El polémico “descubrimiento” de pinturas rupestres en Guaviare
Las imágenes que fueron anunciadas como un “descubrimiento” en Guaviare en medios internacionales se llevan estudiando desde hace 60 años en Colombia.
“Capilla Sixtina de antiguos pobladores americanos descubierta en selva colombiana”; “Arqueólogos descubren 12 kilómetros de pinturas en la Amazonia” o “Expertos descubrieron pinturas rupestres de la Edad de Hielo en el Amazonas”. Estos son algunos de los titulares que usaron medios como Undark, The Guardian o CNN para anunciar nuevos hallazgos arqueológicos en la Serranía La Lindosa (Guaviare).
Según las notas de prensa, el “descubrimiento” es tan impresionante, que el canal Channel 4 produjo y grabó el documental Misterios de la jungla: reinos perdidos del Amazonas, que se estrenará este sábado 12 de diciembre para el público inglés. Ella Al-Shamahi, arqueóloga (sin experiencia en temas amazónicos) y presentadora del documental aseguró que “el sitio es tan nuevo que aún no tiene nombre”.
La excesiva espectacularidad con la que ha sido narrada esta historia puso el foco sobre la exotización de la Amazonia y las antiguas pinturas de la Serranía de La Lindosa, en Guaviare, considerada un punto arqueológico clave para el país desde hace décadas, y una zona de conservación vital para el Guaviare dado que es la última frontera antes del Parque Nacional Natural Chiribiquete (Guaviare, Caquetá y Meta), en donde está prohibida la entrada justamente, para conservar el patrimonio natural e histórico en el corazón de la selvas del sur de Colombia.
El artículo en cuestión fue publicado por arqueólogos y antropólogos de la Universidad Nacional, la Universidad Exeter (Reino Unido) y la Universidad de Antioquia en la revista Quaternary International, en abril de este año, y estudió tres sitios arqueológicos en La Lindosa (Cerro Azul, Limoncillos y Cerro Montoya) para seguir entendiendo cómo antiguos humanos llegaron a la Amazonia, cuáles eran sus estrategias de supervivencia y cómo se adaptaron a la complejidad de los bosques tropicales. Aunque fue publicado a principios de año, se comenzó a anunciar solo cuando “Misterios de la jungla” se anunció.
Este grupo de investigadores trabaja en La Lindosa desde 2014, cuando comenzaron a hacer excavaciones a los pies de los grandes paneles de pinturas rupestres con huellas de manos, plantas y animales. A lo largo de siete años de excavaciones recolectaron 2478 objetos (entre ellas, 289 herramientas de piedra), 4.390 restos de mamíferos, sobre todo dantas y serpientes, y 32.489 semillas carbonizadas.
Así determinaron que desde hace por lo menos 12.600 años hay quienes habitan estas selvas, o por lo menos las recorren. También escribieron que “las observaciones preliminares de las pinturas rupestres indican que estos primeros pobladores pudieron haber dibujado una variedad de megafauna ahora extinta con un realismo impresionante”.
El consenso científico es que las primeras ocupaciones humanas en la Cuenca de la Amazonia sucedieron hace unos 13.000 años, lo que haría de La Lindosa uno de los sitios arqueológicos más antiguos de la cuenca. “No es una certeza aún, pero posiblemente este sea uno de los lugares en donde más arte rupestre hay en el mundo”, explica Jeison Chaparro, antropólogo de la Unal y uno de los autores del artículo. El antropólogo y el resto del equipo también registraron dos nuevos lugares en donde hay pinturas: Limoncillos y Cerro Montoya.
“Son más de 12.000 años de presencia humana, y eso hace que este lugar, el noroccidente de la Amazonia, sea clave para entender cómo funcionó el poblamiento humano en Suramérica”, explica Gaspar Morcote, coautor del artículo y profesor del Instituto de Ciencias Naturales (ICN). “Hay una polémica interesante y es: ¿la selva que vemos es la selva virgen que fue hace miles de años, o es en arte producto de la adaptación de los seres humanos a ella? Estas investigaciones nos permiten ver cómo se relacionaban los antiguos pobladores con la selva, además por las condiciones de los suelos amazónicos no es fácil que los huesos se conserven, pero en Cerro Azul encontramos huesos de animales de hace 12.000 años”, agrega Morcote, quien explica que el estudio no se concentró en el arte rupestre –que está en la pared– sino en el suelo frente a los paneles.
Los investigadores también aseguran que los dibujos más abundantes en los paneles de la serranía de La Lindosa muestran a los humanos interactuando con plantas, bosques y animales de la sabana como ciervos, tapires, caimanes, murciélagos, monos, tortugas, serpientes y puercoespines, entre otros.
“Es importante destacar que el arte rupestre representa lo que parece ser una megafauna extinta de la Edad de Hielo (…) que se parecen a perezosos gigantes, mastodontes, camélidos y caballos. Es probable que todas estas pinturas representen algunas de las primeras expresiones artísticas de los nativos amazónicos, además de registrar su interacción con la megafauna de la Edad de Hielo. Se necesita más investigación para apoyar estas especulaciones”, escriben los autores.
Quién no conoce a Dios, a cualquier santo le reza
A pesar de esta salvedad, varios han sido críticos sobre el tratamiento que le dieron al tema en medios internacionales y el contenido mismo del artículo. Para empezar, La Lindosa no está recién descubierta. En 1980, algunos profesores del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional organizaron la expedición “Punto Amazónico”, en donde vieron por lo menos, un nuevo mural en Cerro Azul.
En los años cincuenta, el arqueólogo y poeta francés Alain Gheerbrant describió algunas de los paneles y pinturas de La Lindosa, y en los sesenta, P. Pinto y Helena Bischler hicieron una expedición a la Sierra de la Macarena en donde también describen algunas de estas pinturas. En 1980, algunos profesores del departamento de Geografía de la Universidad Nacional organizaron la expedición “Punto Amazónico” en donde vieron por lo menos, un nuevo mural, a 9 kilómetros de Cerro Azul.
Para la década de los ochenta, la guerrilla de las FARC entró a disputar este territorio con el Ejército Nacional, y La Lindosa y sus habitantes quedaron en fuego cruzado. En 1984, Colcultura y del Instituto Colombiano de Antropología (ICANH) publicaron un artículo sobre arte rupestre, liderado por el arqueólogo Alvaro Botía y 25 años después, profesores e investigadores de la Amazonia, con apoyo de la gobernación del Guaviare y del ICANH, han reconstruido las posibles rutas de comercio entre antiguos habitantes de Soacha y Usme y Guaviare.
Hay investigaciones más recientes, como la del experto en arte rupestre, Fernando Urbina, quien publicó en 2017 un libro sobre una de las figuras crípticas de las pinturas de Cerro Azul (que mide 50 metros de largo): los perros. Según su propuesta, estas imágenes datarían de la mitad del siglo XVI cuando el conquistador y buscador de oro alemán Felipe von Hutten recorrió la región del Guayabero acompañado de perros de guerra que usó salvajemente contra indígenas y pobladores.
Durante décadas la zona no estuvo bajo ninguna figura de protección más que el cuidado que le dan quienes habitan la zona, pero a medida que la importancia del Chiribiquete se hizo más pública, La Lindosa también: hoy es un territorio dedicado en parte al ecoturismo, y en 2018 fue declarado como Sitio de Importancia Arqueológica por el ICANH. El turismo en La Lindosa ha sido estratégico para evitar que las personas entren al PNN Serranía de Chiribiquete, que permanece cerrado al público, de modo que quien quiera contemplar algunas de las pinturas rupestres del Chiribiquete las puede ver en La Lindosa.
Para no ir muy lejos, cuando el PNN Chiribiquete se amplió para llegar a los 4’268.095 hectáreas, en 2018, el expresidente Juan Manuel Santos hizo el anuncio desde La Lindosa.
De modo que no es cierto que La Lindosa y sus pinturas hayan sido “recién descubiertas” y es, sin duda alguna, una exageración mediática, o como han mencionado algunos investigadores en redes sociales, una “mirada colonial a la ciencia criolla”. Y tal vez más grave, en ningún momento se ha dado crédito a los pobladores que tienen fincas en La Lindosa, y que han protegido los paneles del turismo voraz, del vandalismo y de la guerra.
“Europa sigue descubriendo América”, escribió Guillermo Muñoz, experto en arte rupestre del Grupo de Investigación del Patrimonio Rupestre Indígena de Colombia (GIPRI). Desde 2018, él y su equipo han documentado cerca de 13 paneles de pinturas y han entregado la información a la Gobernación de Guaviare, al ICANH y a líderes comunitarios del departamento.
Fue justamente en el posible encuentro entre viejos pobladores amazónicos y animales gigantes en lo que la gran mayoría de medios se concentraron a la hora de promocionar ya no La Lindosa, sino el documental: “Con ingenuidad creen que los animales de las pinturas fueron vistos por indígenas en períodos tempranos ¿Cómo asegurar que esa pintura es el resultado de haber visto a esos animales? ¿Cómo explican que fue visto y no imaginado? Olvidan que el poblamiento se dio en muchos períodos, y muchos grupos distintos pudieron haber pintado los murales”, explica Muñoz.
¿Por qué entonces tanta ingenuidad por parte de los medios “serios” como The Guardian frente al artículo científico? “Como colombiano expatriado en ciencia, siempre me sorprendió cómo lugares como Chiribiquete eran prácticamente desconocidos en el extranjero, considerando su valor científico, cultural y biológico, y que casi cualquier colombiano haya oído hablar de ellos”, escribió Camilo Aguirre, un estudiante de paleobiología de la UNSW (Australia) que hizo un hilo sobre este tema en Twitter.
Aguirre tiene otro punto: ¿por qué los medios internacionales no se ocuparon de leer los artículos periodísticos que se producen en Colombia sobre La Lindosa? Mejor aún, ¿por qué no leyeron los artículos científicos que han sido publicados sobre el arte rupestre del Guaviare?
La barrera del idioma podría ser una explicación: la mayoría de estos artículos fueron escritos en español, o ya tienen décadas de publicados. Un artículo de Science que habla sobre este tema cita un metanálisis de los artículos sobre conservación de la biodiversidad que revela que la mayoría de científicos ignoran los artículos que no se publicaron en inglés, más de un tercio del total de artículos sobre este tema.
La misma presentadora del documental reconoció que se borró descaradamente la participación de los colombianos en el conocimiento de su propio patrimonio arqueológico:
Incluso, a The Guardian y al Times llegó una carta del investigador Simon Scott, un investigador del College London cercano al “parche” de arqueólogos de Colombia, en donde les pide rectificar la información publicada e incluir a los colombianos. June Sheehan, editora del “reader’s office” de The Guardian respondió: “Cuenta la historia que el sitio se encuentra en la Serranía de la Lindosa donde, junto con el Parque Nacional Chiribiquete, se encontró arte rupestre. La presentadora del documental, Ella Al-Shamahi, arqueóloga y exploradora, le dijo al Observer: “El nuevo sitio es tan nuevo que ni siquiera le han dado un nombre todavía””. La historia no detalla dónde están las pinturas que se han descubierto, entonces, ¿cómo saben que están hablando de los mismos sitios [que ya se conocen]?”.
Las afirmaciones del descubrimiento fueron hechas por los arqueólogos Ella Al-Shamahi y el académico de la Universidad de Exeter, José Iriarte (que hace parte del artículo científico que encendió la mecha de la polémica) En el documental, Al-Shamahi se refiere a otro arqueólogo, Mark Robinson, pero en ningún caso se mencionan las décadas de protección ambiental que ha asumido la población de La Lindosa, o las investigaciones científicas realizadas en gran parte, por arqueólogos colombianos.
A proteger La Lindosa
Hay evidencia creciente de que La Lindosa es un importante sitio arqueológico y biológico para la Amazonia, e incluso en 2019 se registraron por primera vez en Chiribiquete cerca de 4.854 ejemplares de 1.676 especies (cuando no existía ningún registro), entre las que se encuentran 57 nuevos registros para Colombia. Pero esto no detiene el avance de la deforestación e incendios forestales que cercan la diversidad cultural y biológica de la zona cada vez más.
El año pasado, el alcalde de San José del Guaviare declaró la calamidad pública debido a los 43 incendios registrados ese año que se llevaron aproximadamente mil hectáreas de la serranía de La Lindosa y según un estudio de la Universidad Nacional, el 17% del bosque nativo que hace parte la Serranía se había perdido para 2016.
“Capilla Sixtina de antiguos pobladores americanos descubierta en selva colombiana”; “Arqueólogos descubren 12 kilómetros de pinturas en la Amazonia” o “Expertos descubrieron pinturas rupestres de la Edad de Hielo en el Amazonas”. Estos son algunos de los titulares que usaron medios como Undark, The Guardian o CNN para anunciar nuevos hallazgos arqueológicos en la Serranía La Lindosa (Guaviare).
Según las notas de prensa, el “descubrimiento” es tan impresionante, que el canal Channel 4 produjo y grabó el documental Misterios de la jungla: reinos perdidos del Amazonas, que se estrenará este sábado 12 de diciembre para el público inglés. Ella Al-Shamahi, arqueóloga (sin experiencia en temas amazónicos) y presentadora del documental aseguró que “el sitio es tan nuevo que aún no tiene nombre”.
La excesiva espectacularidad con la que ha sido narrada esta historia puso el foco sobre la exotización de la Amazonia y las antiguas pinturas de la Serranía de La Lindosa, en Guaviare, considerada un punto arqueológico clave para el país desde hace décadas, y una zona de conservación vital para el Guaviare dado que es la última frontera antes del Parque Nacional Natural Chiribiquete (Guaviare, Caquetá y Meta), en donde está prohibida la entrada justamente, para conservar el patrimonio natural e histórico en el corazón de la selvas del sur de Colombia.
El artículo en cuestión fue publicado por arqueólogos y antropólogos de la Universidad Nacional, la Universidad Exeter (Reino Unido) y la Universidad de Antioquia en la revista Quaternary International, en abril de este año, y estudió tres sitios arqueológicos en La Lindosa (Cerro Azul, Limoncillos y Cerro Montoya) para seguir entendiendo cómo antiguos humanos llegaron a la Amazonia, cuáles eran sus estrategias de supervivencia y cómo se adaptaron a la complejidad de los bosques tropicales. Aunque fue publicado a principios de año, se comenzó a anunciar solo cuando “Misterios de la jungla” se anunció.
Este grupo de investigadores trabaja en La Lindosa desde 2014, cuando comenzaron a hacer excavaciones a los pies de los grandes paneles de pinturas rupestres con huellas de manos, plantas y animales. A lo largo de siete años de excavaciones recolectaron 2478 objetos (entre ellas, 289 herramientas de piedra), 4.390 restos de mamíferos, sobre todo dantas y serpientes, y 32.489 semillas carbonizadas.
Así determinaron que desde hace por lo menos 12.600 años hay quienes habitan estas selvas, o por lo menos las recorren. También escribieron que “las observaciones preliminares de las pinturas rupestres indican que estos primeros pobladores pudieron haber dibujado una variedad de megafauna ahora extinta con un realismo impresionante”.
El consenso científico es que las primeras ocupaciones humanas en la Cuenca de la Amazonia sucedieron hace unos 13.000 años, lo que haría de La Lindosa uno de los sitios arqueológicos más antiguos de la cuenca. “No es una certeza aún, pero posiblemente este sea uno de los lugares en donde más arte rupestre hay en el mundo”, explica Jeison Chaparro, antropólogo de la Unal y uno de los autores del artículo. El antropólogo y el resto del equipo también registraron dos nuevos lugares en donde hay pinturas: Limoncillos y Cerro Montoya.
“Son más de 12.000 años de presencia humana, y eso hace que este lugar, el noroccidente de la Amazonia, sea clave para entender cómo funcionó el poblamiento humano en Suramérica”, explica Gaspar Morcote, coautor del artículo y profesor del Instituto de Ciencias Naturales (ICN). “Hay una polémica interesante y es: ¿la selva que vemos es la selva virgen que fue hace miles de años, o es en arte producto de la adaptación de los seres humanos a ella? Estas investigaciones nos permiten ver cómo se relacionaban los antiguos pobladores con la selva, además por las condiciones de los suelos amazónicos no es fácil que los huesos se conserven, pero en Cerro Azul encontramos huesos de animales de hace 12.000 años”, agrega Morcote, quien explica que el estudio no se concentró en el arte rupestre –que está en la pared– sino en el suelo frente a los paneles.
Los investigadores también aseguran que los dibujos más abundantes en los paneles de la serranía de La Lindosa muestran a los humanos interactuando con plantas, bosques y animales de la sabana como ciervos, tapires, caimanes, murciélagos, monos, tortugas, serpientes y puercoespines, entre otros.
“Es importante destacar que el arte rupestre representa lo que parece ser una megafauna extinta de la Edad de Hielo (…) que se parecen a perezosos gigantes, mastodontes, camélidos y caballos. Es probable que todas estas pinturas representen algunas de las primeras expresiones artísticas de los nativos amazónicos, además de registrar su interacción con la megafauna de la Edad de Hielo. Se necesita más investigación para apoyar estas especulaciones”, escriben los autores.
Quién no conoce a Dios, a cualquier santo le reza
A pesar de esta salvedad, varios han sido críticos sobre el tratamiento que le dieron al tema en medios internacionales y el contenido mismo del artículo. Para empezar, La Lindosa no está recién descubierta. En 1980, algunos profesores del Departamento de Geografía de la Universidad Nacional organizaron la expedición “Punto Amazónico”, en donde vieron por lo menos, un nuevo mural en Cerro Azul.
En los años cincuenta, el arqueólogo y poeta francés Alain Gheerbrant describió algunas de los paneles y pinturas de La Lindosa, y en los sesenta, P. Pinto y Helena Bischler hicieron una expedición a la Sierra de la Macarena en donde también describen algunas de estas pinturas. En 1980, algunos profesores del departamento de Geografía de la Universidad Nacional organizaron la expedición “Punto Amazónico” en donde vieron por lo menos, un nuevo mural, a 9 kilómetros de Cerro Azul.
Para la década de los ochenta, la guerrilla de las FARC entró a disputar este territorio con el Ejército Nacional, y La Lindosa y sus habitantes quedaron en fuego cruzado. En 1984, Colcultura y del Instituto Colombiano de Antropología (ICANH) publicaron un artículo sobre arte rupestre, liderado por el arqueólogo Alvaro Botía y 25 años después, profesores e investigadores de la Amazonia, con apoyo de la gobernación del Guaviare y del ICANH, han reconstruido las posibles rutas de comercio entre antiguos habitantes de Soacha y Usme y Guaviare.
Hay investigaciones más recientes, como la del experto en arte rupestre, Fernando Urbina, quien publicó en 2017 un libro sobre una de las figuras crípticas de las pinturas de Cerro Azul (que mide 50 metros de largo): los perros. Según su propuesta, estas imágenes datarían de la mitad del siglo XVI cuando el conquistador y buscador de oro alemán Felipe von Hutten recorrió la región del Guayabero acompañado de perros de guerra que usó salvajemente contra indígenas y pobladores.
Durante décadas la zona no estuvo bajo ninguna figura de protección más que el cuidado que le dan quienes habitan la zona, pero a medida que la importancia del Chiribiquete se hizo más pública, La Lindosa también: hoy es un territorio dedicado en parte al ecoturismo, y en 2018 fue declarado como Sitio de Importancia Arqueológica por el ICANH. El turismo en La Lindosa ha sido estratégico para evitar que las personas entren al PNN Serranía de Chiribiquete, que permanece cerrado al público, de modo que quien quiera contemplar algunas de las pinturas rupestres del Chiribiquete las puede ver en La Lindosa.
Para no ir muy lejos, cuando el PNN Chiribiquete se amplió para llegar a los 4’268.095 hectáreas, en 2018, el expresidente Juan Manuel Santos hizo el anuncio desde La Lindosa.
De modo que no es cierto que La Lindosa y sus pinturas hayan sido “recién descubiertas” y es, sin duda alguna, una exageración mediática, o como han mencionado algunos investigadores en redes sociales, una “mirada colonial a la ciencia criolla”. Y tal vez más grave, en ningún momento se ha dado crédito a los pobladores que tienen fincas en La Lindosa, y que han protegido los paneles del turismo voraz, del vandalismo y de la guerra.
“Europa sigue descubriendo América”, escribió Guillermo Muñoz, experto en arte rupestre del Grupo de Investigación del Patrimonio Rupestre Indígena de Colombia (GIPRI). Desde 2018, él y su equipo han documentado cerca de 13 paneles de pinturas y han entregado la información a la Gobernación de Guaviare, al ICANH y a líderes comunitarios del departamento.
Fue justamente en el posible encuentro entre viejos pobladores amazónicos y animales gigantes en lo que la gran mayoría de medios se concentraron a la hora de promocionar ya no La Lindosa, sino el documental: “Con ingenuidad creen que los animales de las pinturas fueron vistos por indígenas en períodos tempranos ¿Cómo asegurar que esa pintura es el resultado de haber visto a esos animales? ¿Cómo explican que fue visto y no imaginado? Olvidan que el poblamiento se dio en muchos períodos, y muchos grupos distintos pudieron haber pintado los murales”, explica Muñoz.
¿Por qué entonces tanta ingenuidad por parte de los medios “serios” como The Guardian frente al artículo científico? “Como colombiano expatriado en ciencia, siempre me sorprendió cómo lugares como Chiribiquete eran prácticamente desconocidos en el extranjero, considerando su valor científico, cultural y biológico, y que casi cualquier colombiano haya oído hablar de ellos”, escribió Camilo Aguirre, un estudiante de paleobiología de la UNSW (Australia) que hizo un hilo sobre este tema en Twitter.
Aguirre tiene otro punto: ¿por qué los medios internacionales no se ocuparon de leer los artículos periodísticos que se producen en Colombia sobre La Lindosa? Mejor aún, ¿por qué no leyeron los artículos científicos que han sido publicados sobre el arte rupestre del Guaviare?
La barrera del idioma podría ser una explicación: la mayoría de estos artículos fueron escritos en español, o ya tienen décadas de publicados. Un artículo de Science que habla sobre este tema cita un metanálisis de los artículos sobre conservación de la biodiversidad que revela que la mayoría de científicos ignoran los artículos que no se publicaron en inglés, más de un tercio del total de artículos sobre este tema.
La misma presentadora del documental reconoció que se borró descaradamente la participación de los colombianos en el conocimiento de su propio patrimonio arqueológico:
Incluso, a The Guardian y al Times llegó una carta del investigador Simon Scott, un investigador del College London cercano al “parche” de arqueólogos de Colombia, en donde les pide rectificar la información publicada e incluir a los colombianos. June Sheehan, editora del “reader’s office” de The Guardian respondió: “Cuenta la historia que el sitio se encuentra en la Serranía de la Lindosa donde, junto con el Parque Nacional Chiribiquete, se encontró arte rupestre. La presentadora del documental, Ella Al-Shamahi, arqueóloga y exploradora, le dijo al Observer: “El nuevo sitio es tan nuevo que ni siquiera le han dado un nombre todavía””. La historia no detalla dónde están las pinturas que se han descubierto, entonces, ¿cómo saben que están hablando de los mismos sitios [que ya se conocen]?”.
Las afirmaciones del descubrimiento fueron hechas por los arqueólogos Ella Al-Shamahi y el académico de la Universidad de Exeter, José Iriarte (que hace parte del artículo científico que encendió la mecha de la polémica) En el documental, Al-Shamahi se refiere a otro arqueólogo, Mark Robinson, pero en ningún caso se mencionan las décadas de protección ambiental que ha asumido la población de La Lindosa, o las investigaciones científicas realizadas en gran parte, por arqueólogos colombianos.
A proteger La Lindosa
Hay evidencia creciente de que La Lindosa es un importante sitio arqueológico y biológico para la Amazonia, e incluso en 2019 se registraron por primera vez en Chiribiquete cerca de 4.854 ejemplares de 1.676 especies (cuando no existía ningún registro), entre las que se encuentran 57 nuevos registros para Colombia. Pero esto no detiene el avance de la deforestación e incendios forestales que cercan la diversidad cultural y biológica de la zona cada vez más.
El año pasado, el alcalde de San José del Guaviare declaró la calamidad pública debido a los 43 incendios registrados ese año que se llevaron aproximadamente mil hectáreas de la serranía de La Lindosa y según un estudio de la Universidad Nacional, el 17% del bosque nativo que hace parte la Serranía se había perdido para 2016.