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Un grupo de científicos italianos publicó un artículo en la revista académica Frontiers in Marine Science, en el que hablan de la gravedad de la contaminación por microplásticos en aves polares del Ártico y la Antártida. De manera más específica, los investigadores rastrearon la ingesta de microplásticos en varias especies -que describiremos a continuación- desde 1983 hasta la actualidad.
En primer lugar, debemos recordar que, según la Organización Panamericana de Salud (OPS), los microplásticos son diminutas partículas de plástico, inferiores a los 5 milímetros, que están hechas de polímeros y aditivos en su mayoría tóxicos. La OPS es enfática al señalar que gran parte de ellos terminan en vertederos y cuencas de agua, lo que en últimas ocasiona contaminación en el mar.
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En el artículo, realizado por dos investigadores de la Universidad de Roma, Davide Taurozzi y Massimiliano Scalicie, se explica que revisaron más de 1.000 muestras de aves polares compuestas por el contenido de su estómago, almacenamiento de alimentos en la garganta, desechos metabólicos y otras partículas digestivas.
Fue así como llegaron a la conclusión de que 13 especies que habitan paisajes polares habían ingerido microplásticos, entre ellas varios tipos de pingüinos, como el rey y el papúa, y las gaviotas glaucas. En cifras más claras, extrajeron alrededor de 3.000 partículas de microplásticos del total de aves analizadas, lo que quiere decir que había al menos una partícula presente en el sistema digestivo del 90 % de las aves del Ártico y 97 % en las de la Antártida.
Esos microplásticos estaban compuestos por 14 tipos de polímeros, como polietileno, polipropileno y el poliestireno. Todos considerados tóxicos por la OPS. Principalmente, estos aparecían en forma de fragmentos, provenientes de la ruptura de objetos plásticos más grandes como bolsas, envases, envolturas y alimentos.
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Varios científicos han alertado la disminución de aves polares en el Ártico y la Antártida durante los últimos años. A pesar de que actualmente hay 64 y 43 especies que habitan en estas regiones respectivamente, organizaciones en esas regiones han visto la necesidad de impulsar medidas de conservación más rigurosas, según lo mencionaron los científicos italianos.
Los investigadores también concluyeron su estudio recordando que la ingesta de microplásticos puede afectar a las aves polares de diversas maneras, siendo las más graves el bloque de su tracto digestivo, la causa de toxicidad y estrés, y la provocación de reacciones inmunes. “El seguimiento de la ingestión de esas partículas es crucial para mitigar los impactos sobre los organismos marinos y terrestres. Los protocolos estandarizados podrían impulsar la protección de las aves marinas y reducir los impactos en las regiones polares”, se lee en el artículo, publicado el pasado 6 de marzo.
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