El colombiano que liderará la protección de la naturaleza en el grupo de Jeff Bezos
El biólogo Cristian Samper asumió esta semana, oficialmente, la gerencia del Bezos Earth Fund, una bolsa de US$10.000 millones para ayudar, entre otras cosas, a conservar ecosistemas claves del planeta. Desde Nueva York, conversó con El Espectador sobre este nuevo proyecto del que Colombia ya empezó a beneficiarse.
Sergio Silva Numa
Cuenta Cristian Samper que cuando Jeff Bezos llegó al Parque Nacional Natural Chiribiquete, se paró un rato en silencio mirando esa selva inmensa del Amazonas. Ya habían hecho un recorrido aéreo y se habían percatado de que la deforestación había estado avanzando a un ritmo frenético. Así que luego de observar el bosque, Bezos, el segundo hombre más rico del planeta y dueño de Amazon, se volteó y dijo: “Esto es algo increíble. Es un sitio natural que hay que proteger”. (Lea Pesca deportiva: de actividad clave en comunidades a polémico caso de maltrato animal)
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Cuenta Cristian Samper que cuando Jeff Bezos llegó al Parque Nacional Natural Chiribiquete, se paró un rato en silencio mirando esa selva inmensa del Amazonas. Ya habían hecho un recorrido aéreo y se habían percatado de que la deforestación había estado avanzando a un ritmo frenético. Así que luego de observar el bosque, Bezos, el segundo hombre más rico del planeta y dueño de Amazon, se volteó y dijo: “Esto es algo increíble. Es un sitio natural que hay que proteger”. (Lea Pesca deportiva: de actividad clave en comunidades a polémico caso de maltrato animal)
Bezos vino a Colombia a principios de marzo, cuando anunció una donación al Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Palmira, de US$17 millones para un banco de semillas. La visita surgió como una invitación informal que le hizo el presidente, Iván Duque, en la Cumbre de Cambio Climático de Glasgow (Escocia) en 2021. Con ellos estaba Samper, quien ya tenía un pie en el equipo de Bezos, y le sonó la idea. “Yo le seguí la caña y dije, sí, tenemos que ir a Colombia”, recuerda ahora desde Nueva York. (Lea Mercurio en delfines de río, otra consecuencia de la deforestación en el Amazonas)
Esta semana, Samper fue anunciado formalmente como nuevo integrante del Bezos Earth Fund, una bolsa de US$10.000 millones que él mismo ayudó a pensar y diseñar. Con esa suma, esperan financiar, de aquí a 2030, a científicos, activistas y ONG, entre otros, que ayuden en dos temas cruciales: el cambio climático y la protección de la naturaleza.
Samper, biólogo colombiano —con un Ph. D. en Ecología Vegetal de la Universidad de Harvard— será gerente del fondo. Además, será el líder del programa Soluciones de la Naturaleza (Nature Solutions), un camino para proteger, restaurar y gestionar mejor los ecosistemas.
“Cristian es un gigante en el campo de la conservación y nos sentimos honrados de que se una a nosotros a tiempo completo para impulsar nuestra agenda sobre la naturaleza”, fue como lo presentó esta semana Andrew Steer, presidente y director ejecutivo de Bezos Earth Fund. “La enormidad del desafío que tenemos por delante requiere visión y acción audaz, y el liderazgo de Cristian es fundamental en esta década decisiva”.
Ese liderazgo lo ha construido Samper, tras transitar por varios cargos cruciales en temas de conservación. En 2003, asumió la dirección del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, en Estados Unidos. Tras casi una década custodiando una de las más valiosas colecciones de especies (más de 125 millones de especímenes), asumió en 20212 la dirección de Wildlife Conservation Society (WCS), una de las organizaciones más antiguas en temas de conservación. Fue creada en 1895 y hoy está en 65 países.
Ahora, después de diez años, vuelve a cambiar de trabajo con la esperanza, dice, de volver algún día a La Planada, una reserva natural que creó en Nariño, para recorrer los Andes y conversar con campesinos. Después de todo, asegura, cuanto más tiempo pasa en el extranjero, más colombiano se siente y más ganas tiene de ayudar a conservar el país sin importar el presidente que elijamos.
Salir de WCS, una de las organizaciones más prestigiosas en temas de conservación, no debe ser una decisión nada fácil. ¿Qué lo llevó a tomar ese nuevo rumbo?
Fue una combinación de factores. Cumplo diez años de estar al frente de WCS y siempre he abordado estos retos como desafíos de diez años. Siempre he creído que uno se demora cinco años en hacer algo que valga la pena y después de diez años es bueno un cambio para uno y para la entidad. Entonces, en el fondo, estaba pensando que iba a llegar ese momento y surgió esta oportunidad. He venido ayudando en el diseño y la construcción de este fondo desde hace casi un año. ¿Cuántas veces se presenta una oportunidad como esta, con alguien como Jeff Bezos dispuesto apoyar los temas de naturaleza y cambio climático? Era irresistible. Seguiremos con el mismo compromiso que tenido desde que estuve en el Instituto Humboldt, en el Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian (EE. UU.) y en WCS. Son como capítulos de la vida, pero el título continúa siendo el mismo: conocer, conservar y utilizar la biodiversidad de este planeta.
¿Hace, más o menos, cuánto se estaba cocinando esa decisión?
La venía pensando hace varias semanas. De hecho, venía asesorando el diseño del Bezos Earth Fund desde el año pasado. Desde que se anunció la creación del fondo, me pidieron que ayudara a diseñarlo. Esta oportunidad surgió, de hecho, desde la cumbre de cambio climático Glasgow (Escocia) de noviembre del año pasado. Allí anunciamos la intención de invertir US$3.000 millones en el portafolio de naturaleza: conservar, restaurar y transformar. Desde esa época estaba rondando en mi cabeza la idea, aunque la decisión la tomé en este último mes luego de consultar con amigos, mi familia y miembros de la junta directiva de WCS, porque no es fácil dejar una entidad que uno quiere mucho.
En esta década, WCS se convirtió en un referente en temas de conservación y asuntos ambientales en el mundo. ¿Qué fue lo más desafiante estos diez años?
Hubo dos retos difíciles. Creo que el primero se presentó al tercer mes de entrar a WCS: me tocó el huracán Sandy, en Nueva York. Básicamente, destruyó el Acuario de Nueva York, que es uno de los espacios que nosotros manejamos. Eso ha sido un reto y un trabajo que nos ha tomado casi diez años y una inversión de cerca de US$400 millones para restaurar y reconstruir el acuario. Eso fue muy duro, pero hoy tenemos un lugar mucho mejor que el que teníamos. La pandemia fue otro gran reto: impactó todas nuestras operaciones alrededor del mundo. Dos años muy difíciles, pero ya estamos del otro lado.
Hay, también, un tercer reto que tiene que ver con la degradación ambiental en los más de sesenta países en los que trabajamos. En algunos estamos ganando las batallas, pero no la guerra. En los sitios donde estamos trabajando sabemos qué hacer, estamos declarando áreas protegidas y salvando especies de animales, pero las tendencias mundiales continúan siendo muy complejas. Y ese es al gran desafío que tenemos ahora. Esta década será fundamental para el planeta y tenemos que lograr un mayor impacto.
Hablemos de su nuevo trabajo. ¿Cuál, específicamente, será su rol?
Me voy a desempeñar como gerente del Bezos Earth Fund y voy a estar a cargo del portafolio de Soluciones para la Naturaleza. Este es un fondo que está diseñado a raíz del anuncio de Jeff Bezos, hace cerca de año y medio, de invertir US$10.000 millones para solucionar los problemas de cambio climático y protección de la naturaleza. Yo voy a liderar la agenda de naturaleza y estamos pensando tres iniciativas concretas que ya las anunciamos en Glasgow (Escocia) el año pasado. Primero, proteger lo que nos queda; es decir, identificar y proteger los sitios más importantes del mundo a través de parques nacionales y otras iniciativas como “30 X 30”, que busca proteger el 30 % del planeta al 2030. La segunda es una agenda de restauración. Tenemos que restaurar lo que hemos perdido: identificar aquellos sitios que se han degradado por la actividad humana en los últimos dos siglos y buscar maneras de restaurar esos ecosistemas. La tercera iniciativa está diseñada para la transformación de los sistemas de alimentación. Al final, la agricultura es uno de los grandes motores de cambio que conduce a la deforestación. Entonces, queremos analizar cuáles son las acciones que podemos tomar para cambiar la forma en que producimos y consumismo alimentos. Eso incluye desde cómo estamos produciendo hasta las decisiones que tomamos todos los días, que tienen un impacto muy grande. Entonces proteger, restaurar y transformar es el trípode al que me dedicaré, ojalá, en los próximos diez años.
¿Hay algunas regiones sobre las que, desde el Bezos Earth Fund, tengan un interés particular para trabajar?
Lo estamos definiendo aún, pero el año pasado hicimos la primera apuesta en dos grandes regiones en la parte de conservación. Fueron las selvas del Congo, en África, y los Andes tropicales. Eso lo hicimos pensando, principalmente, en tres criterios: primero, la importancia en términos de biodiversidad global; segundo, la importancia de los stocks de carbono; y, tercero, el compromiso político de esos países para poder implementar la iniciativa “30 x 30”. Decidimos que esos serían los primeros sitios y en noviembre del año pasado anunciamos y entregamos los primeros US$250 millones a cerca de quince entidades no gubernamentales para apoyar la creación, expansión y el fortalecimiento en el manejo de áreas protegidas en los siete países que escogimos inicialmente. También, en este momento, estamos trabajando en un portafolio de iniciativas de espacio marino, enfocadas en el océano Pacífico. Esperamos anunciarlas en la próxima Cumbre de Océanos en Lisboa (Portugal).
En la parte de restauración, el enfoque inicial es en África, porque muchas de las zonas de África están degradadas y tienen poblaciones rurales muy marginadas. Entonces hay una iniciativa que se llama AFR100 (The African Forest Landscape Restoration Initiative), que reúne a treinta países de África que están comprometidos con la meta de restaurar cien millones de hectáreas. La idea es lanzar una incitativa más grande y concreta en la COP 27 este año en Egipto.
Y el área de sistemas de alimentación es la menos desarrollada hasta ahora, pero estamos viendo cómo se podría usar la diversidad genética y varias herramientas para mejorar los cultivos en términos de captura de carbono. A raíz de eso fue que, hace unas semanas, anunciamos una donación al CIAT de US$17 millones para un banco de semillas y poder usar la riqueza genética que está en esos bancos para mejorar los sistemas de raíces de las plantas y que los cultivos no solo produzcan alimentos, sino que capturen carbono.
Esas son las iniciativas iniciales, pero estamos, hasta ahora, en el primer año. Habrá mucho más para promover esas soluciones basadas en la naturaleza para ayudar a combatir el cambio climático.
¿Aparte de la donación que le hicieron al CIAT tienen algún otro plan específico para Colombia?
Sí. De hecho, estamos trabajando, específicamente, en la propuesta de Herencia Colombia, que es una iniciativa para crear un fondo de conservación que ayude a completar y consolidar la gestión de las áreas protegidas del país. En esto llevamos trabajando varios años y junto con muchas entidades. El Bezos Earth Fund es uno de los donantes de ese fondo. La idea es crear un fondo patrimonial importante que manejaría patrimonio natural. Colombia ha avanzado mucho en el tema de declarar parques, pero el presupuesto para los Parques Nacionales Naturales y las áreas marinas es muy pequeño. Necesitamos fortalecer eso. Es una alianza entre el Gobierno, que usaría parte del impuesto al carbono, con donantes privados y multilaterales.
Entre todas las dificultades ambientales hay una muy compleja: la deforestación en la Amazonia. ¿Los inquieta? ¿Hay algún esfuerzo para atajar ese problema?
Claro que nos inquieta. De hecho, cuando el mes pasado estuvimos en Colombia con Jeff Bezos, una de las visitas que hicimos fue al PNN Chiribiquete. No fuimos solo por ver el parque y la maravilla natural, sino por ver la frontera de deforestación. Al observar las imágenes satelitales, vemos cómo esa frontera se ha expandido de una manera impresionante en los últimos veinte años. Entonces, no se trata solo de proteger un sitio como Chiribiquete, sino de atacar esa raíz. Como ustedes saben, detrás de eso hay un tema muy complejo que tiene ver con la especulación de tierras, ganadería y muchos otros elementos. En eso el papel del Estado colombiano es muy importante.
Recuerdo que usted, cuando la pandemia estaba en un punto crítico, compartió una caricatura en Twitter que mostraba varias “olas” que se aproximaban a la humanidad. Primero estaba el covid-19, luego la recesión y después el cambio climático. Pero la ola más grande era la pérdida de biodiversidad. Es un escenario desalentador…
Sin duda. Tenemos una problemática muy seria en el planeta. En efecto, esa caricatura muestra que estamos enfocados en la crisis a corto plazo y se nos olvidan las crisis a mediano y largo plazo, que pueden ser más grandes. El cambio climático es fundamental en la agenda política global y eso me alegra mucho, pero no tiene la misma visibilidad que el tema de la biodiversidad. Con una diferencia muy importante: en biodiversidad, como decía Norman Myers, la extinción es para siempre. Una vez perdemos una especie no la podemos recuperar. Por eso es fundamental conservar, algo muy importante para un país como Colombia. Con esa megadiversidad, tenemos una gran ventaja comparativa que llevo promoviendo desde que fui director del Instituto Humboldt. Y, sin embargo, seguimos perdiendo nuestra biodiversidad. ¿Qué podemos hacer? Creo que hay que dar la batalla. Es el único planeta que tenemos. Debemos involucrar a todos los sectores porque es un asunto transversal. La Ley de Cambio Climático en Colombia fue un paso clave, porque fue transectorial. Me gustaría ver algo así en el plano de biodiversidad.
En últimas, comulga muy bien con la descripción que ustedes tienen en la página web del Bezos Earth Fund, relacionada con la necesidad de transformar la economía para lograr estos grandes cambios…
Sí, es uno de los grandes retos que tenemos. No soy economista, pero tengo muchos amigos economistas. Lo que me gusta ver es que se han vuelto un poco más verdes. Creo que uno de los grandes problemas tiene que ver con que el sistema de la economía tradicional, capitalista, ha dejado por fuera todos los costos ambientales presentes y futuros. Es lo que llaman “externalidades”. Se toman decisiones a muy corto plazo, sin tener en cuenta las consecuencias a futuro. Entonces, sí hay que reformar los modelos económicos y de desarrollo. En la media en que se incorporen los verdaderos costos y beneficios ambientales de la gestión, ahí comenzamos a avanzar. Ya hay grandes empresas que están empezando a hacerlo. Ahora vemos cómo algunas incluyen temas como cambio climático en sus balances financieros. Necesitamos que los economistas sean parte de la solución.
¿Qué tan difícil fue convencer a Jeff Bezos de que apueste un poco por Colombia?
No fue tan difícil, realmente. Pero el punto importante fue la oportunidad de llevarlo a Colombia. Esa fue una invitación que habíamos discutido desde el año pasado. El presidente Iván Duque, cuando estuvimos en Glasgow (Escocia), le había hecho la invitación. Yo le seguí la caña y le dije que teníamos que ir. Para mí era clave llevarlo para que entendiera en el terreno el panorama. Cuando estuvimos ahí parados en Chiribiquete, mirando esas selvas, recuerdo que se paró en silencio y dijo: “Esto es algo increíble. Es un sitio silvestre que hay que proteger”. Realmente le llegó al corazón y a la cabeza. Creo que ahora tenemos un gran aliado para Colombia y el mundo en estos temas. Nuestro gran reto será diseñar estrategias y soluciones para poder utilizar esos fondos que él ha comprometido para que tengan impacto. Pero en el contexto global las necesidades son enormes. Incluso, US$10.000 millones no son nada, comparado con los desafíos. La pregunta es: ¿cómo usamos esos recursos de manera muy estratégica para promover cambios y soluciones que realmente tengan un impacto global? Por mi parte, estoy muy contento, como colombiano, de poder ayudarle al país. Cuanto más tiempo paso afuera más colombiano me siento.
Dentro de poco tendremos nuevo presidente. ¿Cuál sería su recomendación al ganador?
Creo que el tema ambiental es una prioridad global no solo a corto plazo sino a mediano y largo plazo. No es un tema de un gobierno, sino un tema del Estado. Necesitamos unos líderes que tengan esa visión y ese compromiso. Necesitamos a alguien que ponga el tema ambiental como una de las prioridades del gobierno y del Estado. Este no es un problema del Ministerio de Medio Ambiente; es un problema de todos los sectores. Así que las políticas que pueda diseñar el siguiente gobierno son importantes y tienen que trascender al siguiente. Afortunadamente, tenemos acciones ambientales en las que se ha avanzado desde muchos gobiernos atrás. Que no se nos olvide, repito, que en el contexto global, la biodiversidad es la gran ventaja comparativa de nuestro país.
Por eso, desde que estuve en el Instituto Humboldt uso tres palabras: hay que conocer, conservar y utilizar esa biodiversidad. Conocer, porque tenemos que invertir en la ciencia, para que nos permita entender y usar los conocimientos tradicionales; conservar, porque hay que utilizar ese conocimiento para tomar medidas para no perderla; y utilizarla, porque esa riqueza tiene que ser algo que sirva para el desarrollo de Colombia. Hay que hacer una apuesta por el desarrollo de la bioeconomía, que fue una de las grandes recomendaciones que hicimos a la Misión de Sabios en 2019.
Hace unos años, usted me dijo que no veía tan distante ese regreso a Colombia y a La Planada, esa reserva natural que creó en Nariño. Ahora parece que ese retorno se va a prolongar, por lo menos, otros diez años…
Sí, el tiempo se nos va pasando. Yo nunca me imaginé que iba a terminar viviendo fuera de Colombia. Nunca fue una de mis metas salir, porque yo quiero mucho a mi país y mi gente. Pero la vida nos ha dado oportunidades y retos. Lo interesante es que, en medio de todo, me siento muy conectado con Colombia. Yo, de hecho, voy cuatro o cinco veces al año. Siempre estoy dispuesto a apoyar a cualquier gobierno de cualquier partido. Este es un tema que debe trascender gobiernos y líderes. Pero sí, mi sueño aún es volver allá, a La Planada y a Chingaza. ¿Quién iba a pensar que, hubiera llegado al Smithsonian o a trabajar con Jeff Bezos? Nunca; sin embargo, jamás se me olvida de dónde soy ni de dónde vengo. Así que tarde o temprano volveré allá y podré pasar más tiempo caminando por los Andes colombianos y conversando con los campesinos.