(Opinión) Movilizar fondos y eliminar subsidios perjudiciales, objetivos clave para la COP16
Es crucial que sigamos desarrollando nuevos modelos de negocio y un sistema financiero capaz de generar rendimientos saludables. El desafío más urgente para los gobiernos es reformar los subsidios que promueven la deforestación en el mundo, Cálculos que demuestran que, por ejemplo, incentivos a actividades productivas en el mundo de alrededor de 7,5 billones de pesos colombianos anuales que contribuyen a la pérdida de 2.2 millones de hectáreas de bosques.
Patricia Zurita*
Hace dos años, 196 países firmaron un compromiso sin precedentes para revertir la pérdida de la naturaleza y conservar el 30 % de las tierras y los océanos del mundo para el 2030. Fue un acuerdo histórico con metas ambiciosas. Con seis años por delante, es fundamental reconocer que establecer objetivos, por sí solo, no es suficiente. Debemos acompañarlos con planes de implementación claros y un financiamiento igualmente de ambicioso.
Actualmente, la naturaleza recibe un financiamiento insuficiente, con un déficit de alrededor de 700 mil millones de dólares estadounidenses al año. Los negociadores no pueden irse de Cali sin decidir de dónde provendrá parte de ese financiamiento, cuándo se entregará y qué grupos lo recibirán. El tiempo apremia.
Los gobiernos no pueden cerrar esta brecha de financiamiento por sí solos. También es necesario movilizar todo el capital privado que actualmente está́ paralizado por el riesgo y la incertidumbre. Es crucial que sigamos desarrollando nuevos modelos de negocio y un sistema financiero capaz de generar rendimientos saludables, mientras conservamos y restauramos los ecosistemas que sostienen la economía global.
El desafío más urgente para los gobiernos es reformar los subsidios que promueven la deforestación. A nivel global, los subsidios a actividades productivas suman un estimado conservador de 7,5 billones de pesos colombianos anuales (1.8 billones de dólares americanos) y contribuyen a la pérdida de 2.2 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo cada año, la sobreexplotación de pesquerías y la destrucción de otros ecosistemas. En la región amazónica, estos subsidios a menudo apoyan la expansión insostenible de tierras cultivables.
Es necesario redirigir estos subsidios hacia prácticas que fomenten el desarrollo de cadenas de valor sostenibles y contribuyan a la regeneración de los ecosistemas, para ayudar a cumplir con los compromisos globales, por ejemplo el de deforestación neta cero. Si los países no logran avanzar significativamente en movilizar nuevos recursos y redirigir todos los subsidios ambientalmente perjudiciales, la naturaleza, y nuestra supervivencia, estarán en grave peligro.
Finalmente, debemos asegurarnos de que el capital llegue a los proyectos adecuados, en particular a aquellos que beneficien simultáneamente la biodiversidad, el clima y el bienestar humano. Es evidente que la inversión más eficiente que podemos realizar es en el trabajo de las comunidades locales, los pueblos Indígenas y los grupos afrodescendientes de América Latina, quienes han cuidado sus tierras y aguas ancestrales durante generaciones.
Las crisis interrelacionadas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad están afectando cada vez más nuestras vidas y son más palpables. Desde incendios forestales catastróficos en el Amazonas y problemas de suministro de agua en Bogotá́, hasta inundaciones históricas en Carolina del Norte y Tailandia. Llegamos a Colombia, un líder ambiental global y un país donde Conservación Internacional ha trabajado durante décadas, con el compromiso de ponernos manos a la obra, porque el momento es ahora.
*Directora de estrategia global de Conservación Internacional.
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Hace dos años, 196 países firmaron un compromiso sin precedentes para revertir la pérdida de la naturaleza y conservar el 30 % de las tierras y los océanos del mundo para el 2030. Fue un acuerdo histórico con metas ambiciosas. Con seis años por delante, es fundamental reconocer que establecer objetivos, por sí solo, no es suficiente. Debemos acompañarlos con planes de implementación claros y un financiamiento igualmente de ambicioso.
Actualmente, la naturaleza recibe un financiamiento insuficiente, con un déficit de alrededor de 700 mil millones de dólares estadounidenses al año. Los negociadores no pueden irse de Cali sin decidir de dónde provendrá parte de ese financiamiento, cuándo se entregará y qué grupos lo recibirán. El tiempo apremia.
Los gobiernos no pueden cerrar esta brecha de financiamiento por sí solos. También es necesario movilizar todo el capital privado que actualmente está́ paralizado por el riesgo y la incertidumbre. Es crucial que sigamos desarrollando nuevos modelos de negocio y un sistema financiero capaz de generar rendimientos saludables, mientras conservamos y restauramos los ecosistemas que sostienen la economía global.
El desafío más urgente para los gobiernos es reformar los subsidios que promueven la deforestación. A nivel global, los subsidios a actividades productivas suman un estimado conservador de 7,5 billones de pesos colombianos anuales (1.8 billones de dólares americanos) y contribuyen a la pérdida de 2.2 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo cada año, la sobreexplotación de pesquerías y la destrucción de otros ecosistemas. En la región amazónica, estos subsidios a menudo apoyan la expansión insostenible de tierras cultivables.
Es necesario redirigir estos subsidios hacia prácticas que fomenten el desarrollo de cadenas de valor sostenibles y contribuyan a la regeneración de los ecosistemas, para ayudar a cumplir con los compromisos globales, por ejemplo el de deforestación neta cero. Si los países no logran avanzar significativamente en movilizar nuevos recursos y redirigir todos los subsidios ambientalmente perjudiciales, la naturaleza, y nuestra supervivencia, estarán en grave peligro.
Finalmente, debemos asegurarnos de que el capital llegue a los proyectos adecuados, en particular a aquellos que beneficien simultáneamente la biodiversidad, el clima y el bienestar humano. Es evidente que la inversión más eficiente que podemos realizar es en el trabajo de las comunidades locales, los pueblos Indígenas y los grupos afrodescendientes de América Latina, quienes han cuidado sus tierras y aguas ancestrales durante generaciones.
Las crisis interrelacionadas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad están afectando cada vez más nuestras vidas y son más palpables. Desde incendios forestales catastróficos en el Amazonas y problemas de suministro de agua en Bogotá́, hasta inundaciones históricas en Carolina del Norte y Tailandia. Llegamos a Colombia, un líder ambiental global y un país donde Conservación Internacional ha trabajado durante décadas, con el compromiso de ponernos manos a la obra, porque el momento es ahora.
*Directora de estrategia global de Conservación Internacional.
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