El Espectador le explica lo que se nos viene con el fenómeno de El Niño
Las autoridades ya recomiendan el almacenamiento de agua lluvia. Más de 560 municipios tendrían inconvenientes para suministrar agua a sus pobladores.
Edwin Bohórquez Aya
Es miércoles, día de El Espectador le explica. “Olas de calor sin precedentes”, “embalses con menos agua” en medio de una “demanda de energía creciente”, “inseguridad alimentaria”, “sequías, malaria y, posiblemente, un duro golpe para la economía” han sido los titulares que hemos leído en este 2023 y que tienen relación directa con el fenómeno de El Niño, el cambio en el comportamiento climático que en Colombia se ha vivido como una disminución notable en las lluvias generando impactos directos en la agricultura, en la cadena de abastecimiento, en los precios de los productos que compramos en el supermercado y hasta en los embalses, pues esto último implica una consecuencia directa en la generación de la energía y de los costos que tenemos que pagar en cada factura en Colombia. Por eso, este boletín de noticias, con ayuda de las secciones de Ambiente y Negocios, está dedicado a explicar lo que ha sucedido y lo que se proyecta que se viene, pues entrando al segundo semestre de 2023 se espera la llegada fuerte de este fenómeno. Recuerden entrar a todos los enlaces que dejaremos a continuación. Comencemos.
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Es miércoles, día de El Espectador le explica. “Olas de calor sin precedentes”, “embalses con menos agua” en medio de una “demanda de energía creciente”, “inseguridad alimentaria”, “sequías, malaria y, posiblemente, un duro golpe para la economía” han sido los titulares que hemos leído en este 2023 y que tienen relación directa con el fenómeno de El Niño, el cambio en el comportamiento climático que en Colombia se ha vivido como una disminución notable en las lluvias generando impactos directos en la agricultura, en la cadena de abastecimiento, en los precios de los productos que compramos en el supermercado y hasta en los embalses, pues esto último implica una consecuencia directa en la generación de la energía y de los costos que tenemos que pagar en cada factura en Colombia. Por eso, este boletín de noticias, con ayuda de las secciones de Ambiente y Negocios, está dedicado a explicar lo que ha sucedido y lo que se proyecta que se viene, pues entrando al segundo semestre de 2023 se espera la llegada fuerte de este fenómeno. Recuerden entrar a todos los enlaces que dejaremos a continuación. Comencemos.
Vamos con un poco de contexto. El 6 de enero de 2023 conocimos el reporte de todo el 2022 en materia de energía, de acuerdo con la información del operador del sistema interconectado y administrador del mercado mayorista de electricidad, XM. Los colegas de Negocios nos contaban que “los precios de la electricidad crecieron 22,40% el año pasado siendo uno de los factores que más contribuyó a la disparada de la inflación de 13,12%”. Sucedía, incluso, cuando los niveles de los embalses estaban cerca de registros históricos, lo que quiere decir que veníamos de temporada de lluvias y que la generación de energía en todo el país había sido hidráulica y no se había obligado a echar mano de las plantas térmicas a gas y carbón. Por eso “este comportamiento ha generado la apertura de una investigación por parte de la Superintendencia de Servicios Públicos”, nos dijeron las autoridades competentes.
Diez días después la información que nos llegaba se leía así: En 2023 se presentarían olas de calor sin precedentes por el fenómeno de El Niño. “Científicos afirman que el fenómeno, unido a la creciente crisis climática, puede hacer que las temperaturas mundiales se salgan de control”, nos contaron los colegas de la sección Ambiente. Una advertencia muy delicada. Se planteaba que el 2023 sería más caliente que el 2022, cuando este ya fue el quinto año más caliente jamás registrado de acuerdo con datos mundiales, pero que lo que se viene podría ser peor: “Sugerimos que 2024 será probablemente el año más cálido jamás registrado. Es poco probable que La Niña actual (enero pasado) se prolongue un cuarto año. Incluso un pequeño amago de El Niño debería bastar para batir el récord de temperatura global”, señaló James Hansen, profesor de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
El mes no había terminado y desde el Gobierno ya se anunciaba una intervención al mercado tarifario de la energía por “una realidad incontrovertible: las tarifas eléctricas están disparadas”. Sin embargo, fueron varias las voces que se pronunciaron frente a dicha intervención. El director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, fue claro al respecto: “Lo primero es reconocer que hay un problema en término del aumento tan grande que tuvieron las tarifas de la energía, incluso del gas, el año anterior, bastante por encima de la inflación. Reconociendo ese problema, también es importante hacerlo con la necesidad de tramitar las soluciones a ese problema dentro de la institucionalidad que ha funcionado muy bien durante los últimos 30 años”.
Escribía Jorge Sáenz que ya se ha hablado de déficit de energía en firme, situación que se acentuará a partir de 2025, y por eso se van a requerir unas subastas en las que se espera la participación de importantes inversionistas del sector, pero con la anunciada intervención, “es posible que se ahuyente a los inversores y las necesidades del país de una subasta de expansión fracasen”. María del Pilar López, profesora e investigadora de la facultad de Economía de la Universidad de los Andes, escribió en su cuenta de Twitter: “La capacidad instalada está al límite, se requieren inversiones inmensas para asegurar abastecimiento en el futuro. Y la incertidumbre sobre las reglas de juego no atrae inversión nueva, porque si abren subastas es probable que pocos o nadie se presenten”.
El Niño traería sequías en la Amazonia, algo que alerta a los científicos, pues se ralentizaría el crecimiento de la vegetación, por lo que se absorbería menos CO2 de la atmósfera. Esto también ocurriría en las selvas tropicales de India, África y Australia, incidiendo aún más en el cambio climático.
En febrero, en medio de tanta noticia energética y de niveles de embalses, surgió una pregunta: ¿Qué implicaría un fenómeno de El Niño después de tres años de La Niña? “El fenómeno de El Niño, que puede darse entre cada dos a siete años, es el aumento de la temperatura del Océano Pacífico ecuatorial hasta 3°C más de lo habitual, algo que genera una serie de condiciones que alteran los patrones climáticos en todo el mundo. Generalmente, El Niño va seguido de La Niña (que es la disminución, por debajo de lo habitual, de la temperatura del Pacífico) y viceversa”. “Desde que se tienen registros, a medida que el planeta se ha calentado, los años más cálidos han sido años de El Niño. De hecho, el que tuvo mayores temperaturas fue 2016″.
Y, tras esa lectura, ¿qué podría pasar en Colombia? “En el caso de América Latina, cercana al Océano Pacífico ecuatorial, el clima se afecta especialmente con El Niño. En las costas de Perú y Ecuador habría inundaciones. Mientras que, en Colombia, los expertos advierten que se prevé una disminución de lluvias y un aumento de temperaturas, dos factores que incluso se han relacionado con brotes de enfermedades que transmiten insectos, como el dengue y la malaria, pues en las altas temperaturas aumenta su reproducción”, nos contaron los reporteros de la sección Ambiente.
Fuimos viendo cómo estaba todo conectado. Agua necesitamos no solo para los cultivos, desde donde sale el alimento; sino para los embalses, desde donde se provee el líquido para generar energía en las hidroeléctricas. Y con esa energía no solo funciona la industria, sino que luz que necesitamos en casa, en el colegio, a diario para cargar el teléfono celular y navegar en internet:
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Las lluvias ya marcaban registros de disminución tanto en febrero como en marzo, y en abril ya nos hablaban de un “súper fenómeno de El Niño” antes de terminar el 2023. “Algunos de los siete grandes modelos climáticos internacionales pronostican que, hacia octubre de 2023, se podrían presentar aumentos de temperatura de más de 2 °C en el Océano Pacífico ecuatorial. Los científicos advierten, sin embargo, que las predicciones para ese momento del año pueden ser menos precisas”. ¿Qué había dicho el Ideam en Colombia? Que hay una alta probabilidad, de más del 70 %, de que el fenómeno de El Niño inicie a finales de junio de este año, después de tres años de La Niña.
El 21 de abril ya se reportaba que la demanda de energía había crecido un 1,78%. Decía XM que, por tipo de consumidor, en el consumo residencial y pequeños negocios (mercado regulado) se presentó un crecimiento del 0.57% y en la industria y comercio del mercado no regulado, aumentó 4.21% con respecto al mismo mes del año anterior.
Así las cosas, era preciso hacer la pregunta: ¿Será mas costosa la electricidad con un fenómeno de El Niño? “La ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, señaló que “es una responsabilidad de las generadoras estar listas para un momento de estrés climático como puede ser El Niño””. Eso, en otras palabras, se traduce en que desde 2006 cuando se creó el cargo por confiabilidad, las generadoras han recibido recursos por cerca de 68,3 billones de pesos, lo que asegura que estaría cubierto y no se deberían aumentar las tarifas.
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Fechas importantes para tener en cuenta sobre la subasta de energía:
📌 Publicar el Precio Unitario (PU), lo que permitirá estimar la máxima cantidad de energía que un participante podrá ofertar en la subasta (21 de septiembre de 2023).
📌 Recepción de ofertas para participar en la subasta (14 de noviembre de 2023).
📌 Publicación de resultados de la subasta (15 de noviembre de 2023).
📌 Entrega de contratos de combustible o garantías de cumplimiento (5 de diciembre de 2023).
📌 Expedición de certificaciones de la asignación de obligaciones de energía firme (15 de enero de 2024).
El presidente de la Asociación Nacional de Empresas Generadoras, ANDEG, Alejandro Castañeda, respondió que “el parque de generación térmico está listo para afrontar un fenómeno de El Niño”. Mientras tanto, para Natalia Gutiérrez, presidenta de la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica, Acolgen, “esta no es una situación nueva, Colombia ha vivido al menos 2 sequías extremas (2009 y 2014) que pusieron a prueba al sistema y demostraron que lo que se ha construido por más de 30 años funciona y debemos mantener, hoy más que nunca, las señales de inversión para que los agentes puedan continuar invirtiendo en nuestro país”.
Pero ¿qué pasaría si hay menos agua, por la falta de lluvia, para generar la energía que consume el país? Pues que las plantas térmicas son las llamadas a producir esa electricidad y para hacerlo necesitan combustibles fósiles, como el carbón y el gas, generando mayor contaminación y, además, un costo más alto. ¿Cómo es la producción hoy de energía en Colombia? “Tiene una matriz de generación de 18.9 GW (gigavatios). La capacidad de generación hidráulica es de 12.54 GW, la térmica es de 6.06 GW y las plantas eólicas y solares hoy generan 0.40 GW” ha dicho el Gobierno nacional.
¿Y la comida? ¿Las enfermedades? ¿Qué está pasando con la energía limpia que viene desde proyectos solares o eólicos? Se sabe que la inflación, por múltiples factores como lo que dejó la pandemia, la crisis de los contenedores, la guerra en Ucrania y las tasas de interés nos tiene a todos pasando tiempos difíciles, pero ahora, con El Niño a la vista, ¿qué?
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¿Por qué este fenómeno climático nos debería importara a todos? De manera muy contundente lo respondió, en un texto escrito por Sergio Silva, el profesor Germán Poveda, PhD en ingeniería Recursos Hídricos y quien lleva tres décadas estudiándolo: “No he encontrado un solo sector que no resulte afectado por el fenómeno de El Niño”. Por ejemplo, se sabe que “hay 565 municipios que han tenido inconvenientes para suministrar agua a sus pobladores cuando hay temporada seca”. Allí nos detallaron que “los departamentos históricamente más susceptibles son Magdalena, Cesar, La Guajira, Risaralda, Bolívar, Sucre, Córdoba, Guaviare, Tolima, Atlántico, Norte de Santander, Santander, Valle del Cauca, Quindío, Boyacá, y San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Al menos el 50 % de sus municipios resultan afectados”.
Y, además, “para decirlo en términos sencillos, Poveda y un grupo de investigadores, entre los que están los médicos William Rojas e Iván Darío Vélez, director del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales (PECET), de la U. de Antioquia, han probado que con las sequías de El Niño aumentan los casos de malaria, una enfermedad causada por el parásito Plasmodium falciparum o Plasmodium vivax, que es transmitido por mosquitos Anopheles”, nos contaba Sergio Silva en este texto.
Sobre la comida va un dato que impacienta: “Un informe publicado por dos agencias de la ONU señala que los problemas económicos, la elevada inflación, así como el conflicto armado y posibles efectos adversos de las condiciones meteorológicas, podrían agravar la inseguridad alimentaria de más de 15,5 millones de colombianos que enfrentan esta situación”. Eso es un 30% de la población de todo el país, de acuerdo con las cifras de octubre a noviembre de 2022. Y se sumaban 1,3 millones de migrantes. La FAO, por ejemplo, recomendó un estrecho seguimiento de la situación para países como Colombia, pues lo dijo Qu Dongyu, su director general, a nivel general, que es necesario “proporcionar intervenciones agrícolas inmediatas y sensibles al tiempo para sacar a la gente del borde del hambre, ayudarles a reconstruir sus vidas y proporcionar soluciones a largo plazo para hacer frente a las causas profundas de la inseguridad alimentaria. Invertir en la reducción del riesgo de catástrofes en el sector agrícola puede generar importantes dividendos en términos de resiliencia y debe ampliarse”.
Entramos a junio y revisando el vecindario, en Perú ya era necesario hablar de ajustes macroeconómicos. ¿Por qué? Porque revisando la historia, este fenómeno climático les ha dejado varias cicatrices: “Según el ministro de Economía, Perú revisará en agosto su estimación de crecimiento del PIB en 2023, que mantiene entre 3,4% a 3,5%. Perú registra dos caídas en su PIB como consecuencia de El Niño: en 1983 la economía se contrajo en 11,8% y en 1998 cayó en 0,4%”. Saben de las consecuencias porque ya lo han vivido.
Mientras tanto en Colombia el presidente Gustavo Petro anunciaba la presentación de una reforma a los servicios públicos. No entregó detalles, solo habló de un proyecto que cobraría vida en el segundo semestre, pero es bien sabido que “desde el año pasado, el Gobierno ha intentado intervenir en el mercado eléctrico para tratar de bajar el precio de la electricidad en el país”. Pero “como es un mercado regulado con un marco tarifario definido, ha sido una tarea con flojos resultados”, explicaron los colegas de Negocios.
El 9 de junio se confirmó la información sobre la que varios estudiosos venían trabajando: “El Servicio Meteorológico de EE. UU. anunciaba la llegada del fenómeno de El Niño”, de acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, NOAA. En la misma línea, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) pronosticó que el período 2023-2027 sería el más caluroso jamás registrado en la Tierra, bajo el efecto combinado de El Niño y el calentamiento global provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero, explicaron en este texto los colegas de la sección Ambiente.
En Colombia, otra vez, ¿qué se veía? Para “el coronel Giovanni Jiménez, subdirector de meteorología del Ideam, también es posible que los primeros meses del próximo año coincida con la usual temporada seca en Colombia. “Eso quiere decir que podremos tener disminución de lluvias y efectos notables en la disponibilidad del agua. Puede haber sequías”. La noticia no tan mala es que los modelos que usan para seguir la pista de lo que sucede en el Océano Pacífico, señalan que este puede ser un fenómeno de El Niño leve, y no fuerte, como el que sucedió entre 2015 y 2016, o el de 1997 y 1998, que dejó pérdidas al país por US $ 101 millones”, nos contaron los periodistas de la sección Ambiente.
Lo que dice el Ideam es que en Colombia se viviría distinto de acuerdo con cada región del país. “Es paulatino. El hecho de que se haya declarado oficialmente el fenómeno no quiere decir que mañana ya vamos a estar en sequía. Este es un proceso que va a tener unos períodos de transición y va a tener afectaciones diferentes dependiendo de la región y sus particularidades”, dijo Diana Carolina Rueda Dimate, jefa de la oficina de Alertas y Pronósticos del Ideam:
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Ya vamos en que incluso el Consejo Nacional del Agua emitió una serie de recomendaciones, no sin antes explicar antecedentes necesarios en este momento, que la sección de Ambiente describió así: Dijo el Consejo Nacional del Agua, CNA, que “en el 2015, cuando hubo fenómeno de El Niño, Colombia perdió 188.650 hectáreas por incendios forestales, el río Magdalena presentó los niveles históricos más bajos en su caudal y más de 200 municipios fueron declarados en calamidad por desabastecimiento de agua. Eso se tradujo en un costo de 1,6 billones de pesos en acciones de prevención y atención de emergencias. Y entre los años 1997 y 1998, cuando también se registró El Niño, la reducción de caudales generó una importante disminución del agua almacenada en embalses para la generación de electricidad y, de los 1082 municipios de Colombia, 780 vieron reducido su abastecimiento de agua potable”.
Entonces en “este nuevo evento climático, se espera que haya un déficit en las lluvias entre los meses de junio y agosto de 2023, en comparación con los promedios históricos. Este mes se prevé que la Amazonia, el centro de la región Pacífica, en el suroccidente y centro de la región Caribe, serán los más afectados; mientras que en julio y agosto será más intenso en la región Andina, centro y norte de la región Caribe, sur y centro de la Pacífica y en el piedemonte y el occidente de la Orinoquía”. Así las cosas, ¿cuáles son las recomendaciones? “El CNA pidió a las autoridades ambientales competentes realizar la promoción del reúso del agua, reforzar las recomendaciones a los visitantes de áreas protegidas para evitar incendios forestales, y fomentar el almacenamiento de agua lluvia siguiendo las recomendaciones del sector salud para evitar las enfermedades como el dengue”.
Sobre este fenómeno también se ha referido la ministra de Medio Ambiente, Susana Muhammad, quien en una entrevista para Semana, advirtió: “El país tiene cómo poder prepararse; sin embargo, nos hemos quedado cortos en esos procesos de preparación y de capacidades territoriales (...) Tendremos que prepararnos con las capacidades que tenemos hoy, pero el tema estratégico y a mediano plazo es qué capacidades adicionales tenemos que generar”. Entonces hizo especial énfasis en que un camino de entrada debe ser el Plan de Desarrollo para que desde allí se ejecute el plan de un ordenamiento territorial alrededor del agua.
Estamos ad-portas de julio, arranca el segundo semestre con la confirmación del fenómeno natural, lo que viene es escuchar a las autoridades competentes y seguir todas sus recomendaciones. En Inglaterra, por ejemplo, ya empezaron a prohibir el lavado de carros, en México estudian la muerte masiva de aves por, al parecer, la temperatura del océano. “La causa más probable de este evento epidemiológico es el calentamiento de las aguas del océano Pacífico, por los efectos del fenómeno meteorológico de El Niño”, dijo el ministerio de Agricultura de ese país. Pasó en once estados. Lo que sucede es que como la superficie el océano se calienta, los peces buscan zonas más profundas, así que las aves se quedan sin alimento al no poder cazarlos.
Miremos dos escenarios absolutamente necesarios para la vivencia diaria: En Colombia no han aprobado la adición presupuestal -pasó el primer debate- que se necesita para seguir subsidiando las tarifas de energía en estratos 1, 2 y 3 así que, sin esa plata, se viene un aumento en el recibo que se paga mes a mes. Y, por otro lado, de acuerdo con la FAO, el agua que necesitan los cultivos “varía entre 1.000 y 3.000 metros cúbicos por tonelada de cereal cosechada. Es decir, se requieren de 1 a 3 toneladas de agua para obtener 1 kilogramo de arroz”. Y sin lluvias o, por lo menos, en el nivel que se necesitan, el reto que se viene no es solo para los agricultores sino para los consumidores, que muy a pesar de buscar bienes o alimentos sustitutos, ante la evidente baja en la oferta, terminaremos pagando más por lo que se pueda llevar al supermercado.
Cerramos este resumen – análisis, con otra realidad a la que nos acercaron los colegas de negocios: La inflación, que ya venía en franco descenso, seguramente se verá impactada por el fenómeno climático y con ello la tendencia será al alza. Más caro el costo de vida, para resumirlo de otra forma. Y en la misma ruta, pero con otra velocidad, “las proyecciones de analistas y del Ministerio de Hacienda señalan que el Banco de la República habría llegado al fin de su ciclo de alzas en las tasas de interés. Pero El Niño y su impacto en los alimentos y la electricidad, sumado al alza en la gasolina, podrían aguar la fiesta”. No sin antes recordar que la economía decreció 0,78% en abril, y con ello se levantó otra bandera roja, pues quedó claro que el Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) no era negativo desde hacía dos años”.
Se trata de un asunto de todos. El país vive una tormenta política, de todas las reformas que el Gobierno ha buscado pasar en el Congreso solo salió adelante la tributaria y eso fue al final del año pasado. La laboral se hundió. Ya lo escribía Diego Ojeda, periodista económico en la edición de este miércoles: “Si bien hay elementos de peso para asegurar que la economía colombiana ya pasó por lo más complejo de su tormenta económica (caracterizada por una alta inflación, débil crecimiento del PIB y alto desempleo), lo cierto es que sigue siendo largo el sendero para alcanzar niveles más “normales”, e incluso mejorar gran parte de los que se reflejaban antes de la pandemia”. Y ahora se nos viene un reto climático que como sentenció el profesor Poveda, tocará a todos los sectores, en últimas, pues nos tocará a todos de manera directa o indirecta. Atendemos el llamado de las autoridades y sus recomendaciones, seamos empáticos y tengamos en cuenta que hay que pensar siempre el bien general sobre el particular. Esto ya es un asunto de sostenibilidad, de no gastar los recursos hoy que necesitaremos todos mañana.
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