El dilema de Colombia y el mundo: salir de la era fósil o sufrir sus impactos devastadores
Desde su candidatura a las elecciones presidenciales, el Presidente Gustavo Petro y su plan para acabar de manera progresiva con la dependencia de Colombia a los combustibles fósiles han sido objeto de controversia nacional e internacional.
Mark Campanale*
La reafirmación del gobierno colombiano, anunciada en Davos por voz de su Ministra de Energía y Minas, Irene Vélez, de suspender la firma de nuevos contratos de exploración de petróleo y gas ha provocado fuertes reacciones en el debate público del país. Aunque Irene Vélez haya sido clara en que el plan del Gobierno consiste en poner fin a cualquier nueva licencia de exploración -y no en acabar abruptamente con los actuales contratos de explotación-, la ministra está siendo atacada desde distintos bandos políticos que la acusan de desestabilizar la economía y de sacrificar a Colombia en el altar de la transición energética.
Sin embargo, nuestro último informe, On Track for Paris? IEA lays out required pace of energy transition to keep 1.5°C in sight (¿En camino para cumplir con París? La AIE establece el ritmo necesario de transición energética para mantener a la vista 1,5°C), muestra que la estrategia colombiana es una respuesta adecuada tanto a la crisis climática como a los cambios en la matriz energética que se perfilan.
Nuestra investigación examina la última edición anual del World Energy Outlook (WEO, para sus siglas en inglés) de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) y destaca dos conclusiones clave:
● Una vía creíble -y más barata- hacia 1,5°C puede ser posible, con más confianza en el crecimiento renovable y una reducción más rápida de la producción fósil, lo cual implica ponerle fin a toda concesión de nuevos contratos de exploración
● La invasión de Ucrania ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema energético dependiente de los combustibles fósiles y ha acelerado la transición energética. Nuevas evaluaciones, esta vez de BP, han confirmado esta opinión, según la cual la guerra ha acelerado el abandono del petróleo y el gas.
Estas conclusiones son validadas por otras instituciones de renombre internacional, como la UNEP en su Informe sobre la Brecha de Producción o el El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que afirman que los planes de producción de petróleo, carbón y gas de los países no son coherentes con los objetivos de mantener la temperatura por debajo del límite de 1,5.. El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, denunció la “gran mentira” de la industria de los fósiles en el mismo Foro Económico de Davos en el que Colombia reafirmó su plan de salida progresiva de la producción fósil.
En este sentido, la decisión de Colombia es estratégica para mantener la esperanza de evitar el caos climático. Es más, también es una decisión viable y racional desde el punto de vista económico. La AIE compara tres escenarios de transición:
● El escenario STEPS (Business-as-usual Stated Policies) basado en lo que hacen actualmente los gobiernos para luchar contra el cambio climático
● El escenario APS (Accelerated Announced Pledges) que examina lo que dicen que van a hacer
● El escenario NZE (Net-Zero Emissions) que explica qué tendrían que hacer para alcanzar el objetivo de 1.5
Los dos últimos escenarios, que son los más coherentes con el compromiso climático, coinciden en una constatación fundamental: la demanda de combustibles fósiles disminuirá. Por lo tanto, es poco probable que Colombia siga siendo competitiva en el mercado internacional.
Además, la idea de que la concesión de nuevas licencias de exploración implica ingresos inmediatos no está demostrada ni respaldada. La firma de un nuevo contrato de exploración es una promesa de inversión con pocas garantías de rendimiento financiero a corto plazo. Entre las subvenciones estatales, los beneficios fiscales y el tiempo que transcurre entre las actividades de exploración y explotación, los ingresos procedentes de las nuevas licencias serían muy inciertos para Colombia.
El gobierno de Gustavo Petro está haciendo una lectura adecuada del futuro del mercado económico, así como el futuro del país. Está dando un primer paso necesario para garantizar una salida progresiva de la producción de petróleo, gas y carbón, lo que reafirmó la ministra Irene Vélez en un tweet en respuesta a las polémicas: “La decisión es aprovechar recursos disponibles hoy y respetar los contratos vigentes.”
En lugar de alarmarse por la magnitud del potencial choque económico que supondría abandonar los combustibles fósiles, los responsables políticos y los inversores deberían actuar ante la magnitud del choque climático que nos espera si los gobiernos no trabajan por la transición justa desde ahora.
Con este paso, Colombia está liderando el camino hacia una sociedad más sustentable, justa y saludable, construyendo una visión sin precedentes de una economía que invierte verdaderamente en el futuro de la humanidad. Otras naciones del mundo deberían seguir su ejemplo, y brindar apoyo tanto político como económico para que la transición justa se convierta en una realidad planetaria en el mediano plazo.
Una camino para proporcionar la cooperación necesaria a los países dependientes de los combustibles fósiles como Colombia sería, en primer lugar, unirse a los esfuerzos internacionales para registrar públicamente qué combustibles fósiles se están desarrollando y qué licencias se están entregando, en relación con el presupuesto científico de carbono, a través de un Registro Global de Combustibles Fósiles. En segundo lugar, que Colombia se una al desarrollo de un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles.
*Fundador de Carbon Tracker Initiative, un grupo de reflexión sin ánimo de lucro con oficinas en EE.UU. y el Reino Unido, tras 20 años de carrera en finanzas sostenibles. Carbon Tracker es conocido sobre todo por su trabajo sobre los “activos bloqueados” y la “burbuja del carbono” y por ofrecer análisis de transición a los miembros de Climate Action 100+. Estos conceptos también son utilizados por el movimiento de desinversión en combustibles fósiles y por los inversores y reguladores a la hora de establecer vías de descarbonización para el sector de los combustibles fósiles. Mark también es miembro del Comité Directivo de la iniciativa del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles.
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La reafirmación del gobierno colombiano, anunciada en Davos por voz de su Ministra de Energía y Minas, Irene Vélez, de suspender la firma de nuevos contratos de exploración de petróleo y gas ha provocado fuertes reacciones en el debate público del país. Aunque Irene Vélez haya sido clara en que el plan del Gobierno consiste en poner fin a cualquier nueva licencia de exploración -y no en acabar abruptamente con los actuales contratos de explotación-, la ministra está siendo atacada desde distintos bandos políticos que la acusan de desestabilizar la economía y de sacrificar a Colombia en el altar de la transición energética.
Sin embargo, nuestro último informe, On Track for Paris? IEA lays out required pace of energy transition to keep 1.5°C in sight (¿En camino para cumplir con París? La AIE establece el ritmo necesario de transición energética para mantener a la vista 1,5°C), muestra que la estrategia colombiana es una respuesta adecuada tanto a la crisis climática como a los cambios en la matriz energética que se perfilan.
Nuestra investigación examina la última edición anual del World Energy Outlook (WEO, para sus siglas en inglés) de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) y destaca dos conclusiones clave:
● Una vía creíble -y más barata- hacia 1,5°C puede ser posible, con más confianza en el crecimiento renovable y una reducción más rápida de la producción fósil, lo cual implica ponerle fin a toda concesión de nuevos contratos de exploración
● La invasión de Ucrania ha puesto de manifiesto la fragilidad del sistema energético dependiente de los combustibles fósiles y ha acelerado la transición energética. Nuevas evaluaciones, esta vez de BP, han confirmado esta opinión, según la cual la guerra ha acelerado el abandono del petróleo y el gas.
Estas conclusiones son validadas por otras instituciones de renombre internacional, como la UNEP en su Informe sobre la Brecha de Producción o el El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), que afirman que los planes de producción de petróleo, carbón y gas de los países no son coherentes con los objetivos de mantener la temperatura por debajo del límite de 1,5.. El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, denunció la “gran mentira” de la industria de los fósiles en el mismo Foro Económico de Davos en el que Colombia reafirmó su plan de salida progresiva de la producción fósil.
En este sentido, la decisión de Colombia es estratégica para mantener la esperanza de evitar el caos climático. Es más, también es una decisión viable y racional desde el punto de vista económico. La AIE compara tres escenarios de transición:
● El escenario STEPS (Business-as-usual Stated Policies) basado en lo que hacen actualmente los gobiernos para luchar contra el cambio climático
● El escenario APS (Accelerated Announced Pledges) que examina lo que dicen que van a hacer
● El escenario NZE (Net-Zero Emissions) que explica qué tendrían que hacer para alcanzar el objetivo de 1.5
Los dos últimos escenarios, que son los más coherentes con el compromiso climático, coinciden en una constatación fundamental: la demanda de combustibles fósiles disminuirá. Por lo tanto, es poco probable que Colombia siga siendo competitiva en el mercado internacional.
Además, la idea de que la concesión de nuevas licencias de exploración implica ingresos inmediatos no está demostrada ni respaldada. La firma de un nuevo contrato de exploración es una promesa de inversión con pocas garantías de rendimiento financiero a corto plazo. Entre las subvenciones estatales, los beneficios fiscales y el tiempo que transcurre entre las actividades de exploración y explotación, los ingresos procedentes de las nuevas licencias serían muy inciertos para Colombia.
El gobierno de Gustavo Petro está haciendo una lectura adecuada del futuro del mercado económico, así como el futuro del país. Está dando un primer paso necesario para garantizar una salida progresiva de la producción de petróleo, gas y carbón, lo que reafirmó la ministra Irene Vélez en un tweet en respuesta a las polémicas: “La decisión es aprovechar recursos disponibles hoy y respetar los contratos vigentes.”
En lugar de alarmarse por la magnitud del potencial choque económico que supondría abandonar los combustibles fósiles, los responsables políticos y los inversores deberían actuar ante la magnitud del choque climático que nos espera si los gobiernos no trabajan por la transición justa desde ahora.
Con este paso, Colombia está liderando el camino hacia una sociedad más sustentable, justa y saludable, construyendo una visión sin precedentes de una economía que invierte verdaderamente en el futuro de la humanidad. Otras naciones del mundo deberían seguir su ejemplo, y brindar apoyo tanto político como económico para que la transición justa se convierta en una realidad planetaria en el mediano plazo.
Una camino para proporcionar la cooperación necesaria a los países dependientes de los combustibles fósiles como Colombia sería, en primer lugar, unirse a los esfuerzos internacionales para registrar públicamente qué combustibles fósiles se están desarrollando y qué licencias se están entregando, en relación con el presupuesto científico de carbono, a través de un Registro Global de Combustibles Fósiles. En segundo lugar, que Colombia se una al desarrollo de un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles.
*Fundador de Carbon Tracker Initiative, un grupo de reflexión sin ánimo de lucro con oficinas en EE.UU. y el Reino Unido, tras 20 años de carrera en finanzas sostenibles. Carbon Tracker es conocido sobre todo por su trabajo sobre los “activos bloqueados” y la “burbuja del carbono” y por ofrecer análisis de transición a los miembros de Climate Action 100+. Estos conceptos también son utilizados por el movimiento de desinversión en combustibles fósiles y por los inversores y reguladores a la hora de establecer vías de descarbonización para el sector de los combustibles fósiles. Mark también es miembro del Comité Directivo de la iniciativa del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles.
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