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Colombia no es el único país del mundo que tiene problemas con animales invasores grandes y cuya población crece a costa de un impacto en el ambiente local y las especies que lo habitan. Mientras aquí las autoridades se preguntan qué hacer con los hipopótamos del Magdalena, en Australia el comité permanente del Senado sobre medio ambiente y comunicaciones acaba de darle la razón, una vez más, a los científicos que desde hace mucho tiempo están alertando sobre el peligro de los caballos salvajes (Equus caballus).
El pasado 13 de octubre, un informe de ese comité concluyó que: “Si no se gestionan con urgencia las poblaciones de caballos salvajes (Equus caballus), existe un riesgo real de perder este paisaje único y las especies nativas que lo habitan”, en relación con la presencia de esos animales en la región de los Alpes australianos en el sureste del país. (Vea: ¿Cómo hacer un proyector casero para ver el eclipse de sol?)
Quizá las películas haya vuelvo “normal” la presencia de caballos en las extensas planicies australianas, pero nada más lejos de la realidad: estos animales fueron introducidos en Australia por los europeos en el siglo XVIII y XIX, principalmente para su uso en la agricultura, transporte y actividades militares. Con el tiempo, los caballos se han convertido en una población establecida y han comenzado a causar serios problemas en los ecosistemas locales. Los científicos creen que, solo en toda la región de los Alpes australianos en el sureste del país, hay por lo menos 25.000 caballos salvajes libres, aunque ese número podría ser mayor.
Esta región es importante porque alberga una variedad única de flora y fauna adaptada a los ambientes alpinos y subalpinos. Muchas especies que habitan allí son endémicas, lo que significa que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. (Puede ver: Rodolfo Llinás, el último brujo)
Pero la pregunta es, ¿por qué los caballos son un riesgo allí? En primer lugar, la flora y la fauna de los Alpes australianos no evolucionaron para resistir la presencia de grandes herbívoros de pezuñas duras, como los caballos. “Hay áreas que deberían ser exuberantes con altos pastos y arroyos”, le dijo a Nature Don Driscoll, ecologista de la Universidad de Melbourne. “Ahora, estas áreas parecen potreros”. Con sus pisadas y sus hábitos alimenticios, los caballos están modificando estos paisajes.
Uno de los grandes riesgos es que los Alpes australianos son como una gran fuente gigante de agua en un lugar donde no llueve mucho. Esta agua es muy importante para las personas y la naturaleza de esa región. Los caballos están dañando áreas donde crecen plantas y donde el suelo almacena agua.
Esto afecta la calidad del líquido y cómo fluye en los ríos cercanos. La tierra donde crecen estas plantas y almacenan agua es muy delicada y se daña fácilmente por los cascos duros de los caballos. pero, además, al comer la vegetación, los caballos están eliminando poblaciones locales de ratas de dientes anchos (Mastacomys fuscus), eslizón acuático alpino (Eulamprus kosciuskoi), la rana Corroboree del norte (Pseudophryne pengilleyi) y la zarigüeya pigmea de montaña (Burramys parvus), solo por poner unos ejemplos. En Australia también existe evidencia de que los mamíferos nativos, incluidos canguros y ualabíes, pueden ser desplazados o reducidos en número por los caballos salvajes. Si todo esto es tan claro, ¿qué están haciendo las autoridades del país?
La discusión en ese país es similar a la colombiana: los científicos llevan pidiendo desde hace varios años que se permita el sacrificio de esos animales. Pero un sector político del país defiende que los caballos salvajes han vagado por la región durante décadas y pertenecen allí como parte del patrimonio cultural de Australia. De hecho, en Nueva Gales del Sur hay una ley aprobada en 2018 que exige que los caballos estén protegidos a un nivel sostenible. Justamente, en esa región se prohibió en el año 2000 el sacrificio aéreo de estos animales, después de un incidente en el que un caballo fue encontrado herido, pero vivo cinco días después de una jornada de sacrificio aéreo.
Puede ver: Eclipse de sol en Colombia: consejos para no perderse el evento astronómico
La petición de un grupo de científicos es retomar esa medida. Jack Gough, director de defensa del Consejo de Especies Invasoras de Australia, le explicó a Nature que, en el vasto y accidentado paisaje de los Alpes, medidas como disparar desde el suelo o atrapar y retirar son menos eficaces y demasiado caras.
Además, un estudio sobre la eficacia de la esterilización de hembras descubrió que se necesitarían entre 10 y 20 años para que el número de caballos disminuyera efectivamente. El incidente que impulsó la prohibición en el año 2000, además, es muy improbable: un estudio publicado en 2018 señaló que la mayoría de los caballos salvajes (63%) mueren instantáneamente, mientras que solo alrededor del 1% resultó herido no mortal. Pero incluso el 37% de los caballos que no murieron instantáneamente durante el sacrificio, mueren entre 3 segundos y 4 minutos después. (Puede ver: Crean el mapa más completo de células cerebrales)
Aunque el argumento de las personas en contra de esta medida en Australia (y en otros países como Colombia) se ha centrado en la ética del sacrificio, los científicos australianos tienen una respuesta para su caso particular: sacrificar a los caballos salvajes de esa manera rápida y eficaz contrasta con las muertes prolongadas que sufren en circunstancias en la naturaleza, particularmente durante sequías o después de incendios, cuando los caballos mueren gradualmente de hambre y sed.
También pueden quedar atrapados por encima de la línea de nieve en los parques naturales donde ya están, gracias a los humanos que irresponsablemente los llevaron allí y que no han podido controlar su presencia. “Sostenemos que el sufrimiento de los caballos salvajes no puede descartarse como un simple proceso natural en la naturaleza; las personas son directamente responsables y éticamente culpables de que los caballos salvajes se encuentren en situaciones en las que enfrentan un sufrimiento extremo y la muerte”, sostienen los científicos en el estudio. El comité del Senado le pide al Gobierno australiano tomar medidas urgente para controlar este problema.
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