El atlas genético del chimpancé, una oportunidad para frenar su extinción
El mayor catálogo de variabilidad genética supone un nuevo avance para conocer su historia evolutiva y contribuir a su conservación. Sin embargo, afrontar los problemas que presentan estos primates requiere también el impulso de iniciativas locales, en países como España y del continente africano.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) estima que solo quedan entre 150.000 y 250.000 chimpancés comunes en el mundo. De hecho, han desaparecido de cuatro países africanos (Togo, Benín, Burkina Faso y Gambia) y están cerca de la extinción en muchos otros. Estos animales se enfrentan a varios problemas que amenazan su supervivencia: la pérdida y degradación de su hábitat, la caza furtiva y las enfermedades transmisibles entre especies. La desaparición de los bosques por la minería, la ganadería, la tala y otras formas de explotación de los recursos naturales están contribuyendo a disminuir las poblaciones en África.
“La destrucción de su hábitat provoca que los chimpancés, que son muy territoriales, tengan menos espacio para vivir en comunidades que alcanzan hasta los 150 ejemplares. Esto tiene repercusiones en su comportamiento y la variabilidad genética de la especie”, explica a SINC Tomàs Marquès-Bonet, investigador ICREA en la Universidad Pompeu Fabra. Por otro lado, también es frecuente que sean víctimas de la caza furtiva para alimentar a la población de países del centro y oeste de África. No obstante, en los últimos años la carne también ha empezado a comercializarse como un alimento exótico, vendiéndose a precios muy elevados.
“La mayoría de los africanos rechazan la cacería de primates. Sin embargo, debido a la inseguridad, el desempleo y los altos niveles de pobreza han comenzado a comérselos en contra de su voluntad para poder sobrevivir”, asegura Adams Cassinga, activista congolés que lucha contra estos crímenes.
Además, las crías son capturadas con vida para venderse como mascotas. Laia Dotras, directora adjunta del Instituto Jane Goodall (IJG), explicó en 2020 que “un chimpancé se puede vender en el mercado negro chino por 70.000 euros. Estos animales viajan de forma ilegal en pequeñas cajas y solo llega vivo uno de cada diez, muchas veces con papeles falsos y drogados”.
Por último, los simios también pueden verse afectados por un gran número de enfermedades, algunas de ellas contraídas a raíz de su interacción con el ser humano. Sin ir más lejos, entre 2002 y 2003 hubo un episodio de ébola que acabó con 5.500 gorilas en la República del Congo. (También puede leer: Pérdida de biodiversidad afectaría el endeudamiento de países como Colombia)
Una enciclopedia genética para frenar su desaparición
A esa visión optimista se le une un hito reciente del grupo de investigación Genómica Comparativa del Instituto de Biologia Evolutiva (IBE). Este equipo, liderado por Tomàs Marquès-Bonet, ha construido el catálogo genético más extenso hasta la fecha de poblaciones de chimpancés salvajes. Ante la falta de fósiles de estos animales, los genes de los individuos actuales son cruciales para describir su historia evolutiva, su diversidad y contribuir a su conservación.
Si bien la tecnología empleada en este avance no es nueva –ya se usa para analizar ADN antiguo en neandertales–, sí lo es su aplicación. Por primera vez, dicho método se ha utilizado para recuperar de forma no invasiva información genética de 828 muestras fecales de este gran simio, repartidas en 48 localizaciones distintas. Clàudia Fontserè, primera autora del estudio, explica los beneficios de recopilar las heces: “Las muestras fecales, si bien imponen dificultades técnicas, brindan información muy valiosa para el estudio de las poblaciones de chimpancés salvajes, y también nos permiten la posibilidad de georreferenciarlos y rastrear contactos entre poblaciones sin afectar a su bienestar”.
“Utilizamos algoritmos y programas informáticos muy avanzados que nos ayudan a calcular la procedencia de las muestras. Al añadir una nueva y consultar el perfil genético, la estamos comparando con toda la información previa que ya tenemos. Esto nos permite inferir la procedencia de los chimpancés a más o menos 100 kilómetros del origen real”, añade Marquès-Bonet. (Le puede interesar: En 2021 el cambio climático generó más desplazados que los conflictos armados: ONU)
La investigación ha contado con la participación del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y el Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad, que reunieron las muestras procedentes de África. Una vez que estas llegaron a Cataluña, el IBE se encargó de extraer el material genético y secuenciarlo, así como de toda la parte computacional y analítica.
Con este catálogo genético, los autores pueden arrojar luz sobre el pasado demográfico de estos primates y proporcionan nuevas evidencias de las relaciones entre las cuatro subespecies existentes. Hasta ahora, solo se habían secuenciado 59 genomas de chimpancé y con poca información sobre su origen. En concreto, se ha identificado que las características geográficas, como los ríos, constituyen barreras para el intercambio genético entre subespecies y comunidades. Además, se han propuesto patrones de migración, conectividad y aislamiento entre estos grupos que han dado forma a su diversidad genética durante los últimos 100.000 años.
“Los chimpancés, al igual que los humanos, han tenido una historia evolutiva compleja. Su dinámica y áreas de contacto poblacional pasada y actual deben identificarse claramente para contribuir a la protección de esta especie en peligro de extinción”, señala Mimi Arandjelovic, codirectora del estudio e investigadora del Instituto Max Planck.
La lucha contra las rutas de tráfico de especies
La posibilidad de conocer el origen de los chimpancés tiene aplicaciones directas para su conservación. Un ejemplo es poder detectar los lugares donde se concentra su caza furtiva e identificar las rutas y orígenes del tráfico ilegal.
Una vez identificadas estas rutas, ¿a quién corresponde cerrarlas? Por un lado, hay entidades supranacionales que contribuyen a la causa como la Asociación para la Supervivencia de los Grandes Simios (GRASP, por sus siglas en inglés), que ha elaborado el primer sistema global para medir la escala y el alcance de la caza de estos primates. Asimismo, la Alianza Panafricana del Santuario (PASA, por sus siglas en inglés) centra sus esfuerzos en el terreno africano, ya que es una asociación que aglutina a los santuarios donde acaban muchos de los animales incautados. Hasta ahora, han salvado a más de 4.000 primates y tienen más de 700 personas trabajando para la causa.
No obstante, Adams Cassinga, fundador de ConservCongo, cree que es injusto dejar de lado las iniciativas locales: “Las soluciones para salvar a los grandes simios o para otros problemas de África no vendrán de fuera del continente. Los agentes locales y las organizaciones autóctonas son quienes conocen y entienden los problemas que vivimos, por lo que hay que empoderarles”.
ConservCongo ha estado en primera línea contra el tráfico ilegal de especies durante diez años. En este tiempo han trabajado en más de 600 casos y rescatado alrededor 900 animales, la mayoría de ellos primates. Sus acciones consisten, por un lado, en investigar las redes de tráfico junto con las autoridades para detener y juzgar a los autores de estos crímenes. Por el otro, se encargan de sensibilizar y educar a las comunidades y a los funcionarios gubernamentales sobre el daño que genera la compraventa de especies. (Le puede interesar: ¿Dónde se deben restaurar los bosques en Colombia? Un nuevo mapa da pistas claves)
El activista explica que los lugareños acusan a las ONG internacionales y a los extranjeros de dar más consideración a los simios que a las personas. Los Parques Nacionales son seguros y están protegidos, pero a pocos metros de estos la gente se muere de hambre.
“La población local ha convivido en armonía con estos animales durante mucho tiempo y si no fuera por ellos, no existirían. No podemos pedirles que no cacen si no les damos alternativas. Debemos enseñarles a cultivar, darles empleo y mostrarles que la fauna y la flora es la herencia más importante que tenemos los africanos”, zanja el fundador de ConservCongo.
La extinción del chimpancé y otros primates es un problema global que requiere de la cooperación de actores internacionales y locales a través de la ciencia y el activismo. Por el momento, la metodología desarrollada por el IBE ya se está aplicando en proyectos globales de conservación y protección de bonobos, orangutanes y gorilas gracias a la colaboración con otras entidades, como la empresa Illumina o el Centro Nacional de Análisis Genómico.
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La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) estima que solo quedan entre 150.000 y 250.000 chimpancés comunes en el mundo. De hecho, han desaparecido de cuatro países africanos (Togo, Benín, Burkina Faso y Gambia) y están cerca de la extinción en muchos otros. Estos animales se enfrentan a varios problemas que amenazan su supervivencia: la pérdida y degradación de su hábitat, la caza furtiva y las enfermedades transmisibles entre especies. La desaparición de los bosques por la minería, la ganadería, la tala y otras formas de explotación de los recursos naturales están contribuyendo a disminuir las poblaciones en África.
“La destrucción de su hábitat provoca que los chimpancés, que son muy territoriales, tengan menos espacio para vivir en comunidades que alcanzan hasta los 150 ejemplares. Esto tiene repercusiones en su comportamiento y la variabilidad genética de la especie”, explica a SINC Tomàs Marquès-Bonet, investigador ICREA en la Universidad Pompeu Fabra. Por otro lado, también es frecuente que sean víctimas de la caza furtiva para alimentar a la población de países del centro y oeste de África. No obstante, en los últimos años la carne también ha empezado a comercializarse como un alimento exótico, vendiéndose a precios muy elevados.
“La mayoría de los africanos rechazan la cacería de primates. Sin embargo, debido a la inseguridad, el desempleo y los altos niveles de pobreza han comenzado a comérselos en contra de su voluntad para poder sobrevivir”, asegura Adams Cassinga, activista congolés que lucha contra estos crímenes.
Además, las crías son capturadas con vida para venderse como mascotas. Laia Dotras, directora adjunta del Instituto Jane Goodall (IJG), explicó en 2020 que “un chimpancé se puede vender en el mercado negro chino por 70.000 euros. Estos animales viajan de forma ilegal en pequeñas cajas y solo llega vivo uno de cada diez, muchas veces con papeles falsos y drogados”.
Por último, los simios también pueden verse afectados por un gran número de enfermedades, algunas de ellas contraídas a raíz de su interacción con el ser humano. Sin ir más lejos, entre 2002 y 2003 hubo un episodio de ébola que acabó con 5.500 gorilas en la República del Congo. (También puede leer: Pérdida de biodiversidad afectaría el endeudamiento de países como Colombia)
Una enciclopedia genética para frenar su desaparición
A esa visión optimista se le une un hito reciente del grupo de investigación Genómica Comparativa del Instituto de Biologia Evolutiva (IBE). Este equipo, liderado por Tomàs Marquès-Bonet, ha construido el catálogo genético más extenso hasta la fecha de poblaciones de chimpancés salvajes. Ante la falta de fósiles de estos animales, los genes de los individuos actuales son cruciales para describir su historia evolutiva, su diversidad y contribuir a su conservación.
Si bien la tecnología empleada en este avance no es nueva –ya se usa para analizar ADN antiguo en neandertales–, sí lo es su aplicación. Por primera vez, dicho método se ha utilizado para recuperar de forma no invasiva información genética de 828 muestras fecales de este gran simio, repartidas en 48 localizaciones distintas. Clàudia Fontserè, primera autora del estudio, explica los beneficios de recopilar las heces: “Las muestras fecales, si bien imponen dificultades técnicas, brindan información muy valiosa para el estudio de las poblaciones de chimpancés salvajes, y también nos permiten la posibilidad de georreferenciarlos y rastrear contactos entre poblaciones sin afectar a su bienestar”.
“Utilizamos algoritmos y programas informáticos muy avanzados que nos ayudan a calcular la procedencia de las muestras. Al añadir una nueva y consultar el perfil genético, la estamos comparando con toda la información previa que ya tenemos. Esto nos permite inferir la procedencia de los chimpancés a más o menos 100 kilómetros del origen real”, añade Marquès-Bonet. (Le puede interesar: En 2021 el cambio climático generó más desplazados que los conflictos armados: ONU)
La investigación ha contado con la participación del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y el Centro Alemán para la Investigación Integrativa de la Biodiversidad, que reunieron las muestras procedentes de África. Una vez que estas llegaron a Cataluña, el IBE se encargó de extraer el material genético y secuenciarlo, así como de toda la parte computacional y analítica.
Con este catálogo genético, los autores pueden arrojar luz sobre el pasado demográfico de estos primates y proporcionan nuevas evidencias de las relaciones entre las cuatro subespecies existentes. Hasta ahora, solo se habían secuenciado 59 genomas de chimpancé y con poca información sobre su origen. En concreto, se ha identificado que las características geográficas, como los ríos, constituyen barreras para el intercambio genético entre subespecies y comunidades. Además, se han propuesto patrones de migración, conectividad y aislamiento entre estos grupos que han dado forma a su diversidad genética durante los últimos 100.000 años.
“Los chimpancés, al igual que los humanos, han tenido una historia evolutiva compleja. Su dinámica y áreas de contacto poblacional pasada y actual deben identificarse claramente para contribuir a la protección de esta especie en peligro de extinción”, señala Mimi Arandjelovic, codirectora del estudio e investigadora del Instituto Max Planck.
La lucha contra las rutas de tráfico de especies
La posibilidad de conocer el origen de los chimpancés tiene aplicaciones directas para su conservación. Un ejemplo es poder detectar los lugares donde se concentra su caza furtiva e identificar las rutas y orígenes del tráfico ilegal.
Una vez identificadas estas rutas, ¿a quién corresponde cerrarlas? Por un lado, hay entidades supranacionales que contribuyen a la causa como la Asociación para la Supervivencia de los Grandes Simios (GRASP, por sus siglas en inglés), que ha elaborado el primer sistema global para medir la escala y el alcance de la caza de estos primates. Asimismo, la Alianza Panafricana del Santuario (PASA, por sus siglas en inglés) centra sus esfuerzos en el terreno africano, ya que es una asociación que aglutina a los santuarios donde acaban muchos de los animales incautados. Hasta ahora, han salvado a más de 4.000 primates y tienen más de 700 personas trabajando para la causa.
No obstante, Adams Cassinga, fundador de ConservCongo, cree que es injusto dejar de lado las iniciativas locales: “Las soluciones para salvar a los grandes simios o para otros problemas de África no vendrán de fuera del continente. Los agentes locales y las organizaciones autóctonas son quienes conocen y entienden los problemas que vivimos, por lo que hay que empoderarles”.
ConservCongo ha estado en primera línea contra el tráfico ilegal de especies durante diez años. En este tiempo han trabajado en más de 600 casos y rescatado alrededor 900 animales, la mayoría de ellos primates. Sus acciones consisten, por un lado, en investigar las redes de tráfico junto con las autoridades para detener y juzgar a los autores de estos crímenes. Por el otro, se encargan de sensibilizar y educar a las comunidades y a los funcionarios gubernamentales sobre el daño que genera la compraventa de especies. (Le puede interesar: ¿Dónde se deben restaurar los bosques en Colombia? Un nuevo mapa da pistas claves)
El activista explica que los lugareños acusan a las ONG internacionales y a los extranjeros de dar más consideración a los simios que a las personas. Los Parques Nacionales son seguros y están protegidos, pero a pocos metros de estos la gente se muere de hambre.
“La población local ha convivido en armonía con estos animales durante mucho tiempo y si no fuera por ellos, no existirían. No podemos pedirles que no cacen si no les damos alternativas. Debemos enseñarles a cultivar, darles empleo y mostrarles que la fauna y la flora es la herencia más importante que tenemos los africanos”, zanja el fundador de ConservCongo.
La extinción del chimpancé y otros primates es un problema global que requiere de la cooperación de actores internacionales y locales a través de la ciencia y el activismo. Por el momento, la metodología desarrollada por el IBE ya se está aplicando en proyectos globales de conservación y protección de bonobos, orangutanes y gorilas gracias a la colaboración con otras entidades, como la empresa Illumina o el Centro Nacional de Análisis Genómico.
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