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Las autoridades australianas dieron luz verde para el inicio del ensayo de fase uno que evaluara si la vacuna DFTD es segura y provoca una respuesta inmune que proteja al demonio de Tasmania (Sarcophilus harrisii) de un cáncer mortal conocido como la enfermedad del tumor facial del diablo, responsable de la muerte de hasta el 80% de los demonios de Tasmania desde que apareció por primera vez en Tasmania, hace 30 años.
Ha sido un largo camino para llegar aquí. A inicios de año un estudio publicado en la revista Science dio a conocer los primeros detalles genéticos de cómo surgieron, evolucionaron y se propagaron este tipo de canceres en el demonio de Tasmania y sentó las bases para modelar cómo podrían afectar a las poblaciones de este animal en el futuro. Entonces, los científicos analizaron 78 genomas secuenciados que arrojaron que el cáncer DFTD surgió por primera vez en 1986, y DFT2 en 2011, siendo mucho más reciente.
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Las células tumorales faciales del DFTD se propagan de un animal a otro y pueden evadir el sistema inmunitario del demonio. La vacuna logra que las células tumorales sean más visibles para el sistema inmunitario. “Es un emocionante paso adelante”, dijo, citada por Nature, Hannah Siddle, genetista de la Universidad de Queensland en Brisbane, Australia. El equipo se inspiró en el funcionamiento de las vacunas contra el covid-19: básicamente, la vacuna se transporta en el cuerpo por un adenovirus, un virus que normalmente causa síntomas leves similares a los del resfriado en humanos, pero que ha sido modificado genéticamente para que no pueda multiplicarse ni causar enfermedades.
Después, la vacuna DFTD ingresa a las células del diablo y hace que produzcan proteínas que entrenan al sistema inmune para que reconozca que las células tumorales se originan fuera del cuerpo. Los científicos obtuvieron autorizaron para probar esta vacuna en 22 demonios de Tasmania cautivos sanos. En ellos evaluarán la respuesta de las dosis y si eso va según lo planeado, los investigadores podrán exponer a los demonios vacunados y no vacunados a la enfermedad para investigar si la vacuna los protege. Se trata de una dosis que se administrará mediante inyección y en un líquido oral durante el ensayo.
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Si todo funciona, los investigadores se tendrán que preguntar cómo vacunar a gran escala, pero para eso tendrán que pasar unos años hasta que haya resultados confiables.