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Si no hay ningún contratiempo, este martes 16 de mayo, en horas de la mañana, la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, le presentará al país nuevas cifras de deforestación, un asunto que pone los pelos de punta a todo el sector ambiental del país. En los últimos años, esos dígitos suelen venir con muy malas noticias.
Para la muestra, un botón: en 2019 se talaron 158.894 hectáreas (ha); en 2020, 171.685 ha, y en 2021, 174.103 ha. Una verdadera tragedia que Muhamad había sintetizado con un dato escalofriante el año pasado, semanas después de haberse posesionado: en los últimos 21 años, Colombia había deforestado 3 millones de ha, dijo. De esa cantidad, unas 1.5 millones ha pertenecían a la Amazonía.
Pero hoy las cifras del Ministerio de Ambiente no serán, del todo, malas noticias. Como supo El Espectador, sus cálculos muestran que la “deforestación estimada” en 2022 fue menor a la que hubo en 2021. Para decirlo en números concretos, fue 10% más baja.
Aunque los datos definitivos los presentarán a mediados de este año, esa “deforestación estimada”, construida con base en los datos que arrojan las alertas tempranas del Ideam, indica que en la Amazonía se presentó una reducción 25%.
Los departamentos donde hubo esa disminución fueron Guaviare, Caquetá y Meta, que siempre solían estar en el “top” de los más talados. En el primero, hubo una reducción del 34%; en el segundo, del 31%; y en el tercero, de 25%.
Pese a que es prematuro para deducir las razones de ese descenso, para el Minambiente uno de los motivos tiene que ver con los “diálogos territoriales” que han adelantado en varias de esas regiones y que buscan contener la destrucción de la selva.
Sin embargo, la situación continúa siendo inquietante. En esos departamentos, inclusive, están los municipios más afectados en Colombia por este fenómeno: Mapiripán (Meta), La Macarena (Meta), Cartagena del Chairá (Caquetá) y Calamar (Guaviare).
De hecho, la deforestación (estimada) que hubo en 2022 en esos tres departamentos equivale a un territorio mayor al que tiene el área urbana de Bogotá (41.406 ha). En Meta, por ejemplo, se perdieron 25 mil ha el año pasado. En Caquéta, se talaron de forma ilegal otras 21 mil ha; y en Guaviare, 13 mil ha más.
El Ideam y el Minambiente también detectaron otros casos preocupantes, como el del Putumayo, donde hubo un aumento de la deforestación del 26%. Ese departamento perdió 10 mil ha el año pasado. Una de las posibles explicaciones es la expansión de cultivos de uso ilícito, mientras en los otros departamentos amazónicos el motivo de la pérdida de bosque parece ser la praderización.
Según le dijo a El Espectador la ministra Susana Muhamad, en el caso del Putumayo ya identificaron cuatro potenciales nodos o núcleos de desarrollo forestal para contener ese fenómeno. “Estamos trabajando en su estructuración y llegaremos entre mayo y junio para generar una estrategia integral con la comunidad, entendiendo que es un escenario diferente al de Guaviare, Meta y Caquetá”, aseguró.
El Catatumbo, en Norte de Santander; la Serranía de San Lucas, en Antioquia; y Riosucio, en Chocó son otros de los puntos que trasnochan a quienes le siguen el paso a la deforestación. En algunos de esos puntos, la historia es muy distinta a la de la Amazonía. La minería ilegal es una de las principales causas por la que el bosque está desapareciendo.
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