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                                                                                                                                Yo estuve en la Conferencia de Cambio Climático en Glasgow

                                                                                                                                Más de 190 países se reunieron en la COP26 para descifrar cómo mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5° C. Periodista que cubrió el evento cuenta lo que se vivió, se logró y quedó ausente en lo pactado.

                                                                                                                                María Mónica Monsalve

                                                                                                                                Periodista Vivir
                                                                                                                                Zona de reunión y transmisión de la sede de la COP26 que se realizó en Glasgow, Reino Unido.
                                                                                                                                Foto: María Mónica Monsalve
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Para mi suerte esta COP26 era una de las más mediáticas. En parte porque fue una especie de prueba piloto sobre cómo hacer conferencias internacionales cuando aún estamos en pandemia. Todas las mañanas los participantes debíamos hacernos una prueba de flujo lateral para el covid-19 y mostrar una constancia de que el resultado era negativo antes de entrar a la sede. En mi caso, y en el de los delegados de otros seis países de Latinoamérica, además, implicó una cuarentena estricta de seis noches en un hotel manejado por el gobierno británico. En el cuarto no se podían abrir ventanas, la comida la dejaban en la puerta tras anunciarla con un par de golpes y solo teníamos el “derecho” de salir a un parqueadero 15 minutos al día. Eso sí, vigilada por los guardias, desde el cuarto hasta el parqueadero, y en el camino de vuelta (a la final, según el último reporte de Salud Pública de Escocia, solo dos de cada 1.000 personas que participaron en la COP26 resultaron positivas para covid-19).

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El tercer espacio, sin embargo, era el más diciente. Antes de entrar a la sede uno se encontraba con protestas del famoso grupo Extintion Rebellion pidiendo que no se hablara de carbono neutro, sino que se dejara de emitir. Caricaturas de los gobernantes, interrogantes sobre lo poco que han logrado estas conferencias, personas en el piso, bajo sábanas, queriendo decir que el clima estaba muerto, dudas sobre los mercados de carbono, peticiones para mantener viva la meta de 1,5° C y mujeres indígenas de todo el continente americano denunciando que los mismos responsables del cambio climático son también quienes las han violado, agredido y desaparecido por siglos. En las calles de Glasgow, también, se topaba uno con jóvenes colombianos que marchaban y pedían al presidente Duque que por lo menos se pronunciara sobre el asesinato de líderes ambientales. (Vea también: Movimiento en contra del asesinato de mujeres indígenas se pronuncia en la COP26)

                                                                                                                                Toda una muestra de que el cambio climático es una narrativa de distintos mundos, donde la urgencia se piensa a distintos ritmos. Las naciones más vulnerables al cambio climático, entre las que se encuentran islas que podrían sumergirse por el aumento del nivel del mar, pidieron con urgencia un fondo para “daños y pérdidas”. Las negociaciones climáticas, se podría decir, tienen tres hijas. La mitigación: reducción y captura de emisiones, que suele llevarse la atención y todos los focos del escenario. La adaptación, similar a hacer planes para que los impactos del cambio climático no sean tan drásticos, y que para esta comparación sería como una hija a la que se le pone atención cuando llora. Finalmente, pérdidas y daños, lo que pasa cuando ya los efectos del cambio climático se viven y sienten, pero que es una hija que, aunque patalee, poco la miran. Un fondo para poder lidiar con lo que el cambio climático ya se llevó era lo que se estaba pidiendo.

                                                                                                                                Pero la urgencia para Estados Unidos y la Unión Europea (UE) no era esa. Esto pese a que el delegado de la UE acudió a fotos de sus nietos para pedirles a los otros países actuar ya. Y hacerlo drásticamente. Solo que no, al parecer, para pagar por los daños por los que los países que él representa son responsables. El fondo no quedó en el acuerdo final, en lo que ahora se conoce como el Pacto de Glasgow.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Zona de reunión y transmisión de la sede de la COP26 que se realizó en Glasgow, Reino Unido.
                                                                                                                                Foto: María Mónica Monsalve
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Para mi suerte esta COP26 era una de las más mediáticas. En parte porque fue una especie de prueba piloto sobre cómo hacer conferencias internacionales cuando aún estamos en pandemia. Todas las mañanas los participantes debíamos hacernos una prueba de flujo lateral para el covid-19 y mostrar una constancia de que el resultado era negativo antes de entrar a la sede. En mi caso, y en el de los delegados de otros seis países de Latinoamérica, además, implicó una cuarentena estricta de seis noches en un hotel manejado por el gobierno británico. En el cuarto no se podían abrir ventanas, la comida la dejaban en la puerta tras anunciarla con un par de golpes y solo teníamos el “derecho” de salir a un parqueadero 15 minutos al día. Eso sí, vigilada por los guardias, desde el cuarto hasta el parqueadero, y en el camino de vuelta (a la final, según el último reporte de Salud Pública de Escocia, solo dos de cada 1.000 personas que participaron en la COP26 resultaron positivas para covid-19).

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El tercer espacio, sin embargo, era el más diciente. Antes de entrar a la sede uno se encontraba con protestas del famoso grupo Extintion Rebellion pidiendo que no se hablara de carbono neutro, sino que se dejara de emitir. Caricaturas de los gobernantes, interrogantes sobre lo poco que han logrado estas conferencias, personas en el piso, bajo sábanas, queriendo decir que el clima estaba muerto, dudas sobre los mercados de carbono, peticiones para mantener viva la meta de 1,5° C y mujeres indígenas de todo el continente americano denunciando que los mismos responsables del cambio climático son también quienes las han violado, agredido y desaparecido por siglos. En las calles de Glasgow, también, se topaba uno con jóvenes colombianos que marchaban y pedían al presidente Duque que por lo menos se pronunciara sobre el asesinato de líderes ambientales. (Vea también: Movimiento en contra del asesinato de mujeres indígenas se pronuncia en la COP26)

                                                                                                                                Toda una muestra de que el cambio climático es una narrativa de distintos mundos, donde la urgencia se piensa a distintos ritmos. Las naciones más vulnerables al cambio climático, entre las que se encuentran islas que podrían sumergirse por el aumento del nivel del mar, pidieron con urgencia un fondo para “daños y pérdidas”. Las negociaciones climáticas, se podría decir, tienen tres hijas. La mitigación: reducción y captura de emisiones, que suele llevarse la atención y todos los focos del escenario. La adaptación, similar a hacer planes para que los impactos del cambio climático no sean tan drásticos, y que para esta comparación sería como una hija a la que se le pone atención cuando llora. Finalmente, pérdidas y daños, lo que pasa cuando ya los efectos del cambio climático se viven y sienten, pero que es una hija que, aunque patalee, poco la miran. Un fondo para poder lidiar con lo que el cambio climático ya se llevó era lo que se estaba pidiendo.

                                                                                                                                Pero la urgencia para Estados Unidos y la Unión Europea (UE) no era esa. Esto pese a que el delegado de la UE acudió a fotos de sus nietos para pedirles a los otros países actuar ya. Y hacerlo drásticamente. Solo que no, al parecer, para pagar por los daños por los que los países que él representa son responsables. El fondo no quedó en el acuerdo final, en lo que ahora se conoce como el Pacto de Glasgow.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Ver todas las noticias
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