En Boyacá está el primer proyecto de agricultura regenerativa del Foro E. Mundial
Un grupo de pequeños campesinos del municipio de Toca puso en marcha el primer piloto de ese tipo de agricultura, que busca obtener mejor productividad, pero con menor impacto ambiental. Entre los aliados están Bioversity Internacional y el CIAT, Bavaria, PepsiCo, Bayer y Microsoft.
César Giraldo Zuluaga
Desde que María del Pilar Rodríguez tiene memoria, en Toca (Boyacá), a una hora de camino desde Tunja, el primer renglón de la economía del municipio lo ha ocupado el cultivo de papa, cebada, trigo, maíz y otros productos. Ella, con poco más de 50 años, se ha dedicado toda la vida a esta actividad y, desde hace siete años, es la representante legal de Asoagrotoca, asociación que reúne a 20 pequeños agricultores de la región que se dedican, principalmente, a sembrar papa y cebada.
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Desde que María del Pilar Rodríguez tiene memoria, en Toca (Boyacá), a una hora de camino desde Tunja, el primer renglón de la economía del municipio lo ha ocupado el cultivo de papa, cebada, trigo, maíz y otros productos. Ella, con poco más de 50 años, se ha dedicado toda la vida a esta actividad y, desde hace siete años, es la representante legal de Asoagrotoca, asociación que reúne a 20 pequeños agricultores de la región que se dedican, principalmente, a sembrar papa y cebada.
Aunque los productos que cultivan siguen siendo los mismos desde la época de los abuelos de Rodríguez, “la actividad ha cambiado muchísimo”, reconoce esta campesina. Antes, dice, sus abuelos usaban el estiércol de vaca para abonar los cultivos, no había tantas plagas como las de ahora y la papa tampoco se enfermaba tanto. Mientras sus antepasados buscaban en la naturaleza los recursos para resolver algún problema con el cultivo, los campesinos ahora van al pueblo por alguno de los cientos de productos que existen para resolver cualquier dificultad.
Poco a poco, asegura Rodríguez, con estas y otras prácticas que han ido apareciendo en las últimas décadas, “fuimos dañando la tierra”. Para resarcir el deterioro que han ido generando, la representante legal de Asoagrotoca cree que es momento de retomar algunas de las prácticas empleadas por sus antepasados. Con el apoyo de varias empresas nacionales e internacionales, y en el marco del primer proyecto mundial del Food Innovations Hubs del Foro Económico Mundial, Rodríguez y sus compañeras lo están logrando.
Hace unos días, en la finca que es propiedad de la asociación, donde se adelanta el primer piloto de esta iniciativa, varios de los aliados que hacen parte del proyecto, como la alianza Bioversity Internacional y el CIAT, Bavaria, PepsiCo, Bayer y Microsoft, y algunos socios de Asoagrotoca se reunieron para conocer los resultados que arrojó el primer cultivo de cebada que se adelantó en la región bajo un enfoque de agricultura regenerativa. Los resultados preliminares evidencian un impacto ambiental positivo y un mejor rendimiento del cultivo, lo que, en últimas, se traduce en mayor beneficio económico para los campesinos.
Cultivos que restauran la tierra
Hace un año, cuando el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) finalizó el sexto ciclo de evaluación, concluyó que el 22 % de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI), principales causantes del cambio climático, provienen de la agricultura, la actividad forestal y el uso de la tierra. En Colombia, la ganadería y el cambio del uso del suelo son la segunda y tercera actividad que mayor cantidad de GEI generan. Sin embargo, la agricultura también es un sector vulnerable frente a los impactos de la crisis climática. Este doble rol de la agricultura —como causante y receptor— ha llevado a que se busquen alternativas para reducir el impacto ambiental del sector y su fragilidad frente a condiciones cada vez más adversas.
Uno de esos caminos, dice Beatriz Arrieta, ingeniera agrónoma que trabaja en la empresa alemana Bayer, es la agricultura regenerativa. A grandes rasgos, explica, se trata de poder producir alimentos con eficiencia y calidad mientras se ayuda a restaurar el suelo. En Toca, por ejemplo, se emplean cuatro prácticas con este enfoque. La primera apunta a la reducción del arado o la labranza. Además de reducir la cantidad de emisiones de GEI a la atmósfera, reducir el “volteo” de tierras (como se conoce esta actividad) mejora la infiltración del agua, reduce la escorrentía y ayuda a estabilizar la materia orgánica en el suelo.
La segunda actividad está relacionada con la rotación de cultivos. Aunque en Toca se suele rotar cada dos o tres años entre la papa, la cebada y el maíz, la agricultura regenerativa propone que se alterne de manera frecuente e, incluso, al mismo tiempo. “Un solo cultivo agota los recursos”, comenta Arrieta, refiriéndose a los nutrientes de la tierra requeridos por cada producto sembrado. Con la rotación de los cultivos aumenta la cantidad de nutrientes disponible en el suelo.
La optimización del uso de insumos agrícolas es la tercera acción que han implementado. Como reconoce Rodríguez, de Asoagrotoca, no es usual que los campesinos adelanten estudios del suelo para saber, con precisión, qué productos deben aplicar para mejorar las condiciones del cultivo. Esto, agrega Arrieta, ha llevado a que se abuse en la aplicación de fertilizantes químicos, que no siempre son necesarios. Por eso, además del análisis del suelo, la optimización de estos recursos también incluye el uso de bioinsumos y el monitoreo de plagas y enfermedades para aplicar lo estrictamente necesario.
Finalmente, con los cultivos de cobertura, que son plantaciones adicionales al producto principal, se busca disminuir la erosión del suelo, aumentar la disponibilidad de agua y ayudar a controlar maleza, plagas y enfermedades. Al implementar estas cuatro prácticas, expone la ingeniera agrícola, se ayuda a mejorar la salud de los suelos (por la mayor cantidad de nutrientes, por ejemplo), se mejora el uso del agua (dado que se aumenta su disponibilidad e infiltración), se disminuye el impacto del cambio climático (por la disminución de las emisiones de GEI y del uso de los agroquímicos) y, finalmente, se produce mayor rentabilidad para los campesinos (al reducir y hacer más eficiente su inversión en fertilizantes y pesticidas, por mencionar un par de ejemplos).
A finales de agosto, tras cuatro meses de haber cultivado dos hectáreas de cebada, una con manejo convencional y la otra bajo el enfoque de agricultura regenerativa, las entidades vinculadas al proyecto obtuvieron la primera cosecha del piloto. Aunque todavía hacen falta algunos análisis para tener un panorama más completo, consideran que los resultados preliminares evidenciarían que con el enfoque de agricultura regenerativa se obtienen mejores rendimientos ambientales y económicos.
Mientras que de la hectárea convencional se obtuvieron 2,8 toneladas de cebada, la producción en la hectárea con mejores prácticas ambientales arrojó 3,7 toneladas, un 35 % más que el cultivo de referencia. Esto, explican en Bavaria —quienes apoyan el proyecto y adquirieron de manera anticipada la cosecha—, se debe a que, por la mayor salud del suelo, las espigas de la cebada tuvieron mayor tamaño, densidad y cantidad de nudos. Al comparar la inversión necesaria para ambos cultivos y los rendimientos de ambas áreas, la empresa calcula que un campesino obtiene una ganancia de $1′900.000 más al sembrar con las prácticas de la agricultura sostenible.
Mientras las entidades completan el análisis de los resultados, la Alianza Bioversity Internacional y el CIAT —operadores del piloto— busca que más de 100 productores de Boyacá y Cundinamarca se unan a la iniciativa y repliquen el modelo de la agricultura regenerativa. Si bien es un trabajo que hasta ahora inicia, Rodríguez, de Asoagrotoca, resalta que el liderazgo de la asociación ya empieza a ser reconocido en la región. “Es bonito que la gente vea todo lo que estamos haciendo, que no es solamente para nosotros, sino para que se replique y pase de vereda en vereda; luego saldrá del municipio y, por qué no, también se puede pensar que impacte en el resto del país”, comenta la campesina.
Rodríguez no es la única que sueña con la expansión de la agricultura regenerativa en el país. Aunque todos los aliados del piloto reconocen que la ampliación de estas prácticas es el principal reto que enfrentan, el Foro Económico Mundial considera que “el fortalecimiento de los sistemas alimentarios de Colombia puede ofrecer una solución a los retos económicos y de desarrollo rural del país”. Para la organización internacional, “Colombia ofrece una oportunidad única y un enorme potencial para convertirse en líder de la agricultura sostenible y principal proveedor de alimentos para el mundo”.
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