En Brasil, la selva amazónica continúa cediendo a la ganadería
La selva amazónica perdió cerca de 800.000 hectáreas en 2016, un récord desde 2008. Para Greenpeace, la ganadería sigue siendo la principal responsable de la deforestación.
AFP
La deforestación de la Amazonía de Brasil registró un aumento de 29% en 2016, el segundo año consecutivo de incremento, pese a la mejora sostenida del país para intensificar su ganadería y preservar su selva.
De acuerdo con las imágenes satelitales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), la selva amazónica perdió cerca de 800.000 hectáreas en 2016, un récord desde 2008.
Más de la mitad de la deforestación se registró en propiedades obligadas por ley a preservar un 80% de su vegetación original.
Sin embargo, durante un periodo más largo, desde 2004, la tasa de deforestación global de la Amazonía cayó un 71%.
El jefe de vigilancia por satélite de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), Evaristo Eduardo de Miranda, destaca esa evolución.
"En los años 90, los pastizales ocupaban 210 millones de hectáreas, frente a 165 millones hoy, en tanto que las cabezas de ganado bovino pasaron de 140 millones a 209 millones", dijo De Miranda a la AFP.
El uso de abonos y las modificaciones genéticas del ganado -con un peso medio que aumentó 23 kg en veinte años- también ayudaron a la mejora de la productividad de los animales y las tierras.
Pero para Greenpeace, la ganadería sigue siendo la principal responsable de la deforestación amazónica. Según la ONG, el ganado ocupaba en 2015 el 60% de las zonas deforestadas.
Los activistas medioambientales denuncian una falta de controles en las zonas protegidas y expresan preocupación por la migración de ganado al Cerrado, la sabana brasileña.
La mitad de la vegetación original ya ha sido destruida ahí, de acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Sin hacer mucho ruido en Brasil, la operación "Carne Fría" se destacó junto con la "Carne Fraca" (carne adulterada) del pasado 17 de marzo y llevó al cierre de treinta unidades de producción sospechosas de comercializar ganado procedente de zonas de deforestación ilegal, una práctica considerada un crimen ambiental.
La deforestación de la Amazonía de Brasil registró un aumento de 29% en 2016, el segundo año consecutivo de incremento, pese a la mejora sostenida del país para intensificar su ganadería y preservar su selva.
De acuerdo con las imágenes satelitales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE), la selva amazónica perdió cerca de 800.000 hectáreas en 2016, un récord desde 2008.
Más de la mitad de la deforestación se registró en propiedades obligadas por ley a preservar un 80% de su vegetación original.
Sin embargo, durante un periodo más largo, desde 2004, la tasa de deforestación global de la Amazonía cayó un 71%.
El jefe de vigilancia por satélite de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), Evaristo Eduardo de Miranda, destaca esa evolución.
"En los años 90, los pastizales ocupaban 210 millones de hectáreas, frente a 165 millones hoy, en tanto que las cabezas de ganado bovino pasaron de 140 millones a 209 millones", dijo De Miranda a la AFP.
El uso de abonos y las modificaciones genéticas del ganado -con un peso medio que aumentó 23 kg en veinte años- también ayudaron a la mejora de la productividad de los animales y las tierras.
Pero para Greenpeace, la ganadería sigue siendo la principal responsable de la deforestación amazónica. Según la ONG, el ganado ocupaba en 2015 el 60% de las zonas deforestadas.
Los activistas medioambientales denuncian una falta de controles en las zonas protegidas y expresan preocupación por la migración de ganado al Cerrado, la sabana brasileña.
La mitad de la vegetación original ya ha sido destruida ahí, de acuerdo con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).
Sin hacer mucho ruido en Brasil, la operación "Carne Fría" se destacó junto con la "Carne Fraca" (carne adulterada) del pasado 17 de marzo y llevó al cierre de treinta unidades de producción sospechosas de comercializar ganado procedente de zonas de deforestación ilegal, una práctica considerada un crimen ambiental.