El colombiano que asesoró a Disney para comprender a las abejas
El biólogo colombiano Carlos Alberto Hernández participó en la serie documental de Disney y NatGeo, “Bichos, una verdadera aventura en miniatura”. En entrevista cuenta cuáles fueron los retos de grabar la rutina de una de las abejas más fascinantes de los bosques tropicales de Latinoamérica.
María Paula Lizarazo
Unas abejas machos de color esmeralda vuelan a 30 kilómetros por hora en busca de algo particular. Se trata de las abejas euglosinas (euglossini), que paran en flores -especialmente en orquídeas-, hongos y hasta heces de la selva recolectando olores para armar un “perfume” que les ayude a que las hembras quieran acercarse para aparearse. Así lo muestra el segundo capítulo “Bienvenidos a la selva”, de la serie documental Bichos, una verdadera aventura en miniatura de Disney y NatGeo, en el que participó el biólogo colombiano Carlos Alberto Hernández, y que está disponible en Disney+.
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Unas abejas machos de color esmeralda vuelan a 30 kilómetros por hora en busca de algo particular. Se trata de las abejas euglosinas (euglossini), que paran en flores -especialmente en orquídeas-, hongos y hasta heces de la selva recolectando olores para armar un “perfume” que les ayude a que las hembras quieran acercarse para aparearse. Así lo muestra el segundo capítulo “Bienvenidos a la selva”, de la serie documental Bichos, una verdadera aventura en miniatura de Disney y NatGeo, en el que participó el biólogo colombiano Carlos Alberto Hernández, y que está disponible en Disney+.
El capítulo se ubica en un área de reserva en la selva de Costa Rica y muestra en detalle no solo las jornadas de las euglosinas, sino de otros insectos como las hormigas soldados o guerreras, las hormigas cortadoras y el escarabajo elefante, en lo que la narradora del capítulo denomina como una “Bichotrópolis”. Estas abejas se encuentran en las selvas de Latinoamérica, que abarcan un tercio de las especies de fauna del mundo, incluyendo la Amazonia.
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Aunque conoce estas abejas hace años, Hernández estuvo preparándose un año para realizar el documental. Y pese a que sabía de sus comportamientos y cómo manipularlas, hubo momentos de la producción en los que desde él hasta el camarógrafo tuvieron que improvisar para lograr tomas de estas abejas acercándose a orquídeas. Anteriormente, asesoró otros documentales en los que se incluyen estas especies, como Wild Choco (Off The Fence - Nat Geo), Our Planet (Silverback films - Netflix 2018) y Tiny World (Plimsoll - Apple TV+).
Ahora continúa realizando su doctorado en Sostenibilidad en la Universidad de Lund (Suecia) y dice que quisiera participar en otra producción que estuviera relacionada con su investigación: el conocimiento de comunidades indígenas sobre el uso sostenible del bosque amazónico.
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¿Cuáles son los retos que trae una expedición sumada a una producción audiovisual?
Es tremendo reto juntar personas del equipo de filmación, juntar las orquídeas que se cree van a florecer en esa época y las abejas para que aparezcan en cámara. Es un reto de cronogramas muy fino; toca jugar y apostar. A veces las hormigas se comen una orquídea y queda uno con una orquídea menos. También pasa que la abeja con la que uno está trabajando ya está muy cansada y toca liberarla, entonces hay que esperar a trabajar otro día con un individuo diferente. O hay que fijarse en que el camarógrafo esté cómodo con la luz y con el enfoque. Hay que planear mucho e improvisar; también hay que confiar en el conocimiento de cada uno: producción, director, camarógrafo y yo. Al final se vuelve mucho un ejercicio de resolver preguntas imposibles ahí mismo, frente a la cámara.
Para este capítulo, ¿por qué eligieron esas abejas?
Es que, ¿cómo no? Cuando la gente vea el documental va a entender por qué. Son tornasoladas brillantes, naranjas, verdes, azules, rosadas. No viven en colmenas, no producen miel, son solitarias. Y para reproducirse los machos tienen que colectar perfumes de una serie de fuentes, de plantas o de hongos y cuando hacen ese buque, se lo muestran a las hembras y, según eso, las hembras ven que es un buen macho porque logró conseguir todos los perfumes. Eso quiere decir que tiene buenas antenas, que tiene buena capacidad de vuelo, que se esfuerza, etcétera. Son interesantísimas.
¿Qué destaca de la relación entre estas abejas y los ecosistemas que habitan?
En el proceso de colectar perfumes, han evolucionado en conjunto con las plantas y con las orquídeas. Y las orquídeas han cambiado las formas de sus partes, de su flor, para capturar las abejas y hacer que pasen por uno de sus túneles que se ven en el documental. Es una historia totalmente alucinante.
Si a ti te dicen que uno puede ir en el bosque y puede ver a una abeja que se perfuma para “levantarse” a las hembras, piensas que eso lo hacemos solo los humanos. Pero son historias que llevan ocurriendo por lo menos 22 millones de años. Y nosotros hasta ahora estamos entendiendo que eso ocurre.
Tras más de un año dedicado a estudiar estas abejas, ¿hubo algo que, en medio de las grabaciones, lo sorprendiera o que no tuviera previsto?
Pasaban muchas cosas que me sorprendían y que eran nuevas para mí. Estábamos preguntándonos cómo hacer para filmar a las abejas alimentándose de una flor naturalmente. Y subiendo unas escaleras, miré a la derecha y había una flor y me quedé mirando un momento y llegó una abeja y se empezó a alimentar. Entonces fue mucho más fácil de lo que pensamos. Estas abejas me persiguen, o yo las persigo; no sé, pero las suelo encontrar a donde voy. Y eso me ha pasado desde el primer día, desde que hacía el pregrado en Biología.
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¿Cree que las abejas han dejado de ser especies “temidas”?
Yo creo que se ha avanzado mucho. Obviamente, hay mucho camino por recorrer, pues hay que reconocer diferentes especies de abejas, cambiar los medios de vida, o las formas de habitar y de consumir, pero sí creo que ha habido un cambio. Las instituciones y la gente, y los mensajes en el mundo han estado cambiando. Por ejemplo, en los años setenta u ochenta hubo un gran caos porque a veces ocurrían muertes de estos animales, pero ya salimos de allá y ahora estamos empezando a hablar de las abejas nativas, que son muchas. Esa conversación sobre abejas nativas es, tal vez, la más importante.
Y en este caso estas, que no producen miel para nosotros… Hay gente que dice que si esas abejas no producen miel, ¿de qué nos sirven? Es una demostración de que solo estamos analizando el mundo bajo un criterio humano, como si la Tierra hubiera sido creada para nosotros. Inclusive, para beneficio humano, para que haya bosques saludables, tienen que seguir existiendo abejas que polinizan plantas para que se mantenga el bosque, así no lo consumamos directamente nosotros. Entonces, todavía hay mucho detalle por dónde avanzar para que un día pasemos de la niñez socio-ecológica hacia una madurez socio-ecológica.
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¿Qué es lo más valioso de las producciones audiovisuales de divulgación científica?
Estas producciones le dan importancia a las personas que dedican su vida a contar historias y a dar a conocer sobre la biodiversidad. Antes no se entendía qué hacía un biólogo. Eso me parece valioso. Elevar el conocimiento sobre el mundo natural, sobre el mundo silvestre, sobre las historias secretas que pasan en los trópicos, levantarlas de nivel y ponerlas en el lugar más alto, comunicarlo y divulgarlo por todos los medios con el mayor rigor posible.
Me parece que hay información todavía en el planeta y en Colombia que requiere que se trate con la mayor seriedad y elegancia. Y este documental hace eso. Toma una información muy específica y la trata de contar de la mejor manera posible.
En el caso de Colombia, ¿cómo se podría fortalecer la divulgación científica y que esté más al alcance de todos los públicos?
Es algo sistemático. ¿Cómo es posible que en el país más biodiverso del mundo, en el colegio, a uno no le enseñen sobre biocultura y, por ejemplo, diversidad indígena? O, ¿por qué para investigar algo toca esforzarse por conseguir unos poquitos pesos? Se necesitan buenos profesores de ciencias, que estén bien pagos; y que n haya inversión para lo biocultural, porque la diversidad no es solo de abejas y de plantas, sino que es también de culturas. Yo creo que tenemos que creerle e invertirle a estas historias, contarlas más en salones de clase. Los medios de comunicación deben invertir más a los espacios ambientales, a los bioculturales, y contratar periodistas que estén lo mejor capacitados para contar esas historias que están por todo el territorio. Si la gente creciera viendo documentales de naturaleza, podríamos hacer una diferencia.
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