de salud. Quizás uno de los puntos más importantes es que dice que uno de los elementos transversales de todo el compromiso climático es que se implementará “en el contexto del COVID-19”.
Además, de las treinta metas de adaptación, dos están dirigidas y deben ser lideradas por el sector salud. Una es que de aquí al 2030 se formulen acciones de adaptación a enfermedades sensibles al clima en el 100 % de las entidades territoriales del sector salud y que el 40 % de estas acciones estén implementadas. Como lo señaló el reporte de The Lancet Countdown del 2020, iniciativa que rastrea la evidencia que hay sobre los problemas de salud que traerá el cambio climático, entre el 2000 y el 2018 la mortalidad relacionada con las olas de calor en personas mayores a 65 años aumentó en un 53,7 %. Además, debido a las recientes condiciones climáticas, la transmisión del dengue a escala mundial se incrementó entre 8 y 15 % en el período de 1950 a 2018 y en las cinco regiones endémicas de la malaria el ambiente se ha hecho más apto para su transmisión. Esto, por dar solo unos ejemplos.
La segunda meta de adaptación al cambio climático que deberá liderar el sector salud es que también, para el 2030, el 40 % de clínicas y hospitales públicos del país deberán tener acciones de adaptación. En otras palabras, deberán pensar en infraestructura para enfrentar inundaciones o garantizar los servicios de agua hospitalarios durante prolongadas sequías.
Lea: Compromisos climáticos de Colombia: ¿una meta que se puede lograr?
Finalmente, y este es uno de los puntos más claves e innovadores de las NDC de Colombia, es que en su plan de mitigación incluye el carbono negro, uno de los principales contaminantes del aire y, por ende, amenaza para la salud humana.
“Colombia ha definido una meta nacional de reducción de emisiones de carbono negro del 40 % respecto al nivel de emisiones de 2014”, señala el documento de las NDC. “Esta meta no incluye las emisiones de carbono negro asociadas a incendios de bosques y praderas, dado que no se tiene información suficiente sobre esta actividad. Es decir que, considerando una emisión de carbono negro de 15.235 toneladas en 2014 (excluyendo incendios), la emisión máxima de carbono negrode Colombia en 2030 será de 9.195 toneladas”.
No se trata de un problema mayor. Según un boletín del Observatorio Nacional de Salud (ONS) del Instituto Nacional de Salud (INS) del 2019, la calidad del aire ocasiona el 13,9 % de las muertes por enfermedad isquémica del corazón y el 17,6 % de las muertes por enfermedad pulmonar obstructiva crónica en Colombia.