Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El duermevela es inspirador. Dice un artículo científico que es posible asumir que de él “se puede extraer saber y producir material para generar saber”. Eso me gusta. Lo asumo como ese momento en el que uno está medio dormido, medio despierto, algo consciente, y se le empiezan a venir a la cabeza posibles respuestas a esas preguntas que tiene en el inconsciente y que no ha podido resolver. Entre el sueño y la realidad surgen ideas y argumentos que, si uno después se acuerda, pueden ser valiosos para el día laboral o para sentar posiciones. (Lea ¿Qué está en juego en la cumbre climática en un país petrolero?)
Y como hay temas que le preocupan a uno permanentemente, finalizando noviembre de todos los años el tema de mi duermevela es la Cumbre de Cambio Climático (COP28), que en 2023 inicia el 30 de noviembre y se extiende hasta el 12 de diciembre y tendrá lugar en Dubai. Y la eterna pregunta: ¿habría otro mecanismo diferente a la multitudinaria reunión anual para lograr acciones definitivas? El mundo lleva reuniéndose presencialmente dese 1995 —con excepción del año de la pandemia, 2020—, y no debería ser natural que en 28 eventos a los que asisten funcionarios gubernamentales y miles de representantes de otras organizaciones aun los compromisos no se hayan plasmado en acciones que deberían ser contundentes; obligatorias; vinculantes; castigadas por incumplimiento.
Lo invitamos a leer: Juan Pablo Ruiz: cinco lecciones para Colombia sobre medio ambiente y crisis climática
Difícil porque los países son autónomos en sus decisiones. Lo admito. Y quienes toman las decisiones pueden negar que el calentamiento global es producto de la actividad humana, a pesar de la sobrada evidencia científica. Están en su derecho. Lo que no pueden desconocer es que algo está pasando con el clima porque las noticias nos muestran fenómenos naturales que con más furia que nunca están devastando regiones del planeta, lo que ha llevado a que el término sea ahora más expresivo: crisis climática, incluso emergencia climática. En mi duermevela se me ha ocurrido llamarlo desastre climático. ¿Cómo no se dan cuenta?
Parece que desde la COP13, que tuvo lugar en Bali, los gobiernos anfitriones están calculando la huella de carbono que genera este tipo de masivas conferencias y compensando a través de proyectos que promueven la reforestación y el uso de energías renovables principalmente. Claro; el que peca y reza empata, dicen por ahí.
Confieso que asistí a la COP20 en Lima, Perú, diciembre de 2014. ¿Interesante? Sí, no lo niego. Pero… ¿Valió la pena? Los científicos llevan los resultados de sus investigaciones, los industriales muestran sus aportes, los emprendedores tratan de convencer con sus ideas novedosas, las, comunidades rurales tratan de tener espacios para demostrar su sabiduría ancestral, los políticos se reúnen y los periodistas informamos. Y al final, una declaración con unos compromisos. Y todos, de nuevo, a sus casas a tratar de convencer sobre el éxito de la reunión, a prometer acciones que difícilmente ponen en marcha y, por tanto, no pueden demostrar resultados.
¿Qué dice mi duermevela? Que deberíamos recordar algunas de las lecciones de la pandemia. Por ejemplo, tomar decisiones drásticas porque es que es en serio; incluir en esa toma de decisiones a quienes han estudiado el tema desde diferentes disciplinas y enfoques, no solo para conocer los resultados de sus investigaciones científicas, sino escuchar lo que tienen que decir, llegar a acuerdos con ese conocimiento y ponerlos a andar; agilizar los trámites y asignar los recursos necesarios para que las acciones definidas, producto de esos acuerdos, se cumplan; evaluar las diferentes alternativas para lograr objetivos y optar por la que tenga menos efectos sobre el clima, así sea necesario hacer sacrificios. Actuar.
Durante el último año, el actual gobierno ha anunciado una serie de iniciativas para hacer frente a la crisis climática en el planeta. Entre las propuestas más destacadas están: el ‘Plan Marshall’ contra el cambio climático, el canje de deuda externa por acción climática y la reducción gradual del uso de combustibles fósiles y la frontera extractivista.
La posición regional de América Latina es llevar propuestas de mitigación, adaptación climática y un fondo de pérdidas y daños.
La COP28 anuncia que trabajará en cuatro líneas: 1. Acelerar la transición energética y reducir las emisiones para 2030; 2. Financiar la acción climática; 3. Situar en el centro de la acción climática a la naturaleza, personas, vidas y medios de vida; 4. Organizar una COP más inclusiva.
Ya el mundo está enterado. Los temas son los mismos. ¿Evolucionarán y lograrán llegar a la acción? Lo que los periodistas deberíamos informar son hechos cumplidos, no anuncios de que vamos a reducir las emisiones de CO2 a la mitad en 2030; o que vamos a tener deforestación cero para el 2030.
Y ahora que lo escribo, este no es solo un tema de mis duermevelas. Es que también me desvela.
🌳 📄 ¿Quieres conocer las últimas noticias sobre el ambiente? Te invitamos a verlas en El Espectador. 🐝🦜