27 de mayo de 2015 - 09:42 p. m.
El rescate del caimán llanero
La Fundación Palmarito, dentro del proyecto “Vida silvestre”, liderado por Ecopetrol y Wildlife Conservation Society (WCS), liberó 21 cocodrilos que están en vía de extinción en el Parque Nacional Natural El Tuparro, en Vichada.
María Paulina Baena Jaramillo
El caimán llanero es una especie típica de los llanos colombo-venezolanos. / Cortesía Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
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Rafael Antelo se incorporó para abrazar a un caimán hembra de 5 años de edad y casi dos metros de largo. La besó en la cabeza. Le habló unas palabras inaudibles. Destapó sus ojos verdes mientras le desamarraba la cuerda que le ataba el hocico y otra que le unía las manos. Y ella, después de batir la cola con fuerza, se quedó pasmada frente al río Tomo. Dio dos pasos y se sumergió dejando al descubierto una antena negra con la que sera monitoreada de ahí hasta que muera. En ese momento, Antelo, director científico de la Fundación Palmarito, se agarró la cara e hizo una mueca antes de echarse a llorar.
Ese fue el último ejemplar, de 21, que fueron liberados el martes dentro del Parque Nacional Natural El Tuparro, ubicado en Vichada, casi en el límite con Venezuela. Esto, bajo el proyecto “Vida silvestre”, liderado por Ecopetrol y Wildlife Conservation Society (WCS), que busca conservar, durante los próximos tres años, diez especies de fauna y flora en las regiones del Magdalena Medio y los Llanos Orientales.
El proyecto es una apuesta por conservar poblaciones remanentes que están en vía de extinción. “Todos los proyectos van hasta 2017. Aquí en la Orinoquia tenemos dos con flora y tres con fauna. Cada uno se hace con una organización diferente que tenga experticia en el tema”, contó Diana Jiménez, administradora ambiental de WCS.
De hecho, hace un mes se liberaron más de 10.000 tortuguillos a las orillas del río Meta, en la frontera entre Vichada y Arauca junto con la Fundación Omacha. Están, también, proyectos con el congrio, un árbol de madera abundante y fina; con la danta o tapir, y con el moriche, una variedad de palma, donde se asientan cuerpos de agua en la mitad de la llanura.
Esta vez se hizo la primera liberación del caimán llanero, una especie típica de los llanos colombo-venezolanos, cuya piel fue muy cotizada durante los años 50 por los famosos “caimaneros”, quienes se dedicaron a exterminarlos y a comercializarlos.
La población se diezmó a tal punto que hoy es la especie más amenazada de la Orinoquia, “se calculan apenas unos 200 en todo el país en Arauca, Guayabero, el río Vichada y el río Meta.”, aseguró Rafael Antelo, director científico de la Fundación Palmarito.
De los 21, casi la mitad contaban con un monitor que les cruzaba su columna a la altura del cuello. Para lograrlo tuvieron que operarlos, porque el pegante fue infructuoso. Ese monitor se encarga de transmitir una señal que los ubica en el mapa. Los investigadores sabrán, entonces, si murieron o no, en qué lugares viven y en cuáles se reproducen.
Esta especie sólo se encuentra en Venezuela y Colombia. “Llevamos 30 años trabajando en el país vecino, pero este es el primer ejercicio de liberación en Colombia”, sostuvo Padu Franco, director de WCS en Colombia. “Son especies emblemáticas y carismáticas que representan a los ecosistemas, sus amenazas y la biodiversidad. Además, son jugadores claves en la salud de los ecosistemas”, remató Franco.
Pero es más el miedo que invade a los pobladores cuando ven a un caimán, que el deseo de preservarlos. No obstante, guardan un valor ecológico enorme al ser los últimos eslabones de la cadena trófica, es decir, depredadores por excelencia. “Los caimanes ayudan a mantener los cauces de los ríos y a controlar la poblaciones de peces”, explica María Torres, bióloga de la Fundación Palmarito, “donde hay caimán, hay agua, porque hacen fluir el sedimento”, concluyó.
Nunca dejan de crecer y pueden superar los 60 años de edad. Los liberados fueron cuidados en la reserva del parque Wisirare, en el Casanare, donde viven 9 adultos de los cuales dos son machos. De los huevos que pusieron esas hembras nacieron estos hijos, que no superan los 5 años y que hoy nadan entre las aguas del río Tomo, en el Parque El Tuparro, el único Parque Natural de la Orinoquia.
Un territorio peculiar, por demás, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco y cercado por ríos, lagunas, caños, sabanas inundables, raudales, playas doradas y cascadas. “Los parques son una estrategia de conservación de la biodiversidad que protegen la fauna y la flora. Liberar esta especie en este escenario le da sentido a su conservación”, sostuvo Julia Miranda, directora de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
En esto coincidió el ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo, quien dijo que “esta es una oportunidad histórica para recobrar especies en vía de extinción”. Martha Plazas, directora de Corporinoquia, también comentó que “esto era un gran sueño, el de liberar a estos ejemplares. Todavía tenemos en mente la danta, la nutria gigante y la tortuga”. Finalmente, el coronel García, comandante de la base de Marandua en Vichada, aseguró que “aunque seamos militares también nos vinculamos a todos los procesos de fauna y flora”.
Y, después de casi dos horas, cuando ya están los caimanes dentro de esa agua turbia, casi café, arrancan los bongos de vuelta a la base de la Fuerza Aérea de Marandua. El paisaje se vuelve repetitivo, de vez en cuando se alcanza a ver alguna playa, varios árboles en el borde del río forman un degradé de verdes y los motores de un avión Casa 295 de la Fuerza Aérea, que parece un cilindro de metal con dos bancas de mallas rojas pegadas a las paredes, se prenden con fuerza.
Ahora en la cara de Rafael Antelo se dibuja una sonrisa de lado a lado.
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El caimán llanero es una especie típica de los llanos colombo-venezolanos. / Cortesía Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.
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Rafael Antelo se incorporó para abrazar a un caimán hembra de 5 años de edad y casi dos metros de largo. La besó en la cabeza. Le habló unas palabras inaudibles. Destapó sus ojos verdes mientras le desamarraba la cuerda que le ataba el hocico y otra que le unía las manos. Y ella, después de batir la cola con fuerza, se quedó pasmada frente al río Tomo. Dio dos pasos y se sumergió dejando al descubierto una antena negra con la que sera monitoreada de ahí hasta que muera. En ese momento, Antelo, director científico de la Fundación Palmarito, se agarró la cara e hizo una mueca antes de echarse a llorar.
Ese fue el último ejemplar, de 21, que fueron liberados el martes dentro del Parque Nacional Natural El Tuparro, ubicado en Vichada, casi en el límite con Venezuela. Esto, bajo el proyecto “Vida silvestre”, liderado por Ecopetrol y Wildlife Conservation Society (WCS), que busca conservar, durante los próximos tres años, diez especies de fauna y flora en las regiones del Magdalena Medio y los Llanos Orientales.
El proyecto es una apuesta por conservar poblaciones remanentes que están en vía de extinción. “Todos los proyectos van hasta 2017. Aquí en la Orinoquia tenemos dos con flora y tres con fauna. Cada uno se hace con una organización diferente que tenga experticia en el tema”, contó Diana Jiménez, administradora ambiental de WCS.
De hecho, hace un mes se liberaron más de 10.000 tortuguillos a las orillas del río Meta, en la frontera entre Vichada y Arauca junto con la Fundación Omacha. Están, también, proyectos con el congrio, un árbol de madera abundante y fina; con la danta o tapir, y con el moriche, una variedad de palma, donde se asientan cuerpos de agua en la mitad de la llanura.
Esta vez se hizo la primera liberación del caimán llanero, una especie típica de los llanos colombo-venezolanos, cuya piel fue muy cotizada durante los años 50 por los famosos “caimaneros”, quienes se dedicaron a exterminarlos y a comercializarlos.
La población se diezmó a tal punto que hoy es la especie más amenazada de la Orinoquia, “se calculan apenas unos 200 en todo el país en Arauca, Guayabero, el río Vichada y el río Meta.”, aseguró Rafael Antelo, director científico de la Fundación Palmarito.
De los 21, casi la mitad contaban con un monitor que les cruzaba su columna a la altura del cuello. Para lograrlo tuvieron que operarlos, porque el pegante fue infructuoso. Ese monitor se encarga de transmitir una señal que los ubica en el mapa. Los investigadores sabrán, entonces, si murieron o no, en qué lugares viven y en cuáles se reproducen.
Esta especie sólo se encuentra en Venezuela y Colombia. “Llevamos 30 años trabajando en el país vecino, pero este es el primer ejercicio de liberación en Colombia”, sostuvo Padu Franco, director de WCS en Colombia. “Son especies emblemáticas y carismáticas que representan a los ecosistemas, sus amenazas y la biodiversidad. Además, son jugadores claves en la salud de los ecosistemas”, remató Franco.
Pero es más el miedo que invade a los pobladores cuando ven a un caimán, que el deseo de preservarlos. No obstante, guardan un valor ecológico enorme al ser los últimos eslabones de la cadena trófica, es decir, depredadores por excelencia. “Los caimanes ayudan a mantener los cauces de los ríos y a controlar la poblaciones de peces”, explica María Torres, bióloga de la Fundación Palmarito, “donde hay caimán, hay agua, porque hacen fluir el sedimento”, concluyó.
Nunca dejan de crecer y pueden superar los 60 años de edad. Los liberados fueron cuidados en la reserva del parque Wisirare, en el Casanare, donde viven 9 adultos de los cuales dos son machos. De los huevos que pusieron esas hembras nacieron estos hijos, que no superan los 5 años y que hoy nadan entre las aguas del río Tomo, en el Parque El Tuparro, el único Parque Natural de la Orinoquia.
Un territorio peculiar, por demás, declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco y cercado por ríos, lagunas, caños, sabanas inundables, raudales, playas doradas y cascadas. “Los parques son una estrategia de conservación de la biodiversidad que protegen la fauna y la flora. Liberar esta especie en este escenario le da sentido a su conservación”, sostuvo Julia Miranda, directora de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
En esto coincidió el ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo, quien dijo que “esta es una oportunidad histórica para recobrar especies en vía de extinción”. Martha Plazas, directora de Corporinoquia, también comentó que “esto era un gran sueño, el de liberar a estos ejemplares. Todavía tenemos en mente la danta, la nutria gigante y la tortuga”. Finalmente, el coronel García, comandante de la base de Marandua en Vichada, aseguró que “aunque seamos militares también nos vinculamos a todos los procesos de fauna y flora”.
Y, después de casi dos horas, cuando ya están los caimanes dentro de esa agua turbia, casi café, arrancan los bongos de vuelta a la base de la Fuerza Aérea de Marandua. El paisaje se vuelve repetitivo, de vez en cuando se alcanza a ver alguna playa, varios árboles en el borde del río forman un degradé de verdes y los motores de un avión Casa 295 de la Fuerza Aérea, que parece un cilindro de metal con dos bancas de mallas rojas pegadas a las paredes, se prenden con fuerza.
Ahora en la cara de Rafael Antelo se dibuja una sonrisa de lado a lado.
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Por María Paulina Baena Jaramillo
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