El mundo aún puede lograr el objetivo de los 1,5 °C, pero va rumbo a los 3,1 °C
Este 24 de octubre se presentaron los resultados del informe de la ONU que muestra cuál es el escenario actual de emisión de los gases culpables del cambio climático. Queda, sugieren los autores, una pequeña rendija para actuar.
Uno de los informes que más suelen esperar quienes se dedican a estudiar el cambio climático, es el Emissions Gap Report, que cada año presenta el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Este 2024, decidió lanzarlo en medio de la COP16, que se lleva a cabo en Cali, y a pocas semanas de que empiece el encuentro de cambio climático más importante de cambio climático. Será en Bakú, Azerbaiyán.
Si hubiese que resumir en un par de frases el reporte, de casi 80 páginas, hay unas de Inger Andersen, Directora Ejecutiva del Pnuma, que ayudan a sintetizarlo: “Ha llegado el momento decisivo para el cambio climático. Necesitamos una movilización mundial a una escala y a un ritmo nunca vistos antes”.
Hay otra, que es, también, el título del reporte: “Insto a los países que ‘no hagan más promesas de humo’”.
A lo que se refiere Andersen es a que, pese a que queda un chance para poder cumplir la meta de no sobrepasar los 1,5 °C (respecto a los niveles preindustriales) que se trazó el planeta en 2015, si las cosas continúan como están, el rumbo será muy diferente. El planeta puede llegar, incluso, a los 3,1 °C en este siglo, lo cual tendría efectos nefastos para las personas, el mundo y las economías.
“El informe sobre la brecha de emisiones de hoy es claro: estamos jugando con fuego (...) Se nos ha acabado el tiempo”, señaló António Guterres, Secretario General de la ONU, en un breve mensaje que pronunció antes de la rueda de prensa que dieron los autores del documento. En su intervención recordó que un aumento de la temperatura puede convertir a las ciudades en saunas y hacer que los huracanes se vuelvan más intensos si incrementa la temperatura del nivel mar, como ha estado sucediendo.
En el documento hay varios mensajes esenciales. Uno de ellos es el siguiente: si queremos que el calentamiento global no sobrepase los 2 °C, las emisiones de gases efecto invernadero (responsables del cambio climático) deben disminuir en un 28% para el 2030 y un 37% para 2035, respecto a los niveles que había en 2019.
“La magnitud del desafío es indiscutible”, se lee en un apartado. ¿Por qué? Porque se requiere que los países hagan más esfuerzos para implementar los compromisos que adquirieron en 2015 y que, incluso, vayan más allá de las llamadas Contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por su sigla en inglés) que tiene cada uno.
Una noticia no tan buena
El informe trae noticias no tan buenas. La primera es que, pese a las advertencias de científicos, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) aumentaron el año pasado. Su incremento fue de 1,3% con respecto a 2022. Fue un crecimiento mucho más alto que el promedio que hubo en la última década (0,8%). Los tres sectores que más contribuyeron fueron el energético (emitió el 26%), el de transporte (15%), la agricultura y la industria (cada uno aportó un 11%), y el de producción de combustible.
En el caso de la industria de la aviación (que representó el 2% de emisiones del sector transporte), también hubo un aumento sin precedentes de sus emisiones de CO2: 19,5% en 2023 frente a lo que había emitido en 2022. La última década esas emisiones habían crecido, en promedio, 3,1% por año.
A la hora de examinar cuáles han sido los países que más emiten CO2e (equivalente), los resultados son claros: el 77% de las emisiones globales fueron emitidas por países que hacen parte del G20. Tan solo seis fueron los responsables del 63%.
Para ser un poco más claros, a la cabeza está China (que emite el 30% del total), seguido por Estados Unidos (11%), India (8%), la Unión Europea (que está conformada por 27 países que producen el 6% de las emisiones globales), Rusia (5%) y Brasil (2%).
“A pesar de los importantes cambios que se han producido en los últimos 20 años, siguen existiendo grandes disparidades entre el promedio actual per cápita y las emisiones históricas de los principales emisores y regiones del mundo”, recuerda el informe.
“Los resultados muestran que los miembros del G20, excluida la Unión Africana, deben ir más lejos y más rápido: los objetivos actuales de las NDC para el G20 en conjunto no están alineados con vías rentables ni de distribución justa que sean coherentes con el objetivo de temperatura del Acuerdo de París”, señala en otro apartado.
Además, prende las alarmas sobre otro punto en el que están fallando los países más ricos del G20: once de sus miembros están lejos de alcanzar sus objetivos de NDC con las políticas actuales. Y, como si fuera poco, los otros que proyectan cumplir su objetivo de NDC con las políticas actuales son, precisamente, los que “no reforzaron, o solo reforzaron moderadamente” los objetivos de sus NDC.
La ONU le da otro jalón de orejas a los países, relacionado con los NDC: aunque el 90% los ha actualizado, respecto a lo acordado en París, en 2015, la mayoría de esos casos se produjeron antes de la COP del 2021. El problema es que, a pesar de las solicitudes que ha habido en las últimas tres COP para que haya una actualización, los Estados no están parándole bolas a esa tarea.
“La falta de acción y el tiempo perdido tienen consecuencias”, recuerdan los autores del informe.
Pero aunque los datos no sean muy alentadores, Andersen cree que hay muchas razones para seguir insistiendo en luchar para enfrentar el cambio climático: “Aunque el mundo supere los 1,5 °C (y las probabilidades de que esto ocurra aumentan cada día), debemos seguir luchando por un mundo sostenible, próspero y con emisiones netas cero. Cada fracción de grado evitada cuenta en términos de vidas salvadas, economías protegidas, daños evitados, biodiversidad conservada y capacidad para reducir rápidamente cualquier sobrecalentamiento”.
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Uno de los informes que más suelen esperar quienes se dedican a estudiar el cambio climático, es el Emissions Gap Report, que cada año presenta el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Este 2024, decidió lanzarlo en medio de la COP16, que se lleva a cabo en Cali, y a pocas semanas de que empiece el encuentro de cambio climático más importante de cambio climático. Será en Bakú, Azerbaiyán.
Si hubiese que resumir en un par de frases el reporte, de casi 80 páginas, hay unas de Inger Andersen, Directora Ejecutiva del Pnuma, que ayudan a sintetizarlo: “Ha llegado el momento decisivo para el cambio climático. Necesitamos una movilización mundial a una escala y a un ritmo nunca vistos antes”.
Hay otra, que es, también, el título del reporte: “Insto a los países que ‘no hagan más promesas de humo’”.
A lo que se refiere Andersen es a que, pese a que queda un chance para poder cumplir la meta de no sobrepasar los 1,5 °C (respecto a los niveles preindustriales) que se trazó el planeta en 2015, si las cosas continúan como están, el rumbo será muy diferente. El planeta puede llegar, incluso, a los 3,1 °C en este siglo, lo cual tendría efectos nefastos para las personas, el mundo y las economías.
“El informe sobre la brecha de emisiones de hoy es claro: estamos jugando con fuego (...) Se nos ha acabado el tiempo”, señaló António Guterres, Secretario General de la ONU, en un breve mensaje que pronunció antes de la rueda de prensa que dieron los autores del documento. En su intervención recordó que un aumento de la temperatura puede convertir a las ciudades en saunas y hacer que los huracanes se vuelvan más intensos si incrementa la temperatura del nivel mar, como ha estado sucediendo.
En el documento hay varios mensajes esenciales. Uno de ellos es el siguiente: si queremos que el calentamiento global no sobrepase los 2 °C, las emisiones de gases efecto invernadero (responsables del cambio climático) deben disminuir en un 28% para el 2030 y un 37% para 2035, respecto a los niveles que había en 2019.
“La magnitud del desafío es indiscutible”, se lee en un apartado. ¿Por qué? Porque se requiere que los países hagan más esfuerzos para implementar los compromisos que adquirieron en 2015 y que, incluso, vayan más allá de las llamadas Contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por su sigla en inglés) que tiene cada uno.
Una noticia no tan buena
El informe trae noticias no tan buenas. La primera es que, pese a las advertencias de científicos, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) aumentaron el año pasado. Su incremento fue de 1,3% con respecto a 2022. Fue un crecimiento mucho más alto que el promedio que hubo en la última década (0,8%). Los tres sectores que más contribuyeron fueron el energético (emitió el 26%), el de transporte (15%), la agricultura y la industria (cada uno aportó un 11%), y el de producción de combustible.
En el caso de la industria de la aviación (que representó el 2% de emisiones del sector transporte), también hubo un aumento sin precedentes de sus emisiones de CO2: 19,5% en 2023 frente a lo que había emitido en 2022. La última década esas emisiones habían crecido, en promedio, 3,1% por año.
A la hora de examinar cuáles han sido los países que más emiten CO2e (equivalente), los resultados son claros: el 77% de las emisiones globales fueron emitidas por países que hacen parte del G20. Tan solo seis fueron los responsables del 63%.
Para ser un poco más claros, a la cabeza está China (que emite el 30% del total), seguido por Estados Unidos (11%), India (8%), la Unión Europea (que está conformada por 27 países que producen el 6% de las emisiones globales), Rusia (5%) y Brasil (2%).
“A pesar de los importantes cambios que se han producido en los últimos 20 años, siguen existiendo grandes disparidades entre el promedio actual per cápita y las emisiones históricas de los principales emisores y regiones del mundo”, recuerda el informe.
“Los resultados muestran que los miembros del G20, excluida la Unión Africana, deben ir más lejos y más rápido: los objetivos actuales de las NDC para el G20 en conjunto no están alineados con vías rentables ni de distribución justa que sean coherentes con el objetivo de temperatura del Acuerdo de París”, señala en otro apartado.
Además, prende las alarmas sobre otro punto en el que están fallando los países más ricos del G20: once de sus miembros están lejos de alcanzar sus objetivos de NDC con las políticas actuales. Y, como si fuera poco, los otros que proyectan cumplir su objetivo de NDC con las políticas actuales son, precisamente, los que “no reforzaron, o solo reforzaron moderadamente” los objetivos de sus NDC.
La ONU le da otro jalón de orejas a los países, relacionado con los NDC: aunque el 90% los ha actualizado, respecto a lo acordado en París, en 2015, la mayoría de esos casos se produjeron antes de la COP del 2021. El problema es que, a pesar de las solicitudes que ha habido en las últimas tres COP para que haya una actualización, los Estados no están parándole bolas a esa tarea.
“La falta de acción y el tiempo perdido tienen consecuencias”, recuerdan los autores del informe.
Pero aunque los datos no sean muy alentadores, Andersen cree que hay muchas razones para seguir insistiendo en luchar para enfrentar el cambio climático: “Aunque el mundo supere los 1,5 °C (y las probabilidades de que esto ocurra aumentan cada día), debemos seguir luchando por un mundo sostenible, próspero y con emisiones netas cero. Cada fracción de grado evitada cuenta en términos de vidas salvadas, economías protegidas, daños evitados, biodiversidad conservada y capacidad para reducir rápidamente cualquier sobrecalentamiento”.
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