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El cambio climático asociado a, por ejemplo, un incremento en la temperatura tiene el potencial de dificultar la vida mucho más en países que se consideran “Estados frágiles” y afectados ya de por sí por conflictos, que en otros lugares del mundo. Esa es la principal conclusión de un informe realizado por el Fondo Monetario Internacional. La gran mayoría de esos Estados frágiles están en África. En América solo se incluyen a Venezuela y Haití como los más vulnerables.
Los Estados frágiles tienen un ingreso per cápita más bajo y tasas de crecimiento, mayor pobreza y desnutrición y mayor desigualdad que otros países. De hecho, albergan al 43 % de los pobres del mundo que viven con menos de $US 2.15. Además, tienen activos importantes conflictos sociales y políticos. Estos países, donde viven alrededor de 1.000 millones de personas, sufrirán “desproporcionadamente el cambio climático, incluso debido a su ubicación geográfica y dependencia de la agricultura”, señala el informe del FMI. De hecho, agrega, ya comenzaron a ser víctimas de eso: desde 1980 han enfrentado eventos climáticos extremos en uno de cada cuatro años, con poco tiempo para recuperarse antes de que ocurra uno nuevo.
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Para las décadas que comprenden 2040-2059, la mediana de Estados frágiles enfrentará 61 días al año de temperaturas superiores a 35 grados centígrados, en comparación con solo 15 días para otros países en un escenario de altas emisiones. El cambio climático también afectará más a los primeros debido a la excesiva dependencia de los sectores dependientes del clima (por ejemplo, la agricultura), la precariedad de la infraestructura urbana (incluso debido a las poblaciones empujadas a áreas propensas a inundaciones y deslizamientos de tierra) y el acceso limitado al agua potable y el saneamiento.
Por eso, las pérdidas del PIB debidas a las crisis climáticas son más graves y persistentes en los Estados frágiles que en otros países. En el corto plazo, las pérdidas acumuladas del PIB se estiman en alrededor del 4 % para ellos, después de tres años de un evento climático extremo perturbador, en comparación con alrededor del 1% en otros países.
A largo plazo, el informe señala que el empeoramiento de las condiciones de sequía tiene un impacto mayor y más persistente en estos países, lo que significa que sus ingresos caerían cada vez más por detrás de otros países. El empeoramiento de las condiciones de sequía reduciría el crecimiento del PIB real per cápita cada año en 0,2 puntos porcentuales en un escenario de bajas emisiones y 0,4 puntos porcentuales en un escenario de altas emisiones. Para 2060, el PIB real per cápita de estos Estados sería un 5 %m ás bajo en el escenario de altas emisiones en comparación con el escenario de bajas emisiones. La sequía aumentaría mucho más el hambre.
El empeoramiento de las condiciones de sequía también se asocia con una presión persistente al alza sobre la inflación, ya que los alimentos representan una gran parte de su consumo. “Mirando hacia el futuro, la confluencia de una menor producción de alimentos y precios más altos en un escenario de altas emisiones empujaría 2 puntos porcentuales más de la población de los estados frágiles, más de 50 millones de personas, al hambre para 2060″, dice el informe.
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Las crisis climáticas también podrían empeorar significativamente los conflictos, agravando la fragilidad. Si bien las crisis climáticas pueden no desencadenar el inicio de nuevos conflictos (ya que los conflictos se derivan de una compleja gama de factores), las crisis climáticas exacerban la intensidad del conflicto donde ya existe, señala el FMI. Las estimaciones que hace el Fondo indican que, en un escenario de altas emisiones, y en igualdad de condiciones, para 2060 las muertes por conflictos como proporción de la población para una mediana de países frágiles podrían aumentar en un 8,5 %, y hasta un 14 % en los países que enfrentan un aumento extremo de la temperatura.