El cambio climático trae muy malas noticias para nuestros páramos
El primer análisis regional de cambio climático concluyó que, en el peor escenario posible, el norte de los Andes, donde está Colombia, tendría un aumento de temperatura de hasta 4 °C entre 2040 y 2070. Esto pondría en peligro ecosistemas icónicos del país como los páramos y especies como las orquídeas.
María Camila Bonilla
Si piensa en alguna película ubicada en un escenario futuro, en donde la humanidad haya enfrentado grandes crisis ambientales como el cambio climático o contaminación a grandes escalas, probablemente recuerde escenas grises. En muchas de estas historias, el color verde está ausente de los paisajes, porque no hay casi bosques o plantas. De hecho, en películas como Wall-E, la mayoría de las personas ni saben cómo se ven los árboles: por años no han visto uno. (Lea En video: el pez de cabeza transparente que habita en la profundidad del océano)
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Si piensa en alguna película ubicada en un escenario futuro, en donde la humanidad haya enfrentado grandes crisis ambientales como el cambio climático o contaminación a grandes escalas, probablemente recuerde escenas grises. En muchas de estas historias, el color verde está ausente de los paisajes, porque no hay casi bosques o plantas. De hecho, en películas como Wall-E, la mayoría de las personas ni saben cómo se ven los árboles: por años no han visto uno. (Lea En video: el pez de cabeza transparente que habita en la profundidad del océano)
En nuestro imaginario frecuentemente asociamos que una de las consecuencias más visibles del cambio climático será la pérdida de vegetación y su diversidad. Pero, ¿qué tan cierto es esto? ¿Habrá algunas especies que sufran consecuencias más graves que otras? ¿Qué sucederá si hay un incremento de temperatura para finales de siglo? (Lea Se creó la Comisión de bosques y cambio climático en el Congreso, ¿qué hará?)
Un grupo de casi 25 investigadores de Perú, Colombia, Bolivia, Chile y Argentina quiso resolver estas preguntas. Por eso, sumaron esfuerzos para hacer el primer análisis regional del impacto del cambio climático en la vegetación de los Andes, desde Colombia hasta Argentina. Los científicos partieron de la proyección más extrema de cambio climático, en la que habrá un incremento de hasta 5° C para 2100. La bióloga peruana Carolina Tovar, una de las autoras del estudio publicado en la revista Journal of Biogeography, explica que escogieron el peor escenario para la región, porque “es una forma de determinar cómo y con qué urgencia debemos actuar”.
El análisis arrojó que, entre 2040 y 2070 habrá un incremento de hasta 4° C en las áreas más altas de los Andes tropicales, es decir, en la parte norte y central de la región, mientras que hacia el sur de continente, en los Andes templados, habrá aumentos de hasta 2° C. Para Colombia, los investigadores evaluaron los cambios en las regiones de Bucaramanga-El Cocuy y Cali-Huila.
“Estas zonas son lo que llamamos valles interandinos y están dominadas por los bosques secos. Son ecosistemas que tal vez sufrirían más, porque tienen climas áridos y no hay casi lluvia”, indica Óscar Pérez, investigador colombiano experto en orquídeas que trabajó en el estudio.
Específicamente, la región de Bucaramanga-El Cocuy podría presentar un aumento de hasta 3° C para 2050. Esto, dice Pérez, sería “fatal” para la diversidad andina. Un ejemplo de esto son los páramos del país, que son más o menos el 50 % de los que existen en el mundo. Estos ecosistemas, importantísimos para la provisión de agua de millones de personas, serían de los primeros en desaparecer en un escenario extremo de cambio climático. “Por su altura no tienen a donde migrar”, explica Pérez. “Y un cambio de temperatura drástico en poco tiempo no permite que las plantas y animales que viven ahí se adapten a transformaciones tan rápidas”.
Aunque los mayores aumentos de temperatura en la región Andina se concentrarán en la parte del norte, la investigación encontró que en el sur y el centro del continente estarán las más grandes pérdidas de biomas, como le llaman los científicos a un grupo de ecosistemas que comparten características. Hay cinco biomas que están proyectados a perder más extensión: el bosque caducifolio templado (-30 %), turberas (-23 %), estepas altoandinas secas (-23 %), estepas patagónicas (-20,6 %) y pastizales y matorrales altoandinos húmedos (-17 %) Tovar explica que estas pérdidas implican también el aumento de la extensión de otros ecosistemas.
“En este caso, se espera que la selva Tucumano Boliviana aumente en un 30 % y que el bosque Valdiviano de Chile incremente en un 21 %”, indica. Además de estos efectos a gran escala, ¿de qué manera afectan los cambios en el clima a las plantas y los biomas?
Pérez utiliza el ejemplo de las orquídeas para ilustrar esta situación. Estas plantas, características de la flora andina, lograron adaptarse bien a distintos microambientes dentro de una misma zona. Esto, dice Pérez, explica que en un mismo árbol de un bosque de niebla haya muchas especies distintas de orquídeas. ¿Qué pasa cuando se cambian ciertas condiciones climáticas, como la temperatura? “Cuando aumenta la temperatura, la humedad disminuye. Eso quiere decir que, algunos de los organismos de los que las orquídeas dependen, van a dejar de existir, porque no tienen la habilidad para acostumbrarse a otras temperaturas”, indica Pérez. Entonces, aunque ciertas especies sí lograrán adaptarse y, por ejemplo, cambiar el rango altitudinal donde están, esto no es cierto para todos los organismos. “Una buena parte de la diversidad andina, como las orquídeas, va a morir”, puntualiza el investigador.
Pero, si este estudio es una proyección a futuro, ¿cómo saben los investigadores que sus conclusiones son probables? El equipo, que contó con ecólogos y climatólogos, incorporó una revisión de los cambios en vegetación que ha habido en los Andes en el pasado, por causa de cambios en las temperaturas. “El hecho de mirar al pasado es una forma de verificar que nuestras proyecciones también están apoyadas en los eventos pasados climáticos”, explica Carolina Tovar.
A grandes rasgos, los científicos determinaron que, tanto aumentos como disminuciones en las temperaturas, han provocado cambios. “Cuando ha habido incrementos de temperatura, hemos observado que la línea de bosque ha subido, es decir, se ha expandido, mientras que los ecosistemas más altos empiezan a disminuir su espacio”, indica Tovar.
Además de esta revisión, los investigadores hicieron un análisis de cambio climático en los Andes por localidades y luego combinaron la distribución actual de biomas con las capas climáticas para obtener las proyecciones climáticas para el futuro, entre los años 2040 y 2070.
¿Qué estaríamos perdiendo si estos ecosistemas se transforman?
Aunque los investigadores dicen que conservar plantas y biomas es un fin importante en sí mismo, también se les ocurren varias razones por las que la mitigación del cambio climático debería ser una prioridad en la región. “A medida que los ecosistemas cambian y la biodiversidad desaparece, hay una gran cantidad de plantas que aún no conocemos y proveen servicios a la humanidad, que van a desaparecer”, dice Pérez.
Estas son las llamadas plantas útiles, que tienen funciones importantes para las personas. Algunas, por ejemplo, tienen compuestos medicinales importantes, mientras que otras son comestibles. Recientemente, un estudio publicado en la revista Scientific Reports encontró que Colombia tiene la mitad de las plantas comestibles del mundo. Estas “tienen un gran potencial para apoyar los medios de vida locales y desarrollar una bioeconomía basada en el uso sostenible de los recursos naturales locales”, destacaron los investigadores.
Tovar resalta también que millones de personas en América Latina viven en estos ecosistemas, y se alimentan y subsisten a partir de los servicios que estos dan. Por ejemplo, según el DANE, en Colombia al menos 76 mil personas habitan en los páramos, pero el 70 % de la población depende del proceso de regulación de agua que tiene lugar en estos ecosistemas. “¿Qué pasaría con ciudades como Bogotá y Bucaramanga que dependen de esta agua?”, se pregunta Pérez.
Los investigadores advierten que aún hay grandes vacíos en la información sobre la cantidad de especies de los Andes. “Es preocupante, porque estamos demostrando evidencia de que va a haber un cambio fuerte en la región, y que aún no tenemos los datos que necesitamos para realizar acciones de mitigación y conservación”, puntualiza Tovar.