El Espectador le explica por qué estamos en situación de desastre nacional
Chocó inundado, la alta Guajira aislada, en Bogotá crecen las emergencias, declaran alerta roja en el Tolima. Le contamos qué dicen expertos y cómo se distribuirá la plata estatal, mientras el presidente Gustavo Petro plantea reubicación de comunidades afectadas.
Edwin Bohórquez Aya
Es miércoles, día de El Espectador le explica. Deslizamientos, avalanchas, inundaciones, lluvias intensas, granizadas, árboles caídos, crecientes súbitas, playas cerradas, oleaje en aumento, una “autopista” bloqueada con el agua dentro de los carros, niños en sus rutas del colegio sin poder salir hacia sus casas, departamentos que históricamente han tenido pocas precipitaciones ahora con vías cargadas de una mezcla de agua y lodo con poblaciones más que aisladas, otros en emergencia por el caudal de los ríos que van dejando más de 30.000 familias afectadas tan solo en Chocó, y líderes políticos enfrentados por las causas de toda esta situación y por el cómo atenderla de la mejor forma posible. Esa es la realidad que estamos viviendo en Colombia y eso que no ha llegado por completo el fenómeno de La Niña.
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Es miércoles, día de El Espectador le explica. Deslizamientos, avalanchas, inundaciones, lluvias intensas, granizadas, árboles caídos, crecientes súbitas, playas cerradas, oleaje en aumento, una “autopista” bloqueada con el agua dentro de los carros, niños en sus rutas del colegio sin poder salir hacia sus casas, departamentos que históricamente han tenido pocas precipitaciones ahora con vías cargadas de una mezcla de agua y lodo con poblaciones más que aisladas, otros en emergencia por el caudal de los ríos que van dejando más de 30.000 familias afectadas tan solo en Chocó, y líderes políticos enfrentados por las causas de toda esta situación y por el cómo atenderla de la mejor forma posible. Esa es la realidad que estamos viviendo en Colombia y eso que no ha llegado por completo el fenómeno de La Niña.
Por eso le pedimos a los colegas de varias secciones de El Espectador que nos enviaran todos los contenidos que se han publicado en Ambiente, Política, Colombia y Bogotá para entender el por qué el Gobierno dice que en el país ya hay más de 56.000 familias afectadas por la ola invernal, qué se está haciendo para tratar de atender la emergencia desde el Ejecutivo, por qué estamos en situación de desastre nacional, qué implica esa declaratoria y, en medio de esta dura situación, a gran escala, cómo se asignarán recursos y, a pequeña escala, qué podemos hacer los ciudadanos de a pie para tratar de ayudar. Estaba advertido. Lo vivimos todos los años. Lo proyectaron los expertos. Y, para sumar, un paro armado de la guerrilla del ELN que dificulta que lleguen las ayudas a los afectados en Chocó. Pero la noticia más reciernte es que el presidente Gustavo Petro ya llegó a Quibdó a liderar un PMU para atender la crisis que han desatado las lluvias. Confirmó que se destinarán 1.7 billones de pesos para las primeras ayudas. Comencemos.
Veníamos de una temporada seca que nos dejó muchas consecuencias: incendios por gran parte del país afectando incluso páramos, problemas en los cultivos por falta de agua para el riego, baja en el caudal de muchos ríos con pescadores sin alimento, animales en riesgo escapando de la ola de calor, problemas en la generación de energía, embalses en niveles tan bajos que sin ir más lejos, nos llevó a los habitantes de Bogotá a vivir un racionamiento de agua que hoy se mantiene y ahora, en un cambio que se esperaba hace meses, llegó la temporada de lluvias y lo hizo de manera más que intensa. Para la muestra, ver los desastres que han causado desde La Guajira hasta el centro y sur del país.
El 1 de noviembre de este 2024, en Santa Marta, fuimos registrando esas primeras consecuencias de los aguaceros que comenzaron el 31 de octubre: “Un aguacero en Santa Marta desencadenó una avalancha que dejó graves afectaciones. La emergencia fue generada por un deslizamiento de lodo y rocas que descendió de los cerros y destruyó varias viviendas, dejó vehículos cubiertos de lodo, así como pérdidas materiales significativas”, contaban los colegas de la redacción. “Siete viviendas en ruinas, seis vehículos sepultados y otras ocho casas con daños en electrodomésticos y enseres. La emergencia afectó a cerca de 55 personas”. La imagen era más que contundente:
Decía el Ideam, para ese instante, que se preveía que las “precipitaciones se concentren en las zonas norte y occidental del país, especialmente en la región del Pacífico, Caribe y Andina”. De acuerdo con el registro oficial, tan solo en la región Caribe se cuantificaban “491 municipios en alerta por deslizamientos”. Como se acostumbra en estos casos, se había instalado un Puesto de Mando Unificado (PMU) para coordinar tanto la respuesta a la emergencia como para evaluar las necesidades de los damnificados.
Tres días después, la que vivía las consecuencias del invierno era Cartagena. Las cifras hablaban solas: inundaciones en 70 barrios con 7.000 personas afectadas. ¿Por qué? “Lo que ocurrió este fin de semana es que la perturbación tropical AL97, que evolucionó a ciclón tropical, afectó al Caribe colombiano. De acuerdo con la alcaldía de Cartagena, se registraron 12 horas de lluvias continuas, por lo que la mayoría del agua se drenó a la bahía y a la ciénaga de la Virgen, pero en el canal Matute se generaron represamientos que causaron las inundaciones”, escribió la redacción Colombia. Los canales de drenaje estaban tapados por colchones, electrodomésticos y escombros. “De que no nos inundemos también depende de ustedes, de que los mantengan limpios para que el desagüe sea eficaz”, dijo el alcalde de la ciudad, Dumek Turbay Paz. Les enviaba el mensaje a los habitantes de los mismos barrios afectados.
Vino un aumento de oleaje por cuenta del ciclón tropical, un paseo familiar terminó en tragedia en el departamento del Cesar, el miércoles 6 de noviembre el agua llegó con más y más fuerza a Bogotá y tanto el alcalde Carlos Fernando Galán como el presidente Gustavo Petro se hacía un análisis de la situación: Petro pensaba una cosa, Galán otra:
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El ciclón tropical que se convirtió en Tormenta generó una marea alta, desencadenó un aumento en el oleaje y luego inundación en gran parte de las playas de Santa Marta. En San Martín, Cesar, una creciente súbita del río San Martín se llevó a una mujer y su hijo de cuatro años. Los dos murieron ahogados. “Quiero pedirle a la comunidad que por esta temporada deben evitar los paseos de olla y acercarse a los ríos durante esta temporada de lluvias. Por favor, tomen conciencia de lo que nos exponemos frente a este tipo de situaciones. Agradezco a todos el apoyo que nos brindaron en las labores de búsqueda”, dijo Yan Navarro, alcalde de San Martin.
Entretanto, lo que pasaba en Bogotá, además de dejar miles de afectados, enfrentaba al alcalde Galán con el presidente Petro. Las lluvias del miércoles 6 de noviembre fueron tan intensas que se vieron imágenes de calles completamente inundadas, motos arrastradas por la corriente, vehículos con el agua llegando a sus ventanas. La calle 80, la carrera 7ma, la autopista Norte. Bomberos, Idiger, y otros Organismos de emergencias atendían las emergencias en los puntos de encharcamientos.
Los colegas de Bogotá informaron que el alcalde Carlos Fernando Galán había entregado un balance de la jornada: “Las fuertes lluvias de esta tarde han generado 26 emergencias en la ciudad, siendo Usaquén, Suba y Ciudad Bolívar las localidades más afectadas. En Ciudad Bolívar, Idiger y Bomberos atendieron y acompañan a 5 familias afectadas por un derrumbe. Equipos responden a esta hora a emergencias por la inundación de vías en varios puntos de la ciudad, incluidos la carrera 7ma entre calles 152 y 189 y la Autopista Norte entre 170 y 217, donde hay varias rutas escolares afectadas”. Luego, incluso, explicaron que se adelantaba un monitoreo sobre 273 sectores de la ciudad por su propensión a deslizamientos.
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Petro decía que era necesario emitir un decreto declarando una situación de desastre en Bogotá para poder entregar recursos adicionales para ejecutar obras que permitieran enfrentar las emergencias. Pero Carlos Fernando Galán aseguraba que, desde el punto de vista del Distrito, no era necesario acudir a ese recurso legal. “Estas lluvias en Bogotá deberían ser recogidas en infraestructuras para ahorrar agua potable. Sugerí un decreto de desastre para trasladar dineros a juntas de acción comunal y organizaciones de vecinos para hacer estas infraestructuras rápidamente. Tanques y desvío de agua lluvia de los techos”, precisó Petro. Y agregó: “No interesó mucho, pero creo que es indispensable”. La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, entró también al debate: “Lo que demuestran las inundaciones hoy en Bogotá es que se requiere habilitar la conexión del agua entre cerros orientales, humedales y Río Bogotá”.
Pero más allá de las opiniones de los líderes de este país, ese miércoles se evidenció a una Bogotá totalmente vulnerable. La que se considera la autopista más importante de la ciudad, inundada. Todos los colegios de la zona, afectados. Los niños en las rutas de transporte sin poder moverse. Los padres angustiados. El portal del Norte de Transmilenio amaneció cerrado. Las personas de la región, de la Sabana que querían entrar a la ciudad, no lo pudieron hacer. Muchos colegios, tanto públicos como privados de Chía y Cajicá, tuvieron que cancelar clases. Algunos números de esa noche difícil para Bogotá: “El Puesto de Mando Unificado que instaló el Distrito da cuenta de que durante la noche se evacuaron en total a 2.350 personas. “Falta por evacuar 350 con buses del SITP y 190 que evacuarán con medios propios”, dijo el secretario General, Miguel Silva.
El turno era para Medellín, donde una tormenta provocó ocho emergencias con árboles que dejaron una persona lesionada y tres carros averiados. Con un poco más de pausa en medio de la situación al norte de Bogotá, se debatía sobre “la urgente necesidad de avanzar hacia la fase de construcción del proyecto de ampliación de la Autopista Norte y Carrera 7, capaces de reducir estos riesgos y mejorar la movilidad, garantizando la conectividad ecosistémica de los humedales Torca y Guaymaral”, decía el concesionario. Se elevaba el debate de por qué sucedió lo que sucedió, unos recordando las consecuencias de construir sobre un humedal, otros hablando de la ampliación de las obras sobre lo que ya existe para poder gestionar:
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Esta, como en otros casos, es la discusión de fondo. El crecimiento de las ciudades, su desarrollo, enfrentado a una protección ambiental que defiende no solo el espacio de la naturaleza sino su función en la sociedad. Juan Camilo Parra, de la redacción Bogotá, indagó y así nos explicó la situación: Darío Hidalgo, profesor de transporte e ingeniería de la Universidad Javeriana, explica que la Autonorte fue la primera autopista que tuvo Colombia y nació con defectos: “En la época en la que fue construida, no había criterios de protección ambiental. La ciudad entonces siguió su expansión hacia el norte. El cemento y los edificios que fueron poblando la zona, hicieron que estos suelos no puedan absorber agua”, le dijo indicó a El Espectador.
¿Pero qué pasé el miércoles 6 de noviembre? “Que el volumen de lluvias llegó a un promedio de 95 litros cúbicos por segundo, cuando semanas atrás no superaba los 70. “Los sistemas de drenaje y cursos de agua de la avenida nunca fueron diseñados para toda esta agua”, apuntó el experto. Y es que la Autopista Norte tiene unas estructuras hidráulicas conocidas como ‘box culvert’ o alcantarillas de cajón, que, hoy día, tienen una capacidad muy baja para contener aguaceros como ese”, detallaba Parra. Y a esto se suma que, según Lagos de Torca, desarrollador que adelanta la urbanización por el borde norte de la ciudad, “el principal problema ocurre cuando las aguas llegan al inicio del humedal Torca: se genera una inundación debido a la falta de una conexión adecuada que permita que el agua continúe su flujo natural. Cuando el volumen de agua llega a Torca, se encuentra con zonas saturadas. Esto bloquea el flujo del agua y el humedal no tiene la capacidad para amortiguar estos eventos de lluvia extrema ocasionando inundación”.
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No pasaban 24 horas y en un departamento tradicionalmente seco, La Guajira, las fuertes lluvias dejaron aisladas varias poblaciones. “Uno de los principales problemas tiene que ver con el paso que comunica a Riohacha con la Alta Guajira y que está inhabilitado por cuenta de las afectaciones que ha tenido la vía por las lluvias. Es tan grave la situación que el recorrido hasta el sector de Nazareth, uno de los caseríos más al norte del departamento, que antes podría tardar ocho horas, ahora puede demorar hasta cuatro días, por lo que algunos han optado hasta movilizarse por vías venezolanas”. José Ramón Gutiérrez, uno de los afectados, le dijo al corresponsal de Caracol Noticias que “las principales afectaciones que hemos tenido acá es el desabastecimiento de alimentos. La última semana fue muy duro el invierno, por lo que no han podido ingresar los camiones que traen las provisiones y víveres”.
La situación de La Guajira volvió a poner el foco en una situación que el país lleva años leyendo y releyendo sin que los respectivos líderes encuentren efectivas soluciones: el gobernador de La Guajira, Jairo Aguilar Deluque, le pidió al director de la Unidad de Gestión de Riesgos de Desastres (UNGRD), Carlos Carrillo, declarar la emergencia para atender la situación, dado que el departamento requiere la construcción de vías y asistencia a las personas atrapadas. “En La Guajira, todo el año estamos en emergencia, sea el fenómeno de La Niña o El Niño, por eso las soluciones deben ser estructurales y que nos permitan avanzar”, dijo el funcionario.
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Pero Carrillo, nos contaban los colegas de la redacción Colombia, aseguró que las condiciones en la Alta Guajira son extremas y añadió que su entidad no tiene recursos para atender la emergencia, por lo que han pedido al Ministerio de Hacienda la asignación de nuevos fondos para atender las emergencias por lluvias en el país. Incluso Carrillo denunció que existen $231.000 millones que estarían “secuestrados” por el alcalde de Uribia y que hacen parte de los recursos asignados de manera irregular durante la administración de Olmedo en la UNGRD. Según el funcionario, con esos dineros se podría comprar la asistencia humanitaria que se requiere, así como la maquinaria pesada para la habilitación de vías.
No pasaba un día y ahora el registro de afectados estaba en Chocó. El 7 de noviembre nos dijeron que “las fuertes lluvias de la última semana han afectado a cerca de 15.000 personas que requieren asistencia humanitaria”. Eran de 40 a 60 comunidades de sectores como Medio y Bajo Baudó, Istmina, Medio San Juan y Lloró. En Bogotá seguía el choque entre Petro y Galán. Volvía a entrar la ministra de Ambiente:
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Lo de Chocó ya se estaba asomando, pero el país no había visto la magnitud. La atención seguía centrada en Bogotá. “El presidente Petro no quiere que su decisión (la de decretar situación de desastre) se lea como una intromisión a la autonomía del Distrito, pero analiza rutas con sus ministros. La administración de la capital menciona que no hay desabastecimiento de agua”, escribió Laura C. Peralta Giraldo, de la redacción Política.
En este texto nos explicó que “la tesis del presidente es la del cambio climático y ha asegurado que Bogotá no está preparada para enfrentar las consecuencias, por lo que busca cómo intervenir para construir en tiempo récord una infraestructura para el aprovechamiento de aguas lluvias. De hecho, desde el ministerio de Ambiente se empezó a trabajar para definir mecanismos y frenar de manera definitiva la ampliación de la avenida Boyacá, que implica la extracción de 20 hectáreas de la reserva Thomas van der Hammen”. Y nos dijo también que “desde el Distrito reconocen que aunque el concepto del comité (se trata del Comité de Conocimiento del Riesgo y Manejo de Desastres quien había considerado por mayoría absoluta que no era necesario decretar situación de desastre) les da tranquilidad, no descartan que el Gobierno busque incidir y tomar decisiones que “atenten contra la autonomía de Bogotá”. Muhamad, la ministra de Ambiente, a su turno defendió la decisión de la ANLA de archivar la licencia ambiental para la ampliación de la Autopista Norte y también fue enfática en que el Gobierno Nacional le propuso hace un mes al alcalde de Bogotá declarar el estado de desastre para poder movilizar recursos y poner en marcha un plan de acción ante la crisis hídrica, es decir, el tema del racionamiento.
El 9 de noviembre, mientras se reportaban los planes de movilidad para este segundo puente festivo del mes, Petro canceló su viaje a la COP29 y con el 85 % del departamento del Chocó afectado por las inundaciones, dijo: “He suspendido mi viaje a Azerbaiyán para la COP29 por el colapso climático. Será decretada la emergencia y con los escasos recursos que tenemos afrontaremos los primeros auxilios y las reubicaciones de las víctimas climáticas en el Chocó”. Efectivamente el 10 de noviembre, el Ejecutivo declaró la situación de desastre en Colombia, se instaló un Puesto de Mando Unificado para tomar decisiones frente a las emergencias en 22 municipios de ese departamento.
“Por lo que ha acontecido en los últimos días, se declara situación de desastre en todo el país en virtud de la variabilidad climática que aumentó la vulnerabilidad en los territorios. Así, podremos trasladar recursos de la Nación a las regiones que están siendo víctimas climáticas”, indicó el presidente Gustavo Petro desde la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). De acuerdo con las cifras oficiales, para ese día se contaban 186 municipios en 27 departamentos del país afectados.
¿Y qué implica declarar la situación de desastre? Fernan Fortich, de la redacción Ambiente, nos lo explicó: “La declaratoria de la situación de desastre natural, que fue aprobada por el Comité Nacional para la Gestión del Riesgo, integrado por los ministros, altos funcionarios y el jefe de Estado, da la posibilidad de movilizar recursos presupuestales de las entidades para responder ante las inundaciones, los deslizamientos de tierra, desbordamientos de ríos y otras emergencias que se registran en el país. Estos serán utilizados para la fase de respuesta y la rehabilitación de los territorios”. La prioridad: Bogotá, Chocó y La Guajira.
“Recibimos con esperanza la declaratoria del desastre nacional por parte del señor presidente. Es necesario que la UNGRD escuche al territorio en la construcción de un PAE incluyente, efectivo que permita desplegar cuanto antes la fase de respuesta”, dijo la gobernadora del Chocó, Nubia Carolina Córdoba.
En Medellín, mientras tanto, “130 familias del barrio Santa Cruz, en Medellín, se vieron afectadas por las inundaciones que generó la ruptura de un tubo de 36 pulgadas, por el que se lleva agua potable de la planta de Manantiales, en la tarde del pasado domingo 10 de noviembre. De acuerdo con la alcaldía, hay 631 personas damnificadas, que perdieron sus enseres y hasta vieron caer algunos muros”. El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, dijo: “Lo primero que hay que decir es que no hay pérdida de vidas humanas. Hay cinco personas que presentan lesiones leves y que fueron atendidas en el sitio o trasladadas a unidades hospitalarias”.
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A la situación, de entrada ya dramática en Chocó, se sumaba el paro armado de la guerrilla del ELN, pues el grupo armado ilegal, amenazando a la población, no permitía la movilidad por los ríos San Juan, Sipí y Cajón. Hasta el consejero comisionado de paz, Otty Patiño, tuvo que hablar al respecto: “Estos paros armados siempre han sido un problema sobre todo para una organización que dice querer la paz. Ahora mucho menos cuando hay una tragedia como la que está padeciendo el Chocó”. Y les advirtió: “No justificada para nada que continúe ese paro armado, toca que lo levanten y que no vuelvan a hacerlo, eso de confinar a la gente en medio de una tragedia es inadmisible”.
Incluso Julián Ríos Monroy, de Colombia +20, lo narró: “Por tercera vez este 2024, el Frente de Guerra Occidental restringió la movilidad en el suroriente chocoano, en las cuencas de los ríos San Juan, Sipí y Cajón, dejando incomunicadas a 85 comunidades afros e indígenas (unas 45.000 personas, según cálculos de la Defensoría del Pueblo)”. El líder social, Richard Moreno, le dijo: “Acá así no haya paro las comunidades están confinadas, con restricciones a la movilidad y en situación de vulnerabilidad. Tenemos un Estado débil, alcaldes sin capacidad de reacción porque están en medio del conflicto, un Gobierno que no responde con eficacia ni a la superación del conflicto social ni del abandono estatal, y eso lleva a que los actores armados dobleguen a la comunidad”.
¿Y por qué el paro armado? “En el comunicado del Frente de Guerra Occidental, asegura que la decisión se da por las labores de patrullaje que la Fuerza Pública ha adelantado en el río San Juan, y señalan que se estarían desarrollando en “connivencia con el Clan del Golfo””. Pero “como contó Colombia+20 en este artículo, el paro surge como una medida de reacomodación de fuerzas de la guerrilla, que está tratando de evitar que el Clan le gane más terreno”. El ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, aseguró que la guerrilla está demostrando “su desconexión con las comunidades, su arrogancia, barbarie y la nula voluntad de paz”. Varios congresistas le exigieron a ese grupo armado ilegal levantar el paro.
Chocó ahogado por inundaciones y guerra
Por ahora el país va haciendo el registro de cada afectación. Quedó definido que el Gobierno destinará $1,7 billones en atención de emergencias en Colombia. “Esta es la primera etapa de inversiones en el marco de la declaratoria de situación de desastre nacional. Las estimación de los daños por las emergencias se conocería en las próximas semanas”, nos contaba la redacción Ambiente. “Se confirmó que la estimación de los daños se evaluará en la fase de recuperación, que llegará luego de que las emergencias en los territorios sean atendidas y controladas. Los recursos serán manejados, en parte, por la UNGRD, en cabeza del Sistema Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres”.
¿Cómo se traduce eso en ayuda efectivas? “Kits de emergencia a las familias damnificadas, subsidios de arrendamiento, rehabilitación de vías, sistemas de abastecimiento de agua, intervención en 145 sedes educativas afectadas, adecuación de puestos de salud, alojamientos temporales y transferencias monetarias, entre otras”, nos contaron los colegas de Ambiente.
La gobernadora de Chocó, Nubia Carolina Córdoba, pidió soluciones estructurales y no pasajeras “porque en la práctica esta población va a requerir casi un mes para adaptarse a la nueva situación”. El ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, dijo: “Estamos buscando los recursos y en el presupuesto, estamos examinando dos temas simultáneamente: qué es lo que vamos a recortar del presupuesto y de dónde sacamos recursos para apalancar la emergencia”.
Y después de que el país entero viera lo que sucede en Chocó, el ELN, a través de un comunicado, anunció que a partir de este miércoles 13 de noviembre abriría un corredor humanitario para que pudieran llegar las ayudas. De acuerdo con el comunicado, las embarcaciones que se movilicen por el río “deben llevar de manera visible los logos institucionales que los identifiquen, para evitar incidentes”, dice el texto firmado por el Frente de Guerra Occidental Ogli Padilla: Imponiendo su propia ley: “En ningún caso se permite la movilidad nocturna”.
Las alertas, en todo el país, se mantienen, y cada vez se suman más registros de emergencias:
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Bogotá
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Colombia
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Colombia
Declararon la alerta roja en siete municipios de Tolima
Colombia, como otros países del mundo, está viviendo las consecuencias del clima con varios factores: el cambio climático y la poca visión de adaptación que hemos tenido, no sin antes recordar que la mano del hombre está presente en muchas de las variables. Sergio Silva Numa, editor de Ambiente, se preguntaba: Si no se ha consolidado La Niña, ¿por qué hay inundaciones en Colombia? Una respuesta de entrada: “Las lluvias que se han registrado en las últimas semanas no son producto de fenómeno de La Niña, que no se ha consolidado. Obedecen a otros factores (varios fenómenos meteorológicos), aunque, salvo algunos casos, no hay más precipitaciones de lo usual. La situación recuerda el fracaso a la hora de tomar medidas de adaptación en el país “anfibio”.
Eso, en otras palabras, se traduce en que “la dificultad para tomar medidas de adaptación siempre nos pone en aprietos cuando hay condiciones particulares, como la de estos últimos días. No es que estemos en medio del fenómeno de La Niña, explica la directora del Ideam, Ghisliane Echeverry, sino que hay varios factores que están confluyendo y “muestran la vulnerabilidad del territorio”. La deforestación en Chocó, por solo mencionar un elemento, “altera el ciclo hidrológico y aumenta la probabilidad de deslizamientos”.
O, por ejemplo, en Cartagena, donde vimos canales de desagües tapados con colchones, electrodomésticos y escombros de obras hechas por el hombre, bloqueando la movilidad del agua. Uno de los casos de Medellín, de acuerdo con los reportes de las autoridades, tuvo que ver también con las construcciones ilegales en zonas de riesgo. Lo de La Guajira, que no es nuevo, es una vez más prueba el olvido estatal del que todos hemos sido testigos. Y de la corrupción. En Bogotá, una construcción de una autopista sobre una zona de humedales nos llevó a ser testigos de lo que sucedió el pasado miércoles, alertando sobre la necesidad de una planificación acorde con la situación actual y, más aún, de cara al futuro en el crecimiento de la capital de Colombia. Lo de Santa Marta con la llamada temporada ciclónica, “justamente, es otro de los factores que no pueden dejarse de lado para comprender el aumento de las lluvias y los caudales. Las ondas tropicales que se generan en estos meses, y que pueden desembocar en depresiones tropicales, tormentas o en huracanes, tienen mucho que ver con el tiempo que se presenta en una parte del país. Por solo mencionar el caso más reciente, cuando se estaba formando el huracán Rafael, hubo alerta de “aviso” para los departamentos de Magdalena, Bolívar, Atlántico, La Guajira, Cesar y Archipiélago de San Andrés y Providencia”.
Pero sigamos con un poco de ciencia para entender mejor: “Antes de que se presentara esta temporada de lluvias, que es normal, vivimos meses de muy baja precipitación y de temperaturas muy altas. Eso hizo que los suelos hayan estado mucho más susceptibles a los impactos. No es lo mismo un suelo que recibe lluvia que uno después de un período de sequía extremo que empieza a recibir una gran cantidad de agua continua. En ese caso, la sequía altera el río, la escorrentía y el cauce, y aumenta la probabilidad de deslizamientos. Los territorios son, así, más vulnerables a los estragos”, apunta la directora del Ideam. Eso, sin ir tan lejos, es lo que estamos presenciando.
Lo que está pasando en Colombia, explicaba Sergio Silva Numa es, entonces, que “en este momento están confluyendo varios fenómenos meteorológicos que pueden generar precipitaciones. Según los pronósticos del Ideam, es posible que haya lluvias hasta diciembre. Si se consolida La Niña, sin embargo, otra será la historia, pues se pueden prologar más meses y nos harán pensar, como escribía la bióloga Brigitte Baptiste, “que estaría bien recuperar nuestro parentesco con el bocachico, el caimán y la rana”. Es difícil saber con certeza si eso sucederá, pero, por el momento, la probabilidad de que se consolide La Niña es del 60%”.
Lo que, por ahora, podemos hacer los ciudadanos de a pie es no arrojar basuras a la calle, a los canales de desagüe, a los ríos y quebradas. Tratar de ayudar a despejar estas zonas. Parece obvio, una norma de urbanidad, pero no lo cumplimos como sociedad. Eso para las ciudades y zonas circundantes. Y por el lado de las regiones, lamentablemente muchas familias que durante la temporada seca se asentaron en las riberas de los ríos, hoy están en emergencia porque la naturaleza, los cuerpos de agua, volvieron a llenarse y nos recuerdan así que hay que respetar su espacio.
Por ahora, en el recuento más cercano, según el Ideam hay cerca de 600 municipios en alerta en todo el país y una probabilidad del 40% de formación ciclónica que afectaría la costa Caribe. Ya está claro que esto nos está afectando a todos y entre todos tenemos que buscar adaptarnos de la mejor forma posible. Todos los detalles de las acciones del Gobierno, de organismos de socorro, de las ayudas internacionales y de cómo se gestionarán los recursos, lo contaremos en www.elespectador.com, desde donde también estaremos haciendo vigilancia al uso de los recursos públicos para que no se lo vayan a robar.
Este es un hasta pronto con nuestro mensaje final: si les gustó este newsletter y el contenido que desarrollamos en El Espectador, invitados a disfrutar del contenido exclusivo que tenemos en nuestra página web. En esta labor de todos los días necesitamos compañía no solo para las críticas, que las recibimos con humildad, sino para que nos ayuden a construir un mejor país, denunciando, indagando, investigando, informando. Y no olviden dejar aquí abajo los temas que ustedes quisieran que investiguemos en la redacción de El Espectador. Nos vemos el próximo miércoles. Hasta pronto.
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