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La universidad Jorge Tadeo Lozano es la sede del octavo Encuentro Latinoamericano de Economía de la Energía, un congreso en donde más de 100 expertos, incluyendo a académicos y representantes de los sectores industriales y oficiales, se reúnen a discutir los escenarios, desafíos y oportunidades que representa la transición energética en la región de América Latina y el Caribe. El encuentro es organizado por la Organización Internacional de Economía de la Energía (IAEE por sus siglas en inglés), la Asociación Latinoamericana de Economía de la Energía (ALADEE), el Consejo Mundial de la Energía y la Jorge Tadeo Lozano.
Uno de los temas más recurrentes en Colombia durante el gobierno de Gustavo Petro ha sido, justamente, la transición energética. El presidente ha dicho, desde su campaña, que uno de sus objetivos sería promover la descarbonización de la economía colombiana. Pero algunos anuncios hechos por miembros de su gabinete de ministros han causado polémica. En particular, el anuncio desde el Ministerio de Minas de que el país no tendrá nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos causó muchas preguntas.
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Este fue uno de los puntos de partida que abordó José Antonio Vargas Lleras, presidente del Consejo Mundial de Energía-Colombia en su intervención en el encuentro. “Cuando arrancamos la organización, no nos imaginamos la cantidad de cosas que iban a ocurrir. No nos imaginábamos la llegada de un nuevo gobierno con una agenda para nuestro sector”, dijo. A pesar de que el gobierno publicó un documento la semana pasada donde da ciertos lineamientos para empezar la construcción de la hoja de ruta de una transición energética justa, y convoca a todos los sectores de la sociedad a participar en el proceso, Vargas indicó que “el tema no es sencillo, el gobierno quiere hacer la transición rápidamente”.
“En Colombia tenemos una economía altamente dependiente de los hidrocarburos y la minería, más del 25% de ingresos de la nación corresponde al sector minero-energético”, destacó. A esta situación se le suma el hecho de que, históricamente, Colombia ha sido responsable de solo el 0.6 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En ese sentido, Vargas dijo que la transición justa tendrá que ser construida sobre tres ejes: seguridad energética, sostenibilidad ambiental y equidad social. “Debemos desarrollar un sistema energético que sea sostenible desde todas las perspectivas”, indicó.
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¿Cómo y cuándo se debe desarrollar la transición energética sin provocar grandes impactos en la economía del país? ¿Qué rol deberían jugar combustibles fósiles como el petróleo y gas natural? Estos dos interrogantes, tan recurrentes en la conversación colombiana, son también uno de los temas generales en América Latina que propone abordar el congreso.
A partir de la exposición y diálogo de las experiencias en los países de la región de América Latina y el Caribe, indica Isaac Dyner, decano de la Facultad de Ciencias Naturales e Ingeniería, y uno de los organizadores del congreso, se pueden encontrar puntos de convergencia o ejemplo para otros lugares. “Con este tema de la transición energética no hay una hoja de ruta única, pero es muy valioso escuchar sobre lo que están haciendo en otros lugares”.
Los efectos de dos crisis económicas relacionadas y la ruta de la energía en América Latina
La primera conferencia plenaria, llamada “Pospandemia, crisis energética y la energía Latinoamericana”, abordó, entre otras cosas, los retos que enfrenta la región para realizar una transición energética, teniendo en cuenta algunas características de su situación macroeconómica, tras la pandemia del covid-19 y en medio de una crisis de aumento de los precios en este año.
Govinda Timilsina, economista del Banco Mundial, presentó un panorama de la situación macroeconómica en América Latina, desde la década de 1980. Resaltó que, para países como Colombia, la energía es una de las exportaciones principales. Para 2019, por ejemplo, según la Agencia Internacional de Energía (AIE), Colombia fue el país de América Latina que más exportó carbón, petróleo gas natural y electricidad, es decir, las exportaciones de energía.
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El 2020, resaltó Timilsina, fue un año de gran contracción económica en la región, en general. A partir de 2021, complementó Medardo Cadena, director de Estudios, Proyectos e Información de la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), la economía se empezó a recuperar.
En ese contexto, indicó Cadena, es importante resaltar que “existe una deuda social muy importante en nuestra región que tiene que ser considerada”, al hablar de la transición energética. Además de esta contracción económica, el investigador indicó que todavía existen 16.5 millones de habitantes de la región que no tienen acceso a electricidad y muchos viven en pobreza extrema.
Incorporar este análisis no quiere decir que la región no esté caminando hacia una mayor incorporación hacia las energías renovables. “El reto es qué tan rápido o qué tan lento debemos avanzar en esas transiciones”, indicó. Teniendo en cuenta las características de la matriz energética en la región, Cadena resaltó que el petróleo y sus derivados representan el 56 % del consumo final dentro de esta matriz. Sin embargo, al comparar la región con otras del mundo, explicó que América Latina y el Caribe es “la región más renovable del planeta”, por su gran cantidad de recursos hídricos. “Esa gran participación de renovables tiene un impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero. A nivel global, la región aporta el 8.3 % de las emisiones y el sector de la energía solo representa el 3.5 % de las emisiones”, indicó.
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En todo caso, explicó que los análisis que ha llevado a cabo la Olade han determinado que, “a pesar de todos los esfuerzos de descarbonización, el petróleo y gas natural seguirán teniendo una importancia fundamental en la matriz de la región, más aún porque representan porcentajes importantes para muchas economías”, dijo Cadena. “Cuando tenemos brechas de pobreza, necesidades insatisfechas de acceso de economía y una participación importante de los fósiles, debemos analizar seriamente el papel que seguirán teniendo los fósiles”, puntualizó.
Por otra parte, Amylkar Acosta, exministro de Minas y Energía de Colombia, dijo que las crisis actuales, como la invasión rusa a Ucrania, no son un revés para la transición energética, “sino que la capultarán”. En particular, dijo que Colombia tiene un “gran potencial hídrico”, especialmente para impulsar la generación de energía a filo de agua
¿Cuál es y será el rol del petróleo en la transición energética?
La segunda conferencia primaria se llamó “El petróleo en tiempos de crisis” y abordó el rol del petróleo en la transición energética desde distintas perspectivas. Por ejemplo, la economista Astrid Martínez, investigador de Fedesarrollo expuso el estudio de caso de Colombia y las posibles repercusiones en la macroeconomía de las decisiones de este gobierno con relación a los contratos de exploración y explotación de hidrocarburos.
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“Si bien Colombia no es un país petrolero, la participación de este en las exportaciones e inversión extranjera es importante”, destacó Martínez. ¿Cuál podría ser el efecto de que, efectivamente, no se firmaran nuevos contratos de exploración y explotación de hidrocarburos a 2030? A partir de las últimas proyecciones de Ecopetrol, Martínez indicó que, para final de década, se estarían produciendo 579 mil barriles de petróleo al día si se tomara esta decisión. De lo contrario, se producirían 900 mil barriles diarios.
Esta disminución, y el impacto “destacable” en la macroeconomía, no empezaría a tener efecto si no hasta 2027. Concluyó, además, que el impacto en el PIB no es tan grande, pero sí lo es en las exportaciones. Para Martínez, mientras que el país siga teniendo necesidades básicas insatisfechas, limitar el desarrollo de los hidrocarburos en el país, “es un sacrificio que no tiene sentido”.
Por otra parte, en su presentación, Antoine Halff, investigador del Centro en Política Energética Global, en la Universidad de Columbia destacó seis lecciones aprendidas durante este período de crisis energética. La primera enseñanza es que el mercado de petróleo es más estable de lo que parece, al analizarlo a través del lente de satélites. La segunda es que no se puede esperar que el petróleo se vaya “en un abrir y cerrar de ojos”, pero sí se pueden, y deben, hacer esfuerzos para mantenerlo más ‘limpio’. ¿Cómo? Ahí vienen las siguientes dos enseñanzas.
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Para Halff, las nuevas tecnologías de rastreo por medio de satélites son una herramienta muy importante para detectar, por ejemplo, grandes fugas de metano. “La industria del petróleo, históricamente, ha revelado solo la información que le conviene, esto tiene que cambiar completamente. Las nuevas tecnologías son incentivos para que estas compañías puedan demostrarle al mundo que sí están reduciendo sus emisiones”, explicó. Los satélites permiten comparar las emisiones que detectan con las que las empresas reportan y eso, seguramente, traerá un gran cambio.
Por otra parte, Jean Eudes Moncomble, secretario general del Concejo Mundial de la Energía-Francia, resaltó que la transición energética traerá desafíos desconocidos e importantes. Habló sobre cómo tendremos que lidiar con una especie de ‘disputa’ entre la transición energética y la transición digital, pues ambas demandarán el uso de metales estratégicos en el futuro.