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Los conflictos entre los seres humanos y la vida silvestre causan el 75 % de las muertes de los felinos silvestres del mundo y representan una de las principales amenazas para la supervivencia de algunas de las especies más emblemáticas del planeta, según un informe divulgado por organizaciones ambientales. (Lea Fernando Vela, un homenaje al médico ambientalista asesinado)
De acuerdo con el estudio presentado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en sus siglas en inglés) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, estos conflictos involucran fenómenos como la cacería de diversas especies, la expansión de prácticas agropecuarias, el cambio climático, la extracción no sostenible de recursos, el desarrollo de la infraestructura y la urbanización.
El documento, titulado “Un futuro para todos: la necesidad de coexistir con la vida silvestre”, revela que “de las más de 260 especies de vertebrados terrestres que han tenido interacciones negativas con las personas, 53 se encuentran amenazadas”.
La investigación, en la que participaron 155 expertos de cuarenta organizaciones con sede en veintisiete países, concluye que los conflictos que ejercen presión sobre los paisajes en donde las personas y la vida silvestre compiten por el espacio han ocasionado la muerte de muchas otras especies de carnívoros terrestres y marinos, como osos polares y focas monje del Mediterráneo, y la de grandes herbívoros, como los elefantes.
“Los conflictos entre seres humanos y la vida silvestre, en combinación con otras amenazas, han provocado una disminución considerable de especies que antes eran abundantes, y las que naturalmente son menos abundantes se encuentran al borde de la extinción”, advirtió la líder de la Práctica de Vida Silvestre de WWF Internacional, Margaret Kinnaird, en un comunicado.
En ese sentido, los expertos alertan de que, de no tomarse medidas urgentes, “esta tendencia devastadora no hará más que empeorar, causando impactos perjudiciales y, en algunos casos, irreversibles, en los ecosistemas, la biodiversidad y la humanidad”.
La amenaza pone en riesgo a pescadores artesanales, que sufren pérdidas económicas significativas por causa de los depredadores marinos, o la industria agropecuaria, debido a que reduce la productividad, y debilita los sistemas de producción y otros negocios.
La investigación también revela que el 70 % de las enfermedades emergentes, entre ellas el ébola, el zika y la encefalitis de Nipah, así como casi todas las pandemias conocidas, incluido el coronavirus, “se han propagado debido al contacto entre la vida silvestre, el ganado y las personas”.
Además de esos impactos, otras consecuencias como las lesiones, muertes, pérdida de propiedades y medios de subsistencia son una carga para quienes conviven con la vida silvestre, principalmente en naciones en desarrollo ricas en biodiversidad, lo que conduce a la inseguridad financiera y a una mala salud física y mental.
Reducir el impacto
El panorama presenta otros desafíos porque las respuestas actuales al problema, subraya el estudio, incluyen medidas que se aplican a nivel local, de forma fragmentada y principalmente con un enfoque de conservación, lo que todavía es insuficiente para la magnitud de la amenaza.
Sin embargo, y pese a que las organizaciones señalan que no es posible erradicar por completo el conflicto entre los seres humanos y la vida silvestre, la investigación destaca que “los enfoques integrados y bien planeados para manejarlo pueden contribuir a su reducción y conducir a una forma de coexistencia”.
Un ejemplo de ellos es el manejo del conflicto entre ganaderos y jaguares en 71 fincas modelo que cubren más de 220,000 hectáreas en corredores de Colombia, Costa Rica, Bolivia y Brasil, en donde organizaciones han trabajado con comunidades y productores para reducir la depredación de los felinos, que en los ranchos se disminuyó en un 90 %.