Consecuencias de la agricultura y alimentación costarían 10 billones de dólares
La Agencia de Alimentación de las Naciones Unidas (FAO) publicó un informe en el que, por primera vez, estimó los costos ocultos de las actividades agroalimentarias en la salud, el medio ambiente y la sociedad.
Se revelaron los “costos ocultos” de las consecuencias que generan la agricultura y la alimentación de los seres humanos. Así lo declaró un informe recién publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que además señala que estos costos podrían tener un impacto negativo directo en alteraciones al medio ambiente, la salud humana y el desarrollo social.
De manera más puntual, la FAO recopiló datos de 154 países en todo el mundo. De todos ellos, casi el 74 % de los costos en alimentación están relacionados con “dietas poco saludables, alto contenido de alimentos ultraprocesados, grasas y azúcares que afectan a los países de ingresos altos y medianos altos”, según se lee en el informe. Algunas de las consecuencias más conocidas de ese tipo de alimentación, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), son la obesidad y la diabetes,
Por la misma línea, el director general de la FAO, el diplomático Qu Dongyu, dijo que el futuro de los sistemas alimentarios depende de “nuestra voluntad de apreciar a todos los productores de alimentos, grandes y pequeños; reconocer estos costos reales y entender de qué forma contribuimos todos nosotros a ellos, junto a las medidas que debemos adoptar”, expresó Dongyu en un comunicado emitido por la FAO.
El informe también advirtió efectos en el medioambiente por causa de los gastos en agricultura y alimentación de los países que analizó. Eso está relacionado con las emisiones de gases de efecto invernadero y nitrógeno, la deforestación y la mala utilización del agua.
Por ahora, la estimación de gastos que hizo esa agencia de la ONU indica que los costos ocultos derivados de los sistemas agroalimentarios llegaron, por lo menos, a los 10 billones de dólares durante 2020. La FAO dijo que ese valor equivale, por lo menos, a casi el 10 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial en ese mismo año.
Pero la situación en países de bajos ingresos suele ser más grave según el informe, pues esos costos ocultos representan, en promedio, un 27 % del PIB, en comparación con el 11 % en países de ingresos medianos y el 8 % en los de ingresos elevados.
Sin embargo, la FAO admitió insuficiencias en las cifras recopiladas, especialmente en lo que concierne a la degradación de los terrenos, la exposición a pesticidas, la resistencia a antimicrobianos y las intoxicaciones alimentarias.
Lea también: Petro quiere hacer pilotos de energía solar en el Caribe, pero hay varias dudas.
Después de la divulgación del informe, surgió la pregunta sobre si abordar los gastos ocultos impactaría en el costo de los alimentos. La FAO explicó que esto varía si se considera, por ejemplo, la posibilidad de aplicar impuestos o normativas a los agricultores para fomentar prácticas más amigables con el medio ambiente.
Asimismo, la FAO destaca que cuando se emplean fondos públicos para promover patrones alimentarios más saludables y sostenibles, no afectan el presupuesto de los hogares. Además, sostiene que “a largo plazo, las mejoras en la salud pública que resultan en un aumento de la productividad podrían traducirse en mayores ingresos para los hogares”.
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Se revelaron los “costos ocultos” de las consecuencias que generan la agricultura y la alimentación de los seres humanos. Así lo declaró un informe recién publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que además señala que estos costos podrían tener un impacto negativo directo en alteraciones al medio ambiente, la salud humana y el desarrollo social.
De manera más puntual, la FAO recopiló datos de 154 países en todo el mundo. De todos ellos, casi el 74 % de los costos en alimentación están relacionados con “dietas poco saludables, alto contenido de alimentos ultraprocesados, grasas y azúcares que afectan a los países de ingresos altos y medianos altos”, según se lee en el informe. Algunas de las consecuencias más conocidas de ese tipo de alimentación, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), son la obesidad y la diabetes,
Por la misma línea, el director general de la FAO, el diplomático Qu Dongyu, dijo que el futuro de los sistemas alimentarios depende de “nuestra voluntad de apreciar a todos los productores de alimentos, grandes y pequeños; reconocer estos costos reales y entender de qué forma contribuimos todos nosotros a ellos, junto a las medidas que debemos adoptar”, expresó Dongyu en un comunicado emitido por la FAO.
El informe también advirtió efectos en el medioambiente por causa de los gastos en agricultura y alimentación de los países que analizó. Eso está relacionado con las emisiones de gases de efecto invernadero y nitrógeno, la deforestación y la mala utilización del agua.
Por ahora, la estimación de gastos que hizo esa agencia de la ONU indica que los costos ocultos derivados de los sistemas agroalimentarios llegaron, por lo menos, a los 10 billones de dólares durante 2020. La FAO dijo que ese valor equivale, por lo menos, a casi el 10 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial en ese mismo año.
Pero la situación en países de bajos ingresos suele ser más grave según el informe, pues esos costos ocultos representan, en promedio, un 27 % del PIB, en comparación con el 11 % en países de ingresos medianos y el 8 % en los de ingresos elevados.
Sin embargo, la FAO admitió insuficiencias en las cifras recopiladas, especialmente en lo que concierne a la degradación de los terrenos, la exposición a pesticidas, la resistencia a antimicrobianos y las intoxicaciones alimentarias.
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Después de la divulgación del informe, surgió la pregunta sobre si abordar los gastos ocultos impactaría en el costo de los alimentos. La FAO explicó que esto varía si se considera, por ejemplo, la posibilidad de aplicar impuestos o normativas a los agricultores para fomentar prácticas más amigables con el medio ambiente.
Asimismo, la FAO destaca que cuando se emplean fondos públicos para promover patrones alimentarios más saludables y sostenibles, no afectan el presupuesto de los hogares. Además, sostiene que “a largo plazo, las mejoras en la salud pública que resultan en un aumento de la productividad podrían traducirse en mayores ingresos para los hogares”.
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