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En la larga lista de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) aparece la tortuga marina verde (Chelonia mydas). Entre las causas de la disminución de su población están la caza furtiva, las colisiones con embarcaciones, la destrucción de su hábitat y la pesca. (Lea: Encuentran 48 nuevas especies de arañas cazadoras terrestres)
Sin embargo, ahora un reciente estudio le apunta a otra amenaza que está vinculada con el cambio climático. En los resultados publicados en la revista Frontiers in Marine Science, los investigadores explican que el sexo de las tortugas marinas lo determina la temperatura.
Esto significa que “cada vez más embriones se convierten en hembras a medida que las temperaturas siguen aumentando”, añaden. Por ejemplo, en la Gran Barrera de Coral, en Australia, nacen cientos de hembras por cada macho. En el estudio, además, los científicos consiguieron determinar que el riesgo de extinción puede verse agravado por la contaminación.
Para determinar los riesgos, Arthur Barraza, investigador del Australian Rivers Institute de la Universidad Griffith, y su equipo de trabajo se dieron a la tarea de estudiar los efectos de la contaminación en el desarrollo de las tortugas marinas verdes en Heron Island, uibcado al sur de la Gran Barrera de Coral. (Puede leer: Hipopótamos en Colombia: ONG podrán presentar propuestas para su esterilización)
En esta zona, dicen los científicos, cada año anidan entre 200 y 1.800 hembras. Además, “la proporción de sexos está actualmente más equilibrada que cerca del ecuador, con aproximadamente dos o tres hembras por cada macho”, comentan.
Del total de nidadas, el equipo recolectó 17 enteras dentro de las dos horas posteriores a la puesta de los huevos. Luego, las volvieron a enterrar cerca de sondas automáticas de temperatura. También registraron la temperatura dentro del nido y en la superficie de la playa cada hora. (Le puede interesar: Hallaron dos nuevas especies de gusanos que tienen cuatro ojos)
Una vez nacieron, cada una de las crías fueron sacrificadas y disecadas para examinar los órganos sexuales. También se les extrajo el hígado para medir los contaminantes. En su interior encontraron 18 metales como el cromo, el antimonio y el bario, así como en contaminantes orgánicos como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), los bifenilos policlorados (PCB) y los éteres de difenilo polibromados (PBDE).
Barraza explica que “la acumulación de estos contaminantes por parte de una tortuga hembra ocurre en el sitio donde busca alimento. A medida que los huevos se desarrollan dentro de ella, absorben los contaminantes que acumuló”. Asimismo, concluye que “cuanto mayor es la cantidad promedio de antimonio y cadmio, metales pesados, en el hígado de las crías, mayor es la tendencia hacia las hembras dentro del nido”.
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