La plata para el cambio climático: laberinto de negociaciones en la COP29
Aunque Azerbaiyán, país petrolero que es anfitrión de la cumbre de cambio climático, quiso tener una primera semana exitosa, cerró con una negociación enredada y varias tensiones alrededor de los combustibles fósiles. Mientras los países en desarrollo piden una financiación que supere US$1 billón anual, los países desarrollados creen que la cifra debería ser más cercana a los US$100.000 millones anuales.
Andrés Mauricio Díaz Páez
Enviado especial a Azerbaiyán*
Las paredes de la Zona Azul de la COP29, en el estadio Olímpico de Bakú, Azerbaiyán, le recuerdan a sus visitantes por qué están aquí. “Movilizar recursos y facilitar acciones para mantener los 1,5 °C al alcance”, se lee en los pasillos del lugar en donde 198 delegaciones se reúnen día a día desde el 11 de noviembre para negociar. Su objetivo principal es definir una cifra que los países desarrollados se comprometerán a entregar cada año a partir de 2025 para financiar la mitigación del cambio climático.
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Las paredes de la Zona Azul de la COP29, en el estadio Olímpico de Bakú, Azerbaiyán, le recuerdan a sus visitantes por qué están aquí. “Movilizar recursos y facilitar acciones para mantener los 1,5 °C al alcance”, se lee en los pasillos del lugar en donde 198 delegaciones se reúnen día a día desde el 11 de noviembre para negociar. Su objetivo principal es definir una cifra que los países desarrollados se comprometerán a entregar cada año a partir de 2025 para financiar la mitigación del cambio climático.
Para llegar a los sitios de negociación hay que caminar varios minutos por una especie de laberinto con paredes altas, luz blanca y ninguna ventana. “¿Estoy perdida otra vez?”, se pregunta una de las asistentes mientras intenta ubicarse en el mapa del estadio. Adentro de las salas tampoco parece haber una ruta clara para llegar al acuerdo que esperan en la conferencia: el lunes, cuando arrancó la COP29, había un texto con 173 desacuerdos sobre la nueva meta, que esperaban resolver durante estas dos semanas. Ese texto se descartó al segundo día y las delegaciones intentaron ponerse de acuerdo en uno nuevo.
Mientras tanto, el pasado jueves, una “factura de cobro” de varios metros de largo fue extendida en las afueras de las salas de reunión, donde se les pedía a los países desarrollados pagar por los costos que están generando sus emisiones de gases contaminantes a la atmósfera. La cuenta era por un valor entre US$1 y US$5 billones para ser usados en mitigación, adaptación, pérdidas y daños relacionados con el cambio climático. El viernes, otra protesta a la entrada de la Zona Azul repetía la frase “trillions, not billions” (“billones, no miles de millones”). Pedían que la nueva cifra acordada sea de, al menos, US$1 billón.
La urgencia de que tomen esta decisión la han repetido varios líderes durante la conferencia. “Sabemos que necesitamos billones de dólares”, reconoció Muxtar Babayáv, presidente de la COP29, durante la plenaria de apertura. “El tiempo no está de nuestro lado (...) el reloj avanza”, advirtió António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, en la apertura del segmento de jefes de Gobierno el martes.
A pesar de los repetidos llamados a tomar decisiones pronto, “tenemos que ser honestos, el ritmo de trabajo en este momento es muy lento”, dijo Yalchin Rafiyev, líder negociador de la presidencia de la COP29, en una rueda de prensa de balance sobre los primeros días de negociación. Carbon Brief, medio especializado en periodismo climático, lo resumió en un dato: apenas 40 de más de 100 puntos que hay en la agenda de negociación tienen un texto borrador para negociar; todo lo demás parece estar estancado.
Una semana de tensiones en la COP29
Durante la primera reunión de jefes de Gobierno en la COP29, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, dijo que los países occidentales habían criticado al anfitrión de la conferencia con “noticias falsas” por sus emisiones contaminantes. Además, se refirió a los combustibles fósiles como “un regalo de Dios”, apenas minutos después de que Guterres, de la ONU, había hecho un llamado a cumplir con el compromiso de eliminar gradualmente su uso.
SOCAR, empresa nacional de petróleos de Azerbaiyán, es una de las aliadas de la COP29. Su logo no solo está en la entrada de la Zona Verde de la conferencia, sino que se encuentra por todo Bakú en estaciones de gasolina, avisos publicitarios y en la entrada de uno de los rascacielos más altos de la ciudad. El Museo Nacional de Historia cuenta cómo fue la extracción de petróleo en este país, detallando cómo se ha formado una industria alrededor de este combustible fósil desde 1847. Las críticas que recibió Aliyev se deben a su fuerte relación con esta industria.
El viernes, un informe presentado por la ONG Kick Big Polluters Out analizó la lista de personas acreditadas para ingresar a las negociaciones de la COP29, publicada por la ONU. Allí identificaron a 1.700 personas que tendrían algún vínculo con empresas de petróleo, carbón y gas.
“Esta no es la primera vez que se hace una COP en un país productor de combustibles fósiles”, explica Antonio Hill, investigador del National Resource Governance Institute (NRGI), quien ha seguido las negociaciones que se han hecho desde 1992. Polonia (carbón), Dinamarca (petróleo) y Argentina (gas) son algunas de las que recuerda. Para él, mensajes como el que dio Aliyev en su discurso “no ayudan”, pero lo que termina incidiendo realmente en las negociaciones es “la disposición de la presidencia de la COP29 para lograr que las negociaciones avancen”.
Pero esta no fue la única tensión que hubo durante la semana. El martes, una conferencia de prensa acaparó la atención de la Zona Azul. John Podesta, enviado especial de los Estados Unidos para el Clima, hablaría sobre el papel de su delegación en las negociaciones. La pregunta que todos esperaban que respondiera no tardó mucho en aparecer: con la elección de Donald Trump como nuevo presidente, ¿ese país se retirará otra vez del Acuerdo de París, como ocurrió en su paso por la Casa Blanca en 2016?
“Es evidente que la próxima administración de Estados Unidos intentará dar un giro y revertir los avances en materia climática”, dijo Podesta. Por su parte, Hill prevé que Trump vuelva a sacar a Estados Unidos “del Acuerdo de París y es posible que vaya más allá”.
Una fuente que ha seguido las negociaciones de la nueva meta de financiamiento, quien pidió la reserva de su identidad, cuenta que la delegación de ese país está “mostrando una disposición por lograr un acuerdo desde el día 1, algo que es inusual. Puede deberse a que quieran dejar unas bases sólidas para que el impacto de la llegada de Trump no sea tan fuerte”.
Que uno de los actores claves en la negociación esté impulsando llegar a un acuerdo al final de esta COP29 no ha sido suficiente. Apenas el viernes, luego de cinco días de negociación, a las 7:00 p.m., hora local (10:00 a.m., hora de Colombia), se conoció un borrador del texto con el que las delegaciones negociarán. Tiene 25 páginas y 23 puntos de desacuerdo.
Susana Muhamad, quien encabezó la delegación de Colombia durante los últimos días de la semana, aseguró que “esperan conseguir un resultado favorable”, en medio de una reunión informal a la que invitó a periodistas y organizaciones de la sociedad civil.
La disputa por la plata en la COP29
Cinco de los 23 desacuerdos que hay en la negociación principal de la COP29 se relacionan con la cantidad de plata que se destinará a mitigar el cambio climático desde 2025. Las opciones van desde un monto que supere los US$100.000 millones —cifra definida en el Acuerdo de París, en 2016— hasta US$2 billones, que es lo que algunos países en desarrollo han dicho que se necesita para lograr abandonar los combustibles fósiles y hacer una transición energética.
Sandra Guzmán, fundadora del Grupo de Financiamiento Climático para América Latina y el Caribe (GFLAC) —ONG que ha estado siguiendo las negociaciones—, asegura que “los países desarrollados hablan de una cantidad cercana a los US$100.000 y no mucho más que eso”.
Por su parte, la ministra Muhamad asegura que “hay una visión conjunta del bloque de países del G7 + China”. Este es el bloque de países en desarrollo más grande de la negociación y su posición es que la meta debería ser recaudar US$1,3 billones anualmente. Además, están de acuerdo en que ese dinero debería ser dirigido de los países desarrollados a los países en desarrollo. Esto quiere decir que no se podrían contabilizar como parte de ese monto las inversiones que los países desarrollados hagan entre sí. Por ejemplo, si Suecia le paga a Estados Unidos para construir un parque de energía solar en su territorio. Los países desarrollados quieren que el texto diga que es una meta “global”, para poder sumar esas inversiones a la cifra final.
Pero hay otros aspectos en los que los países no han logrado un acuerdo. Por ejemplo, están negociando si la nueva meta es algo que deberán entregar anualmente entre 2025 y 2030, o si deberán aumentar progresivamente sus inversiones hasta que alcancen la meta en 2030.
Frente a esto, la delegación de Suecia dijo durante una reunión de ministros que, aunque reconocen las necesidades que enfrenta el mundo por el cambio climático, “es importante que la meta sea realista”. Los países desarrollados, además, han insistido en que la decisión de esta COP29 reconozca que en 2022 lograron la meta de movilizar más de US$100.000 millones.
Un informe de OXFAM Internacional, presentado por Naciones Unidas para el Cambio Climático, asegura que apenas una cuarta parte de ese dinero (US$30 millones) llegó en forma de donaciones a los países en desarrollo, mientras la mayoría de la plata habría llegado en forma de préstamos con intereses a la tasa del mercado, sin ningún tipo de subvención. Ese mismo informe revela que las necesidades de los países en desarrollo para cumplir con sus metas climáticas podrían ser de más de US$5 billones.
Durante la noche del viernes, las delegaciones estaban negociando la posibilidad de lograr una cifra adecuada para limitar el aumento de temperatura a 1,5 °C. La prisa por tener un texto avanzado y con menos desacuerdos para la segunda semana se debe a que iniciará el segundo segmento de alto nivel, en donde estarán los ministros de varios países con los que se espera que se empiecen a tomar las primeras decisiones. “Estamos instando a todos a intensificar sus conversaciones y mantenerse concentrados en avanzar rápidamente”, dijo Yafiyev, jefe negociador de la COP29.
Muhamad se mantiene optimista sobre el resultado que podría tener la negociación y desde la delegación aseguran que están intentando conseguir un buen resultado para América Latina y el Caribe. Según Hill, del NRGI, un resultado positivo tendría que incluir una referencia explícita a que estos recursos deben ir destinados a “la eliminación progresiva de los combustibles fósiles y a la transición energética justa”, y que sea clara en que el financiamiento no vendrá de forma que “genere más endeudamiento y no solucione los problemas de los países en desarrollo”.
“Tenemos una semana”, señaló Yafiyev en la rueda de prensa del viernes. El cierre de la COP16 en Cali, hace dos semanas, que no logró un acuerdo en el financiamiento para la biodiversidad, les recuerda a los asistentes que aquí podría pasar lo mismo. Uno de los caminos del laberinto de la Zona Azul en Bakú lleva al pabellón de Brasil, que tiene un gran letrero con el mensaje “nos vemos en la COP30″; en efecto, si no se logra un acuerdo aquí, las negociaciones terminarían resolviéndose en Belem do Pará en 2025.
* Por invitación de Climate Tracker.
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