¿De dónde saldrán los millones de dólares que cuesta adaptarse al cambio climático?
A medida que se busca movilizar billones de dólares para la acción climática, crece el llamado a que los países ricos reorienten sus subsidios a combustibles fósiles y contemplen la implementación de impuestos a la riqueza de los multimillonarios. Un nuevo estudio concluye que esto es crucial para permitir que las naciones más pobres descarbonicen sus economías y se adapten a un clima en constante cambio.
La próxima COP16, la cumbre sobre protección de la biodiversidad más importante del mundo que se realizará en Colombia en menos de un mes, servirá, entre otras cosas, como una antesala de lujo a la cumbre sobre cambio climático (COP29) que se desarrollará del 4 al 15 de noviembre de 2024 en Bakú, Azerbaiyán. Cada una aborda desafíos únicos que requieren enfoques específicos y coordinados.
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La próxima COP16, la cumbre sobre protección de la biodiversidad más importante del mundo que se realizará en Colombia en menos de un mes, servirá, entre otras cosas, como una antesala de lujo a la cumbre sobre cambio climático (COP29) que se desarrollará del 4 al 15 de noviembre de 2024 en Bakú, Azerbaiyán. Cada una aborda desafíos únicos que requieren enfoques específicos y coordinados.
Por un lado, COP16 que se realizará en Cali se centrará en la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, así como en la implementación de acuerdos internacionales para proteger los ecosistemas que sostienen la vida en el planeta. La COP29, por otra parte, se centrará en la mitigación y adaptación al cambio climático, un fenómeno que tiene repercusiones directas sobre la biodiversidad, pero que también involucra otros sectores como la energía, la agricultura y el desarrollo urbano.
En Bakú, además, se discutirá un tema bastante espinoso: cómo los países desarrollados apoyarán a las naciones en desarrollo en sus esfuerzos para combatir el cambio climático, especialmente en relación con la transición hacia energías más sostenibles. Este encuentro se ha denominado “la COP de la financiación” porque se espera que se acuerde el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado de Financiación Climática, que es el sucesor de la promesa de financiación de 100 mil millones de dólares al año, que los países desarrollados no han logrado cumplir en los últimos años. La idea es que los países de altos ingresos, que históricamente han contribuido más a la crisis climática, deben proporcionar apoyo financiero significativo a las naciones en desarrollo para que puedan descarbonizar sus economías y adaptarse a un clima en cambio.
Algunos estimativos señalan que es necesario que los países ricos se comprometan con al menos 1 billón de dólares por año en subvenciones y financiamiento equivalente a subvenciones para mitigación, adaptación y pérdidas y daños debido al cambio climático. Estos recursos deberían ir, especialmente, a los países del sur global, muchos de los cuales no tienen el músculo económico para abandonar los combustibles fósiles, triplicar la energía renovable y duplicar la eficiencia energética para 2030, como lo plantean varios de los objetivos globales de transición. Es en esta zona del mundo, además, donde se encuentran los países más vulnerables. Cumplir estas metas es clave para limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
La pregunta clave entonces es cómo lograr esa financiación. Una investigación reciente de Oil Change International, un grupo que aboga por la reducción de la dependencia de combustibles fósiles y promueve políticas que faciliten la inversión en energías renovables, reflexiona sobre este tema, concluyendo que los países ricos no solo pueden cumplir la meta de movilizar 1 billón de dólares por año, sino que incluso podrían hacerlo con mucho más. “Los países ricos pueden movilizar más de 5 billones de dólares al año para la acción climática en el país y en el extranjero poniendo fin a las dádivas de combustibles fósiles, haciendo que los grandes contaminadores paguen y cambiando las reglas financieras globales injustas”, dicen.
El informe se publica mientras los líderes mundiales se reúnen en la Semana del Clima de Nueva York y la Asamblea General de las Naciones Unidas y antes de la COP29. “El año pasado, los países acordaron eliminar gradualmente los combustibles fósiles. Es el momento de que los países ricos paguen para convertir esta promesa en acción. No hay escasez de dinero público disponible para que los países ricos paguen la parte que les corresponde por la acción climática. Pueden desbloquear billones de dólares en subvenciones y financiación climática, poniendo fin a las dádivas para los combustibles fósiles, haciendo que los contaminadores paguen y modificando las normas financieras injustas”, señaló Laurie van der Burg, de Finanzas Públicas de Oil Change International. El informe cuenta con el respaldo de 36 organizaciones más.
¿A qué se refiere el grupo cuando señala que los países ricos siguen dando dádivas a los combustibles fósiles? Según se puede leer en el informe, estos países “siguen apoyando la producción de combustibles fósiles con un monto estimado de 850.000 millones de dólares al año en dinero público, mientras que la industria del petróleo y el gas obtiene ganancias récord”. En esa lógica, las organizaciones que firman el informe defienden que los países del norte global tienen la responsabilidad de reorientar estos subsidios en apoyo de la acción climática y como fuentes de financiamiento climático.
Ya hay iniciativas encaminadas allá. La Alianza para la Transición de Energías Limpias (CETP, por sus siglas en inglés) liderada por el Reino Unido ha obtenido un importante apoyo internacional, y docenas de países e instituciones se han comprometido a reorientar su financiación pública internacional directa desde los combustibles fósiles hacia fuentes de energía limpia. Según el informe, los firmantes de esa alianza ya han reducido su financiación de combustibles fósiles hasta en un tercio desde la firma del acuerdo, con un posible cambio de 28.000 millones de dólares si todos los miembros cumplen plenamente su compromiso.
El informe también respalda una idea que ha venido estudiando el G20 (el grupo de los países más poderosos del mundo que representan el 85% de la economía mundial). El G20 ha discutido la posibilidad de implementar un impuesto a la riqueza aplicable a los multimillonarios como parte de las estrategias para financiar la lucha contra el cambio climático. La idea es gravar a los individuos más adinerados, quienes poseen una gran parte de la riqueza mundial, con el fin de redistribuir recursos y financiar proyectos de energía limpia y adaptación al cambio climático. En algunas discusiones, se han propuesto tasas de impuestos que oscilan entre el 1% y el 5% sobre la riqueza neta de los multimillonarios.
Algunos líderes y economistas han sugerido incluso que el porcentaje podría ajustarse según la magnitud de la riqueza, donde los individuos más ricos paguen un porcentaje más alto. Sin embargo, estas propuestas están en discusión y no han sido implementadas de manera uniforme.
“Seamos claros: el norte global tiene una inmensa deuda climática con el sur global, una deuda nacida de décadas de emisiones de gases de efecto invernadero para su industrialización y que continúa hoy en día a expensas de las comunidades vulnerables del sur global. Las soluciones están a nuestro alcance y los recursos existen, pero la voluntad política sigue vergonzosamente ausente. Mientras se canalizan billones de dólares hacia la militarización y los subsidios a los combustibles fósiles, estos fondos podrían redireccionarse para construir un futuro justo y sostenible. Es hora de dejar de perder el tiempo”, defendió Tasneem Essop, directora ejecutiva de Climate Action Network International.
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