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A inicios de noviembre del año pasado, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, dio a conocer al país la primera medida para hacerle frente a los hipopótamos (Hippopotamus amphibius) que llegaron al país hace más de 30 años y que son una especie exótica invasora. (Puede leer: Las dudas que deja el plan de Minambiente para esterilizar hipopótamos)
Se trataba, como explicó Muhamad, de la esterilización quirúrgica de 10 hipopótamos en el mes de noviembre y otros 10 individuos en diciembre, para cerrar 2023 con 20 esterilizaciones. Esta primera fase estaría a cargo de la Corporación Autónoma Regional de las Cuencas de los Ríos Negro y Nare (Cornare), al ser la única autoridad ambiental con experiencia en estos procedimientos quirúrgicos con estos animales.
Este viernes, 12 de enero, David Echeverri, jefe de la oficina de Gestión de la Biodiversidad, Áreas Protegidas y Servicios Ecosistémicos de Cornare, le confirmó a este periódico que de las 20 esterilizaciones que pretendían adelantar los dos últimos meses del año pasado, solo se lograron realizar seis. De estas, dos fueron en hembras y las restantes cuatro en machos, y todas fueron llevadas a cabo en Doradal (Antioquia), donde se encuentra la población de hipopótamos más grande del país. (Le puede interesar: Esto podría costarle a Colombia erradicar a los hipopótamos)
Una de las grandes dificultades que han tenido los profesionales de Cornare para adelantar las cirugías, ha sido el proceso de captura, reconoce Echeverry. Esta dificultad ya había sido advertida por el funcionario cuando se dio a conocer la primera fase. “El proceso de captura tiene un alto grado de incertidumbre, es un proceso que nosotros hemos hecho de vez en cuando. Esto de ponernos a capturar hipopótamos cada ocho días no lo hemos hecho nunca”, le dijo Echeverry a El Espectador a inicios de noviembre del año pasado.
Para entender por qué este proceso ha sido tan complejo, vale la pena recordar en qué consiste. En unos corrales especiales que la corporación ha construido para los hipopótamos, los veterinarios dejan comida para el animal, que en términos más técnicos se conoce como “ceba”. “Cuando entran a comerse la comida, activan la trampa y quedan encerrados en el corral”, continúa Echeverry. (También puede leer: Especies invasoras como los hipopótamos, responsables (en parte) del 60% de las extinciones)
Si bien puede sonar como un proceso sencillo, Gina Paola Serna, veterinaria que estuvo al frente de ocho de las 12 esterilizaciones que Cornare había hecho en el pasado, ya nos había contado en esta nota que era una tarea bastante compleja. Al hecho de que son animales en vida libre, Serna agregaba que el proceso de cebar y capturar podía tomar días e, incluso, semanas.
El problema al que se vieron enfrentados los profesionales de Cornare, entre noviembre y diciembre del año pasado, fue que, después de algunos días, los hipopótamos dejaron de entrar al corral. “No sabemos si el hecho de estar haciendo presencia tan seguido les cambió el comportamiento, pero los hipopótamos no estaban entrando al corral”, apunta Echeverry. (Puede interesarle Colombia debería empezar a cazar hipopótamos en el corto plazo: Humboldt y Unal)
A pesar de que los veterinarios experimentaron con algunas variaciones, como cambiar la dieta, picar la comida o dejarla desde más lejos, los hipopótamos no volvieron a ingresar al corral. Esta fue la razón principal por la que, después de realizar seis esterilizaciones, no pudieron hacer ninguna más. Además, agrega el funcionario de Cornare, la cantidad de turistas que llegan a esta zona a finales de año, complicó la logística, por lo que suspendieron temporalmente la labor.
Según le contó Echeverry a este periódico, la corporación espera retomar las esterilizaciones hacia finales de enero. Aunque han experimentado dificultades con el método que están empleando, el funcionario recalca que es el más seguro, tanto para el animal como para los veterinarios, por lo que insistirán con la estrategia. Eso sí, aclara, están pensando en desplazarse a otros lugares donde también hacen presencia estos animales para capturar nuevos individuos.
¿Qué ha pasado con los hipopótamos esterilizados?
Desde que la ministra Muhamad anunció esta primera fase, que hace parte del Plan de Manejo para hacerle frente a la especie invasora y que contempla también la translocación (sacar a los hipopótamos del país) y la eutanasia, varios científicos del país expresaron sus reparos frente a la esterilización quirúrgica.
Uno de ellos fue el biólogo Rafael Moreno Arias, quien es uno de los autores del estudio que el Minambiente le encargó al Instituto Humboldt y al Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional para determinar qué hacer con estos animales. Como nos contó en noviembre del año pasado, le preocupaba el hecho de que la ministra Muhamad se refiriera a la esterilización quirúrgica como una de las medidas del Plan de Manejo.
En ese documento, los investigadores actualizaron el estado de la especie en el país y recomendaron una serie de acciones para su control y erradicación. Pero, advertía Moreno, la esterilización quirúrgica no era recomendada como una medida de manejo en sí misma. Como se lee en el estudio, la caza de control, la traslocación y el confinamiento son las tres medidas recomendadas por ambos institutos.
La esterilización quirúrgica, nos decía Moreno, es una actividad que se tiene contemplada si se piensa confinar o movilizar a los hipopótamos. Es decir, es un paso previo para estas dos medidas de manejo. Por eso, una de las preguntas que Moreno y otros científicos se hacían era: ¿qué iba a pasar con los hipopótamos que fueran esterilizados?
Echeverry, de Cornare, le confirmó a este diario que los seis hipopótamos esterilizados fueron liberados luego de las intervenciones quirúrgicas. Aunque él reconoce que el escenario ideal es la translocación luego de esterilizarlos, afirma que todavía no se cuenta con los permisos necesarios para enviar a los animales a los países donde han sido solicitados.
Pero, sin planes de llevárselos o de confinarlos, “no tiene ningún sentido invertir en esterilizaciones”, explicaba Moreno. Sebastián Restrepo, director de la carrera de Ecología de la Universidad Javeriana, y quien compartía la percepción de Moreno, nos explicaba hace un par de meses que: “Aunque en principio podrían limitar el crecimiento de la población, el impacto esperado no es el que se requiere dada la situación actual del proceso de invasión biológica”.
A lo que se referían los expertos, es a que los individuos esterilizados seguirán estando activos en los ecosistemas, “donde generan una amenaza importante para las especies que están en la cuenca y para los medios de vida de las comunidades que dependen de esta”, apuntaba Restrepo.
Si bien la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, se comprometió a revelar el Plan de Manejo en el transcurso de 2023, todavía no se conoce el documento que servirá de base para controlar y erradicar a los hipopótamos. La última referencia que hizo la ministra sobre el Plan, fue justamente a inicios de noviembre del año pasado.
En ese entonces, señaló que ya había iniciado un proceso de consulta pública para la elaboración de un protocolo para la “eutanasia ética”, refiriéndose a la caza de control. En esas consultas, anticipó la ministra, participarían expertos, sociedad civil y animalistas.
De acuerdo con información proporcionada por el equipo de comunicaciones del Ministerio de Ambiente, se espera que en los próximos días esta cartera haga un anuncio frente a los hipopótamos.
Cabe resaltar que, de acuerdo con el Humboldt y el ICN, en el país hay 169 hipopótamos. Sin embargo, de acuerdo con sus estimaciones, en Colombia podía haber entre 181 y 215 individuos, de los cuales 37 % serían crías y juveniles, 35 % subadultos y 28 % adultos.
Tanto el Humboldt como el ICN también establecieron que estos animales ya hacen presencia en la depresión momposina, cientos de kilómetros al norte de la Hacienda Nápoles, en Doradal (Antioquia), a donde llegaron los primeros cuatro hipopótamos en 1981 traídos por el narcotraficante Pablo Escobar.
La presencia de estos animales a lo largo del Magdalena genera varios impactos negativos sobre los ecosistemas que van colonizando. Algunos de ellos son la competencia por recursos, desplazamientos, transmisión de enfermedades, contribución de grandes cantidades de materia fecal que sobrecargan las lagunas, entre otros.